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Trece maneras de mirar al paisaje en la Sala Cruzcampo

Artistas de distintas generaciones exponen su relación con la naturaleza en 'El rumor de la montaña'

Regina Sotorrío

Jueves, 18 de junio 2015, 14:29

Para uno es el recuerdo de una tarde de excursión, otro ve en ella la frontera que separa a dos mundos y alguno la convierte en el símbolo de la escalada hacia la cima del poder. Hay muchas formas de entender la montaña, de relacionarse con ella y con el paisaje, y trece de esas visiones están ahora en la sala de la Fundación Cruzcampo. El 'parking' de Salitre inaugura hoy 'El rumor de la montaña', una exposición comisariada por Marta del Corral que reúne a trece artistas de diferentes generaciones, de distintas partes de la geografía y expertos en una ampia variedad de técnicas.

Ellos son Javier Artero, Cristina Ataide, Javier Calleja, Juan del Junco, Manuel Franquelo, Noelia García Bandera, Eugenia Merino, Carlos Miranda, Ramón David Morales, Alba Moreno-Eva Grau, José Otero, Cristóbal Quintero y Julio Sarramián. Todas las piezas cuelgan ya de las paredes de Salitre, salvo una, la de Javier Calleja, que la hará esta tarde a la vista de todos.

Cada cual lleva a su terreno el 'leitmotiv' de la muestra. Sarramián incorpora las nuevas tecnologías y toma datos del Sistema de Información Geográfica para obtener perfiles de montañas que luego recrea con el pincel. Franquelo convierte una pieza de alabastro pulido en el Monte Gurugú (Marruecos), el lugar en el que se refugian los inmigrantes antes de intentar saltar a Melilla. El contraste entre la belleza del paisaje y las vidas rotas de miles de personas se plasma con una herida abierta en el alabastro teñida de sangre.

La malagueña Noelia García Bandera, por su parte, toma como referencia los fondos fotográficos de estudios tradicionales, esos paisajes abstractos que aparecen detrás de los retratos clásicos. Ella los fotografía esta vez sin rostros, pero sí con el rastro de las personas que se colocaron delante. También en fotografía Alba Moreno y Eva Grau muestran su relación con la naturaleza a través de dos sugerentes imágenes: una tomada en su primera excursión juntas a la montaña y otra con los pies de la sobrina de una de ellas tras un paseo por el monte. En esta misma disciplina, Juan del Junco propone la deconstrucción de una montaña de Ardales: tomó piedras de cada una de sus cuatro caras, las fotografió y después las devolvió a su lugar. El artista representa así la montaña con decenas de fotografías piedra a piedra, una al lado de la otra.

Eugenio Merino toma la montaña como metáfora para colocar el dinero en la cima del mundo: una mano, a modo de monte, sostiene un dólar en forma de cruz. Ramón David Morales demuestra su dominio de la ténica en dos coloridas pinturas que se cuelan en el interior de una montaña. Y Cristóbal Quintero retrata en dos cuadros un paisaje nevado con las huellas de un hombre que anda y otro que esquía; marcas que están troqueladas sobre el panel de foam para darle realismo. A su lado, Carlos Miranda plantea una frase: It talks about it. Cada letra está escrita sobre un cojín pintado con paisajes de pinturas del XVIII y XIX. Hacen las veces del contenido de enciclopedias, recreadas con lomos de metacrilato.

La sala expone dos videoinstalaciones. En un audiovisual de 15 minutos sobre una pantalla alargada, Javier Artero muestra la construcción de una montaña a partir de pequeños granos de arena que van cayendo lentamente. José Otero, por su parte, expone vídeos de pocos segundos en los que retrata una intervención sobre el paisaje.

Pero en la exposición están todas las montañas del mundo. Y en sentido literal. Cristina Ataide las enumera en un rollo de 20 metros de largo sobre el que también dibuja algunas de ellas.

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