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Los alumnos con la profesora de Habilidades Sociales Rocío Juárez. :: crónica
Arte que abre puertas

Arte que abre puertas

La UMA imparte con el patrocinio de la Fundación ONCE el título técnico de Auxiliar en Entornos Culturales para jóvenes con discapacidad intelectual, pionero en España

SANDRA MIRAS

Martes, 21 de enero 2020, 00:13

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Los universitarios, y los jóvenes en general, se están enfrentando a un presente laboral complicado. Muchos son los que acaban sus estudios y no saben cómo seguir. Y los que sí tienen claro su futuro, en ocasiones, se tienen que marchar de su ciudad (o hasta del país) para poder trabajar 'de lo suyo'. Pero, cuando esos jóvenes presentan una discapacidad intelectual, la cosa se complica aún más.

Por tercer año consecutivo, la Universidad de Málaga cuenta entre sus titulaciones propias con la de Técnico Auxiliar en Entornos Culturales, patrocinado por la Fundación ONCE. Se trata de un curso destinado a la formación en el ámbito cultural de jóvenes entre 18 y 30 años con diversidad funcional, ya que «representan a un colectivo con escasas oportunidades de formación», comenta la directora de este título, María Jesús Martínez. Se trata de la única iniciativa de este tipo en España. «A los chicos les entregamos su diploma universitario cuando acaban el curso», afirma Martínez.

Los 13 alumnos de este curso llegan cada mañana ilusionados a su aula, situada en la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología. Allí reciben una formación adaptada sobre el funcionamieto de los museos y centros culturales o sobre la accesibilidad para personas con discapacidad. «Los chicos reciben formación psicológica, centrada en las habilidades emocionales, además de otros conocimientos como orientación laboral, introducción a distintas artes plásticas, fotografía..., etc», indica una de las monitoras de los chicos, Virginia García.

Los distintos modulos de aprendizaje están impartidos por profesores de la UMA y personalidades del mundo cultural. Artistas como Santiago Ydañez, Miki Leal y Ángel Idígoras han impartido talleres a los alumnos de artes plásticas y cultura visual. También han recibido charlas de profesionales de distintas entidades culturales y museos, tanto a nivel nacional como regional. Conocen el funcionamiento de centros como El Prado, el Thyssen, el Reina Sofía o la Escuela de San Telmo. Alumnos de ediciones pasadas también han impartido talleres a los actuales estudiantes. De esta manera, ayudan a la empleabilidad tras el curso. Este tipo de actividades fomenta aun más el interés de los chicos por el curso. Los talleres, por ejemplo, «hacen que suelten su creatividad y se expresen», cuenta la monitora.

Evaluación y futuro

Cada dos semanas los estudiantes realizan una evaluación de lo que han aprendido. «Nos gusta hacer exámenes, porque valoran lo que hemos aprendido», explica Darío Justicia, uno de los alumnos de este curso. Aunque son ellos mismos quienes piden que se les realicen pruebas, «la Fundación ONCE también quiere una evaluación de los chicos», comenta la co-directora de este título Gemma Rodríguez. Pero no son las únicas actividades que realizan en el aula.

En una de las sesiones con profesionales del ámbito cultural, se les explicó cómo sería un museo accesible para personas con discpacidad. Se les pidió a los chicos que hicieran una maqueta sobre cómo sería su museo ideal y que lo explicaran. «Todos, a su manera, explicaron delante de todos su museo ideal», afirma contenta Virginia García.

Dentro de las actividades formativas organizan 'roles play' para que los chicos vean los distintos puestos que pueden desempeñar. Con esto, además de evaluarlos indirectamente, ayudan a los jóvenes a ver qué puesto le gusta más. Aunque ya hay quienes lo tienen claro. «Yo quiero ser vigilante de museo», cuenta Miguel Hernández, otro de los alumnos. Esta inquietud por vigilar el bienestar de los visitantes del museo y por tener controladas las obras de arte es compartida por otro alumno del título, Sergio Márquez, a quien le gusta ir a los museos y disfrutar con las obras de arte.

Luego están quienes prefieren la cafetería, como María Gelices, ya que realizó anteriormente un curso de restauración y cocina. Por otra parte, hay quienes quieren ser ayudante de guía, como el propio Justicia. Además, este joven barcelonés asegura que se ve «trabajando en eso. Es mi gran pasión». No les importa el puesto de trabajo, «me conformo con lo que sea», aclara Miguel Hernández, uno de los 13 alumnos del curso. Este pensamiento es compartido, ya que ellos quieren incorporarse al mundo laboral una vez que acaben su curso.

Para facilitar su inserción laboral, y como en cualquier titulación universitaria, los chicos realizan un mes de prácticas en museos y centros culturales de la ciudad como el Museo Picasso, el Centro Pompidou, el Contenedor Cultural, el CAC, el Museo del Grabado Español Contemporáneo, el Ateneo y el Museo Carmen Thyssen de Málaga.

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