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Castillos en el bosque

Castillos en el bosque

Los árboles talados del Monte Calvario cobran vida con las esculturas esculpidas por Manuel Ledesma

Francisco Griñán

Lunes, 26 de enero 2015, 03:25

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Un buen día apareció. Lo que era la cepa de un árbol talado se convirtió en un castillo. Semanas más tarde, otro tocón comenzó a perder su piel hasta que asomó lo que parecía un palacio tallado en madera. Desde la primavera pasada, los visitantes que recorren el Monte Calvario buscan algo más que el contacto con la naturaleza y asistir al espectáculo de las ardillas que saltan entre las copas. Escudriñan el sendero para encontrar lo que fueron altos eucaliptos, pero quedaron reducidos a pequeños troncos por la tala de árboles o el efecto de los temporales. Una última e inesperada metamorfosis ha afectado a estas naturalezas muertas, que han renacido como obras de arte. Seis tallas se asoman ya ante los visitantes que juegan a encontrar las piezas y fotografiarse con ellas. Si se observan de cerca revelan un secreto en algún recoveco: las iniciales M. L. Tras ellas se esconde Manuel Ledesma, el autor de este bosque de esculturas.

«La primera pieza fue una cepa cuyo diámetro acabó convirtiéndose en una estrella», señala este inquieto artista acostumbrado a tallar en vidrio. Sus manos le pedían cambiar la suavidad del cristal por otro material más rudo con el que poder experimentar. Y lo encontró en el monte que ve desde su casa y recorre cada mañana. «Fue un impulso», confiesa Ledesma que, pese a la dureza del eucalipto, vio como aquella corteza se iba dejando modelar para dar rienda suelta a su creatividad. Los picos de su primer astro en madera fueron dando paso a pequeñas formas geométricas que han acabado convirtiendo lo que eran bases de árboles en castillos, palacios y edificios de fantasía.

«Unos me dicen que ven las ruinas de Petra en Jordania y a otros les recuerda los decorados de la saga de 'El señor de los anillos'», explica Manuel Ledesma, al que también le han comentado que su particular bosque tallado remite a los títulos de crédito de la serie de moda, 'Juego de Tronos'.

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Unos referentes que, en principio, sorprendieron a Ledesma ya que no es especial fan de estas producciones de mundos fantásticos. «Aquí solo hay imaginación y las manos», asegura el escultor, que ha roto ya algunos formones sobre los duros eucaliptos.

Rojo bajo la corteza

Las piezas cinceladas en el Monte Calvario contrastan por su intenso color rojo frente a los troncos marrones de los eucaliptos y pinos de la zona. Un tono que no pasa inadvertido. Y sirve además de recordatorio de que el monte está vivo. «Con estas tallas también quería denunciar el abandono de este pulmón de Málaga, tanto de algunos que vienen y lo ensucian, como de la falta de cuidado de las autoridades», denuncia Ledesma que se felicita de que se abandonara el proyecto de construir una carretera en medio de este paraje.

Aunque poco conocido, este monte perteneciente al Obispado de Málaga y cuya ascensión desemboca en el Camino de los Almendrales es ruta de numerosos senderistas, excursionistas y propietarios de perros que acuden a pasear en plena naturaleza a escasos metros de la civilización y del propio centro de la capital. Unos visitantes que se han convertido en los espectadores de este museo al aire libre y lo han agradecido. «Un día estaba aquí trabajando y me encontré con una familia que había quedado con sus amigos para venir a ver las esculturas porque uno de ellos las había descubierto y se había quedado fascinado», recuerda Ledesma, que añade con emoción que otro día encontró una nota manuscrita en uno de los tocones: «Simplemente daba las gracias por usar el arte para cambiar la forma de ver la naturaleza».

Un entusiasmo que compensa tantas horas de modelado. De hecho, conforme se empina el sendero, las esculturas también ganan en complejidad y aumentan su tamaño en la conquista de nuevos troncos que han llevado a Manuel Ledesma hasta dos meses para completar alguno de ellos. Seis piezas forman en la actualidad esta colección que seguirá en aumento. «Ya le he echado el ojo a nuevos cepas que me están esperando», avanza con una sonrisa cómplice.

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