Trinidad posa en el salón de su casa, presidido por tres de los cuadros que realizó después de haber empezado a pintar con 70 años. J. C. GARCÍA
Fuengirola

Trinidad: casi 100 años de vida y ocho esperando a la Ley de Dependencia

Tras varias denegaciones, la Junta reconoció hace 17 meses a esta vecina de Los Boliches un servicio de atención domiciliaria que sigue sin llegar

Lunes, 7 de julio 2025, 02:00

La puerta de la casa, una vivienda de planta baja en Los Boliches, está abierta de par en par, igual que antes de que el ... turismo cambiara para siempre el paisaje urbano y la economía de este barrio de origen pesquero con vocación de pueblo. Desde el exterior se ve el salón y en el rincón de la estancia más próximo a la calle, junto a una ventana, puede verse un sillón flanqueado por dos mesas en el que se sienta Trinidad Cabello, una mujer de 99 años que aún conserva la lucidez, la fuerza y la determinación suficientes para seguir reclamando a la Junta de Andalucía la aplicación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia.

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Cuando Trinidad nació España estaba en manos de Primo de Rivera, cuando solicitó por primera vez el reconocimiento como persona dependiente gobernaban Mariano Rajoy y Susana Díaz, y con Pedro Sánchez y Juan Manuel Moreno aún sigue reclamando sus derechos. El tiempo de espera a la Ley de Dependencia seguramente sea tan sorprendente como explicar que Trinidad, sin haber cogido un pincel hasta los 70 años y sin haber ido a clases de pintura, pueda ser quien firme los tres grandes cuadros que presiden el salón. «Es pintura naíf», precisa.

Cuando esta vecina de Los Boliches solicitó por primera vez su reconocimiento como persona dependiente fue en 2017, con 91 años. En 2021, con 95, presentó una solicitud de revisión alegando un empeoramiento. Lo reiteró un año después tras haber perdido «de repente» la visión en un ojo, a lo que se sumaba una artrosis de rodilla que le obligaba a usar un andador y una enfermedad renal. Pero la respuesta de la Delegación Territorial de la Consejería competente de la Junta de Andalucía siempre era la misma: «Vistos los preceptos legales y demás de general aplicación, resuelvo no reconocerle situación de dependencia alguna».

«Estoy todo lo bien que se puede estar a esta edad. Parece que los viejos no interesamos. No teníamos que durar tanto»

La resolución cambió en febrero de 2024. Para entonces Trinidad ya había perdido la visión en el otro ojo, y la Junta de Andalucía la reconocía como persona dependiente y le otorgaba un servicio de atención domiciliaria de 4 horas diarias. 17 meses después sigue esperando a que se materialice y no recibe más ayuda externa que la que le otorga el Ayuntamiento de Fuengirola: tres horas semanales repartidas en dos días.

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Toda la vida en la misma casa

«Estoy todo lo bien que se puede estar a esta edad, pero parece que los viejos no interesamos», resume. Trinidad nació en la casa en la que vive, así que la conoce lo suficientemente bien como para moverse por ella. «Pero sin la vista -explica- me cuesta ir al aseo y comer porque no tengo las habilidades suficientes, no es lo mismo que cuando una persona es ciega de nacimiento». En las mesas que hay a cada lado de su sillón tiene lo necesario para limitar los desplazamientos y no tener que pedir nada a quien la acompaña: agua, pañuelos, el teléfono...

Trinidad lamenta que el Ayuntamiento le cambie «cada dos por tres» la mujer que le hace algunas tareas domésticas, aunque confiesa tener suerte de contar con una familia «grande»: cuatro hijas y 13 nietos. Todas las noches alguno de ellos se queda a dormir en la casa con Trinidad y durante el día una hija le lleva la comida y se van sucediendo las visitas de la familia.

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«Mis hijas vienen por la mañana, pero a ellas ya les cuesta, y los nietos trabajan o estudian y tienen su vidas», expone la mujer para, a continuación, afirmar con una serenidad que eriza el vello: «No teníamos que durar tanto». Pero Trinidad ha durado y se encamina hacia el siglo de vida, a pesar de que cuando nació, en 1926, la esperanza de vida en España no alcanzaba ni los 50 años. Y lo hace con el coraje suficiente para seguir exigiendo sus derechos.

La guerra con 10 años; viuda a los 50 y pintora y estudiante con 70

Como gran parte de su generación, la vida de Trinidad es un ejemplo de superación, aunque el suyo quizás sea algo especial. Vivió el estallido de la Guerra Civil con 10 años y enviudó a los 50 con cuatro hijas. Aunque su marido era policía local, lo compaginaba algunas noches en una panadería «para que las niñas estuvieran decentes», así que cuando falleció le quedó «una paga pequeña» y se puso a trabajar como modista. Aunque fue a la escuela «hasta los 14 años», no sabe «si fue por la guerra o por qué» no tenía el graduado escolar y decidió sacárselo con 70 años. A esa edad también empezó a pintar de manera autodidacta y su buen hacer le llevó a exponer varias veces en el Centro Galileo de Madrid, en otros lugares de España e incluso en el extranjero.

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