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Alicia Rivera consiguió llenar la sala Ámbito Cultural con su charla. :: carlos j. martínez
«Todos buscamos el placer; el problema está en perder el control»

«Todos buscamos el placer; el problema está en perder el control»

La profesora Alicia Rivera analiza los efectos de las adicciones en el cerebro en el ciclo 'Encuentros con la ciencia'

CARLOS J. MARTÍNEZ

Miércoles, 17 de enero 2018, 00:36

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málaga. Con un lleno absoluto daba comienzo el pasado viernes la conferencia 'El cerebro adicto: del cielo al infierno', de la profesora de Biología Celular de la UMA Alicia Rivera. La sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés se quedó pequeña para escuchar a la ponente y la organización puso a disposición de los asistentes una pantalla en el 'hall' para poder seguir la charla, enmarcada dentro del ciclo 'Encuentros con la ciencia'.

Con puntualidad inglesa dio comienzo la conferencia. Rivera es profesora titular en el departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología de la UMA desde 2010 y centra su labor investigadora en entender cuáles son los cambios que producen las drogas en el cerebro para poder revertirlos, uno de los grandes retos de la ciencia del siglo XXI.

«Es muy común que todos busquemos sensaciones que nos sean placenteras como una copa de vino, ir con los amigos, leer o los videojuegos; siempre buscamos el place», apuntó Rivera. El problema es cuando se pierde el control sobre la búsqueda del placer: «Es cierto que determinadas conductas para obtener placer nos hacen perder el control. Aunque todo el mundo de vez en cuando consume alcohol, no todo el mundo pierde el control. La pérdida de control tiene consecuencias como dejar de lado la vida social, familiar, pérdidas económicas y de trabajo», añadió.

Otro de los aspectos importantes es la recaída. «Incluso en una persona que consume una sustancia y es capaz de dejarla, es muy frecuente la recaída; es un gran riesgo. Hay casos en los que vuelven a consumir de la forma más tonta. Tras pasar por la calle donde estaba el bar en el que bebía o cuando en una boda le ofrecen un cigarrillo», aseguró la docente.

Morfina

«Las adicciones implican cambios muy estables en el cerebro que perduran después del cese del consumo de la sustancia de abuso», explicó la doctora. Es por esto que «analgésicos como la morfina deben ser administrados con suma cautela por su carácter altamente adictivo». En esta particularidad ha centrado la doctora Rivera sus últimas investigaciones.

En el laboratorio el grupo que lidera ha podido demostrar cómo la administración de una sustancia que se une a los receptores de dopamina D4 elimina los efectos adictivos de la morfina en el cerebro, pero sin alterar sus propiedades analgésicas. Estos resultados abren una línea de investigación interesante para el uso seguro de la morfina en la terapia del dolor, previniendo su carácter adictivo.

Sus resultados han sido publicados recientemente por la prestigiosa revista científica 'Addiction Biology' (2017), en un trabajo multidisciplinar que ha contado con la participación de investigadores de las facultades de Medicina y Psicología de la UMA, el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), el Instituto Karolinska (Estocolmo) y la Universidad de Gante (Bélgica).

Tres son los conceptos a tener en cuenta con las adiciones, según explicó Rivera. El primero es la tolerancia. «Cuando se consume una droga llega un momento en que el cuerpo se acostumbra a esa cantidad y necesita más. La sensación de placer disminuye y hace falta consumir más para obtener de nuevo placer», afirmó. En segundo lugar, están las alteraciones en el cerebro. Al volver a consumir después de un tiempo, continuó, el cerebro se dispara. Por último, está la dependencia física y psicológica de la droga. «Hay gente que dedica todo el día a intentar conseguirla», recordó.

El placer es una sensación que se puede volver peligrosa. «Los primeros consumos son muy impulsivos, es algo frecuente en los adolescentes. La sensación de placer es inmediata. Dado que esto me da placer voy a volver a repetir el consumo y volver a tener esta sensación». El problema viene cuando la sensación de placer desaparece: «Se van produciendo muchos cambios en el cerebro que hacen que se modifique la motivación del consumo. La ausencia de droga hace que se consuma no para sentirse bien, sino para no sentirse mal».

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