Atencia se queda «sin palabras» al recibir el premio Reina Sofía de Poesía
«Cuanto más alto es el honor que recibimos, más debe difuminarse nuestro yo», señala la poeta malagueña, que publica el libro ‘El fruto de mi voz'
SUR
Sábado, 29 de noviembre 2014, 02:53
Yo no tengo palabras para expresar la alegría tan grande que me ha dado este premio que lleva el nombre de vuestra majestad», confesó ayer ... la poeta malagueña María Victoria Atencia a la Reina Sofía tras recibir de sus manos el XXXIII Premio de Poesía Iberoamericana y recurrir a la lectura de un manojo de sus poemas. Lo dijo en el Salón de Columnas del Palacio Real, al que le acompañaron dos de sus cuatro hijos, en un ambiente de velada literaria, y en el mismo día de su cumpleaños, una circunstancia que ha visto como algo más que una coincidencia.
«Es también un cumplimiento: el de toda una vida dedicada a la poesía», reveló Atencia en un breve discurso de agradecimiento que culminó con la lectura de varios poemas dedicados a las artes, entre ellas la música, la predilecta recordó de doña Sofía. Fueron muy pocas sus palabras: «Los poetas a veces nos quedamos sin palabras dentro de nuestra propia obra. ¡Cuánto más nos quedaremos mudos fuera de la poesía!», dijo la escritora malagueña, según informó ayer Efe. Pocas palabras, pero bien reveladoras de su personalidad, su vocación y su quehacer literario.
«Cuanto más alto es el honor que recibimos, más debe difuminarse nuestro yo», señaló María Victoria Atencia después de reconocer que incluso se había propuesto «borrar» su nombre de su alocución de agradecimiento. Si no lo hizo, explicó, es por dos circunstancias. La primera, porque la antología El fruto de mi voz, que edita la Universidad de Salamanca, publicación que lleva aparejada la concesión del galardón, terminó de imprimirse el día de la Virgen de la Victoria, patrona de su Málaga natal.
Una poeta «extrañada de sí misma»
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MIGUEL LORENCI. «He escrito poco a poco y de ahí ha surgido una obra que hoy me sobrecoge y me perece algo extraordinario y sorprendente». Lo dice con la voz entrecortada y atenazada por la timidez María Victoria Atencia (Málaga, 1931), muy emocionada ante El fruto de mi voz, la antología que recoge lo mejor de su larga andadura poética. Reconocida con el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, la poeta malagueña la presentaba antes de recoger este viernes de manos de Doña Sofía el más preciado galardón de la poesía hispana.
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«Nunca pensé que algo tan íntimo y tan personal y tan de mi tierra llegara a ser esto» dijo la emocionada la autora de poemarios como Ex libris, Marta & María o El umbral, protagonista de «una jornada inolvidable» y un tanto «extrañada» de sí misma.
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Editado por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional El fruto de mi voz es una antología elaborada por Juan Antonio González Iglesias, profesor titular de Filología Latina y gran conocedor de la obra de Atencia. Incluye un poema inédito y la reproducción manuscrita de otros cuatro. Recorre la poesía «serena, clásica, espiritual y viajera» de Atencia y sus conexiones con Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, María Zambrano y Juan Ramón Jiménez».
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Vinculada a la generación del 50, Atencia ganó con 83 años el galardón dotado con 42.100 euros que conceden conjuntamente Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. Reconoce «el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural compartido por la comunidad iberoamericana».
La segunda, que el Azar, para ella con mayúsculas, ha dispuesto que la entrega del premio por parte de la Reina Sofía se celebre en el día de su cumpleaños, ya que Atencia nació un 28 de noviembre de 1931. La autora de Tierra mojada recordó a sus maestros literarios Jorge Guillén, Bernabé Fernández Canivell y Alfonso Canales y a otros poetas que también fueron galardonados con el prestigioso premio que desde hace 23 años concede anualmente Patrimonio Nacional: José Antonio Muñoz Rojas, Pablo García Baena, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez, Ángel González, José Angel Valente, José Manuel Caballero Bonald y Francisco Brines.
No olvidó mencionar a la poeta cubana Fina García Marruz, la primera mujer que mereció este galardón, a la que después siguieron Sophia de Mello y Blanca Varela. También tomó la palabra el presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, para destacar la «especialísima sensibilidad» de María Victoria Atencia.
La intensidad de la lírica
Un don que, explicó, «le ha permitido ofrecernos el regalo de visión del mundo con la intensidad que requiere la lírica», gracias a «un expresar desde lo más profundo de su ser todo lo que forma parte de su entorno, elevando lo particular a la categoría de general y universal».
El rector de la Universidad de Salamanca, Daniel Hernández Ruipérez, hizo una reflexión sobre el sentido del trabajo poético de la premiada, con sus aparentes «temas leves» y sentimientos cotidianos, que en ella «constituyen un enlace entre la parte y el todo o entre lo pequeño y lo grande». Hernández consideró también que «su finura y su acierto al borrar, incluso de la memoria, le procurarán en lo venidero un lugar en la de todos».
Fue la propia galardonada la encargada de concluir la ceremonia, y lo hizo leyendo varios poemas suyos; el último, dedicado a la música, termina: «bajo el ardiente arco del verano y su caliente insinuación:/ bienvenida al silencio».
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