Un antes y un después tras sufrir un ictus
Diana López es una psicobióloga malagueña que ha elaborado junto a un equipo de la UMA nuevas técnicas de rehabilitación para quienes sufren esta enfermedad
Cristina Jiménez
Martes, 23 de enero 2024, 10:17
¿Qué pasa dentro de nuestro cerebro para que podamos hablar? Una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez, cómo fue el caso de Diana López. Una de las grandes incógnitas para los seres humanos se convirtió en la motivación de López, ella quería buscar una respuesta a esta gran pregunta. Nunca se llegó a imaginar que ese gran paso le llevaría, años después, a recibir un premio de la revista 'Muy Interesante' a 'Muy científicas'. Ahora mismo es profesora en la Facultad de Psicología, además de formar parte de un grupo de investigación, pero sus inicios se remontan tiempo atrás.
Entró en la carrera de Psicología con las ideas claras, el cerebro y su gran complejidad marcarían su camino profesional. Ella quería responder de forma práctica a la pregunta: «¿Qué pasa en el cerebro para que podamos hablar?», lo que ella no sabía es que esta simple cuestión le llevaría a desarrollar una bonita e importante labor con todas aquellas personas que sufren un ictus. Hablar y leer son dos actos naturales, pero para ciertas personas se convierte en su peor pesadilla. «Muchos no pueden ir a comprar el pan», informa López. No avisa y nunca sabes si te puede tocar a ti, pero una vez que lo sufres, la vida te cambia para siempre.
Diana López explica cómo es la repercusión que tiene: «En general afecta a regiones del hemisferio izquierdo, esto provoca sobre todo problemas en el lenguaje». Pero para poder llevar a cabo una investigación en este campo primero hubo unos pasos previos. «Empecé en Barcelona analizando cerebros de personas sanas», aclara López. Su especialización estaba clara, la psicobiología sería su rama de estudio, esta se encarga de estudiar las bases cerebrales de todos los procesos cognitivos que ocurren en el cerebro, es decir, qué ocurre mientras hablamos, aprendemos, memorizamos o estamos tristes.
Barcelona recibió con los brazos abiertos a Diana López, allí cuenta que «hice mi máster y el doctorado en Neurociencia Cognitiva, me sirvió para especializarme en el aprendizaje del lenguaje». Comenzaron así sus primeros pasos como investigadora. Sus primeros experimentos consistieron en elaborar unos lenguajes artificiales que no existían, para de esa forma controlar los estímulos de las personas que se sometían al estudio.
«La llamamos base de aprendizaje, estaban expuestos a este lenguaje y más tarde les pasábamos un test para evaluar si habían aprendido o no», explica López. Con esta investigación querían averiguar qué regiones del cerebro se activaban ante la exposición a un nuevo lenguaje, lo que llevó a una fase de aprendizaje por parte de los voluntarios. Tras estas primeras andaduras decidió volver a su ciudad, a su casa en Málaga. En su mente tenía planteado un nuevo objetivo, llevar estos experimentos a personas que tienen un daño cerebral, aquellos que han sufrido un ictus. Dentro de las grandes consecuencias que acarrea sufrir este episodio, López destaca que «les perjudica a la hora de hablar, de planificar ciertos movimientos, que para el resto de personas son básicos y les lleva a caer en un sentimiento de frustración muy profundo».
Gente con una larga esperanza de vida, jóvenes y con ideas de futuro, sufren un ictus que les cambia sus rutinas diarias. Para algunos, pensar en no poder decir «buenos días» suena imposible o algo que «nunca puede ocurrir», pero para aquellas personas de treinta años que lo sufren tiene muy poca posibilidad de mejora. Por ello, la línea de investigación de López no solo se centró en comprender los síntomas y los niveles en los que afecta en el cerebro y a nivel cognitivo, explica ella que «queríamos buscar un entrenamiento o terapia que sirviera a modo de rehabilitación».
El cerebro es complejo, pero lo que estaba claro es que es plástico y maleable algo esencial ante esta situación. «Había que someterlo a un entrenamiento, para que poco a poco mejorasen las funciones básicas», explica López. El estudio se centró en aquellas formas de rehabilitación que potenciarán la recuperación, lo hicieron mediante distintas terapias en las que presentaban estímulos para que el cerebro aprendiese y mejorase el lenguaje, con ellas intentaban que la parte sana del cerebro se hiciera cargo de aquellas que estaban dañadas, Diana López lo define como «compensación». «A los pacientes primero les hacíamos una resonancia magnética, para poder ver la evolución y los cambios que se dieran ante estas terapias», recalca López. Como es lógico, estas técnicas no tienen los mismos resultados en todos los afectados, pero el objetivo, a pesar de ello, es «ayudar a los pacientes y que se beneficien de alguna forma», confirma López.
Autonomía e independencia
Por mínima que sea la mejora de estas terapias es un gran avance en la materia. «Nosotros intentamos que el individuo llegue a su máximo, es difícil estar como antes pero nos gusta trabajar con una mejora significativa», informa López. Un pequeño cambio puede resultar insignificante para algunos, pero para los afectados poder bajar por su cuenta a comprar el pan es un soplo de esperanza. «Ganan en autonomía e independencia, pero además se encuentran mejor y pueden comunicarse», explica López.
Para Diana López, recibir un reconocimiento por su trayectoria fue positivo porque «te da fuerza y motivación», ella fue a Madrid para recibir el premio y volvió con energía renovada, recuerda. Un galardón por todo su camino como mujer investigadora y científica, su día a día está marcado por la ciencia, para ella es algo «súper dinámico y creativo, no te puedes aburrir porque siempre estás pensando en cosas nuevas». Cada día es un reto, generar nuevos conocimientos e intentar cambiar la vida de muchas personas.
Además, como profesora en la Facultad de Psicología le da mucha importancia a que los más jóvenes se conciencien de todo este tipo de iniciativas, y tengan claro que «con el trabajo de muchos se pueden cambiar cosas a las que no le damos tanta importancia». López anima a que los estudiantes se decanten por la investigación.
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