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«No soy una 'niña de la guerra', soy una niña de dos guerras»

La periodista Montserrat Llor recoge en 'Atrapados' los testimonios de víctimas que sufrieron el conflicto español y la Segunda Guerra Mundial

ÁLVARO SOTO

Domingo, 8 de mayo 2016, 01:15

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A los 19 años, Teresa Alonso Gutiérrez ya había conocido el miedo profundo en el San Sebastián del primer año de la Guerra Civil, había sobrevivido a los bombardeos contra el convoy en el que viajaba desde su ciudad natal hasta Bilbao, había visto desde una colina la destrucción que causaron las bombas en Guernica, se había separado de su familia y la habían embarcado en el buque 'Almirante Cervera' para huir a Rusia; y allí había sufrido, entre otras penalidades, el sitio de Leningrado (actual San Petersburgo), 842 días de horror, cien mil bombas y un millón de muertos. Todo ello, queda dicho, siendo todavía una adolescente, una de los 30.000 'niños de la guerra', aunque la propia Teresa matiza la afirmación. «No soy una niña de la guerra, soy niña de dos guerras», cuenta esta donostiarra.

Su sobrecogedor testimonio, y el de otros muchos supervivientes, los ha recogido la periodista Montserrat Llor en el libro 'Atrapados. Guerra Civil y represión. Hablan las víctimas de Franco' (Crítica), un extraordinario relato sobre el drama del conflicto español y de la Segunda Guerra Mundial, pero también, un conjunto de historias que aborda la capacidad de sobrevivir y de resistir de unos hombres y mujeres que, casi ochenta años después de padecer los traumas que marcaron sus vidas, echan la vista atrás.

«Sus palabras son una lucha contra el tiempo porque representan la última historia oral que tenemos de la Guerra Civil, la historia viva que nos queda de aquellos tiempos», cuenta Llor, que antes se había sumergido en el terror de los españoles que acabaron en los campos de concentración con 'Vivos en el aveno nazi'.

En su nuevo libro, la autora da voz a un puñado de octogenarios, nonagenarios y hasta centenarios que, derrotados en la guerra y represaliados después por el régimen, tuvieron que escapar de España o callar durante 40 años para poder seguir en pie. «Como norma general, tienen el trauma enquistado porque son los vencidos. Durante mucho tiempo siguieron viviendo, tenían que vivir, pero no consiguieron superar sus experiencias porque estaban estigmatizados», cuenta Llor. El historiador Ángel Viñas, autor del prólogo del libro, ahonda en esta idea al recordar que el propio Franco los consideró, en uno de sus primeros discursos, «la escoria de la nación».

A juicio de la escritora, que gracias al boca-oreja y a las hemerotecas consiguió contactar con los supervivientes, el franquismo fue para los vencidos una etapa más dura incluso que la propia guerra. «Durante la guerra, aunque suene paradójico, estaban mejor porque tenían la esperanza de que podían vencer, y eso les impulsaba. Pero perder no supuso solamente la derrota en sí misma, sino también la humillación». «La sociedad de la posguerra fue silenciada por una educación católica y un gobierno represivo que relegó el pasado al olvido mientras los perdedores purgaban sus 'pecados'», insiste la autora.

Pacto de silencio

Por eso, Llor no cree que el pacto de silencio de la Transición acabara con las heridas y considera que solo a partir de la aprobación de la ley de la memoria histórica, en 2007, las víctimas comienzan a ser escuchadas de verdad.

El libro se divide en tres grandes bloques: testimonios por tierra, por mar y por aire. Por ejemplo, está la historia de Vicente Montejano, un 'niño de la guerra' que estudió en Azerbaiyán y acabó 16 años presos en los gulags de Stalin. O la de Gregorio Gutiérrez, 'Guti', uno de los ases de la aviación republicana que, tras la guerra, transitó por las cárceles franquistas y fue obligado a realizar el servicio militar en la Legión. «Aun siendo republicano, este apasionado de la electrónica trabajaría como técnico en Radio Intercontinental, la emisora de Serrano Suñer, 'cuñadísimo' de Franco», señala la autora.

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