Borrar
Santiago González, Manuel Alcántara, Ignacio Camacho y Teodoro León Gross.
La memoria, columna del periodismo

La memoria, columna del periodismo

La Fundación Manuel Alcántara debate sobre la necesidad del bagaje del articulista. Ignacio Camacho y Santiago González abogan por la jerarquización de los contenidos que suministra Internet

Antonio Javier López

Martes, 6 de octubre 2015, 12:36

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Manuel Alcántara fuma un pitillo «semi clandestino» sentado en el banco de piedra a la entrada de la Sociedad Económica de Amigos del País. Desde ahí recibe los besos y abrazos de los amigos, las miradas furtivas de los estudiantes casi adolescentes y desde allí mantiene vivo el regusto del reportaje publicado el domingo en estas mismas páginas sobre la vida bajo los puentes de la ciudad: «El reportaje es el gran género del periodismo, la gran manera de explicar el mundo y de explicarnos a nosotros mismos... ¡Imagina un reportaje escrito por Góngora o por Quevedo!». Periodismo y memoria. Es lo que le ha traído hasta aquí.

Se sienta Alcántara en la primera fila de un salón de actos lleno para asistir a la segunda sesión del ciclo sobre el articulismo organizado por la fundación que lleva su nombre. La memoria en el articulismo es el título de la cita que reúne a Ignacio Camacho y a Santiago González. Modera Teodoro León Gross, que abre el turno de palabra y con las primeras comienza un repiqueteo de pájaro carpintero en los teclados de los ordenadores estudiantiles.

«Tengo la sensación de que esta sesión es vintage y no sé si me gusta... Me siento como la cazadora de cuero con flecos que hay en los mercadillos», concedía Camacho, autor de la síntesis destilada de la tarde: «La memoria es cara. Es talento, el búsqueda, es experiencia, son datos... Es una inversión. Un capital al que los medios no pueden renunciar. La memoria cuesta tiempo y cuesta esfuerzo».

Una memoria erigida ayer durante el debate organizado por la Fundación Manuel Alcántara en pilar no sólo del articulismo, sino del propio ejercicio del periodismo. Memoria siempre, al cabo, individual, labrada durante años por los informadores y mantenida con paciencia ante las oleadas de supuesta información que traen las páginas de Internet. «Las herramientas del periodista son el lenguaje y el conocimiento de aquello sobre lo que escribe», apostillaba González antes de adentrarse en los beneficios y peligros de la Red: «Internet es una propuesta para el fetichismo, porque fija una diana obsesiva en el cómo, en lugar de fijarse en el objetivo central del periodismo, que es el qué».

Recuerdos inventados

Así, para González, «Google, si se sabe utilizar, es una herramienta inapreciable». Y ahí suele estar el problema, en la manera de cribar ese río. «Ese caudal de datos necesita de la jerarquización. El Big Data precisa ser declinado, porque Internet no sustituye a la memoria, la complementa», adujo Camacho antes de citar ejemplos de «memoria inventada» en la Red, como el pasado nazi elegido por el papa Ratzinger o los 400.000 políticos que había en España según un cálculo que nadie confirmó.

Para Camacho, la gran baza del articulista actual «no es la literatura, es la influencia». El columnista de Abc también puso el termómetro del discurso en la «altísima temperatura política» que aprecia en los medios: «La mayoría de los lectores acuden en busca de confirmaciones de sus propios prejuicios». Una búsqueda, en la que, además, esos lectores se encuentran con el atractivo formal de los textos de algunos opinadores. «La belleza lingüística es la principal herramienta de persuasión del columnista de opinión», sostuvo Camacho.

Eso sí, conviene no mezclar ética y estética, información contrastada y elucubración bien vestida de palabras hermosas. Ya lo dijo Ortega y Gasset: «O se hace literatura, o se hace precisión, o se calla uno».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios