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Maroto, recogiendo el premio al mejor dibujante
Maroto: «No sé dibujar con lo electrónico, soy fiel al lápiz»

Maroto: «No sé dibujar con lo electrónico, soy fiel al lápiz»

Ha trabajado para Marvel o Bonelli, y suyo es el bikini de metal que viste Red Sonja. El historietista repasa su medio siglo de viñetas en ImaginaMálaga

Regina Sotorrío

Domingo, 21 de septiembre 2014, 15:55

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No le gusta colgarse medallas ni le preocupa si recibe más o menos reconocimientos. «Yo lo que quiero es vivir de mi profesión y que me que dejen dibujar», afirma. Y lo dice después de más de 50 años haciéndolo día tras día, «desde que me levanto hasta que me acuesto». El dibujante español Esteban Maroto (Madrid, 1942) mantiene intactas «las ganas y la ilusión» de contar historias a través de viñetas.Eso sí, a la manera tradicional. «Con medios electrónicos no sé dibujar, soy fiel al lápiz», declara el artista, que ayer charló con el público en la décima edición del Salón del Cómic ImaginaMálaga.

Dibujante de los de siempre, prefiere quedarse al margen del «mundo de los ordenadores» y seguir concentrado frente al folio en blanco. Así ha creado incontables historietas para firmas como Marvel, DC o Bonelli, el sello italiano para el que ha trabajado en la última década. Siempre para el extranjero. «Pero tengo muchas ganas de volver a publicar en España», reconoce el dibujante que vistió a Red Sonja para Marvel. Suyo es el diseño de la minúscula armadura de metal que cubre a la heroína de los relatos de 'Conan El Bárbaro'.

«Mucha piel»

«Querían que la chica enseñase mucha piel», recuerda. Dibujó entonces una especie de armadura rota en la lucha, que pasaría a la historia del cómic como un sexy bikini de metal. «Es una de las cosas más absurdas que hay porque ir a una batalla con un bikini... de práctico no tiene nada (risas). Pero desde el punto de vista estético ha funcionado muy bien», cuenta. Era principios de los años 70 y 'Vampire Tales' fue el primer título que enseñó el nuevo vestuario.

Después de mucho dibujar los guiones de otros, le apetece crear de la nada una historia propia, algo que echa en falta en España. «Estaría bien que escribiésemos de nuestra propia cultura, de nuestra manera de ver las cosas. Los japoneses, los americanos y los italianos tienen sus propios guiones, nosotros estamos empezando».

Y Maroto avisa: «Tengo muchas ideas». Las lanzará a través de una editorial o con la autoedición, «pero saldrán». El contenido es alto secreto, pero ya avanza que irá a contracorriente. Si cuando él empezaba allá por los años 60 muy pocos se atrevían con la fantasía y la ciencia ficción, ahora todo son efectos especiales. «Y habría que volver al mundo de contar las cosas más cotidianas, de personajes con sentimientos y que no todo sean luces, rayos y explosiones», detalla.

Cuando mira atrás -tras matizar que no le gusta demasiado hacerlo- Maroto no se queda con un personaje de su trayectoria ni con una viñeta, sino una sensación. «De lo que estoy más orgulloso es de haber podido contribuir a cambiar la idea que la gente tenía de los cómics como algo infantil. El cómic es un medio de expresión suficientemente válido para contar cualquier historia», sentencia.

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