Un estudio descubre en Málaga un alga mediterránea capaz de combatir a la especie invasora asiática
El hallazgo abre una nueva vía ecológica para luchar contra la peligrosa propagación de la Rugulopteryx okamurae en las costas españolas
Un rayo de esperanza se abre en la lucha contra la peligrosa propagación del alga asiática, que está haciendo estragos y causa millones en pérdidas ... económicas, especialmente en la Costa del Sol más occidental, entre Marbella, Estepona y Manilva. El estudio publicado recientemente en la revista científica Plants ha descubierto que un alga autóctona del Mediterráneo es capaz de combatir por sí misma a la invasora. De manera que una potencial repoblación con estos organismos podría poner freno a una propagación que, hasta ahora, no se ha conseguido contener por otros medios después de diez años.
El artículo científico se titula: Efectos de los polifenoles del agua de mar procedentes de la Gongolaria usneoides sobre la fotosíntesis y los compuestos bioquímicos de la especie exótica invasora Rugulopteryx okamurae. Está firmado, como investigadores principales, por Débora Tomazi, del Centro Experimental Grice Hutchinson, del Instituto Universitario de Biotecnología Azul y Desarrollo (IBYDA) de la UMA. Y por Fernando García Alarcón, presidente de la asociación Equilibrio Marino, junto a otros científicos y colaboradores.
La investigación ha demostrado que en algunas regiones con presencia de Gongolaria, la biomasa de Rugulopteryx es menor. Además, en estos casos las masas de la asiática son epifitizadas (esto es, que crecen sobre ellas) por otras algas rojas. La conclusión es que los compuestos fenólicos liberados al agua de mar por la Gongolaria afectan a la capacidad de la invasora para crecer y desarrollarse.
Unos compuestos químicos liberados por el alga Gongolaria afectan a la capacidad de la invasora asiática para crecer y desarrollarse
En los ensayos que se han hecho en laboratorio, La Rugulopteryx (la invasora) mostró «una disminución considerable de la fotosíntesis sin recuperación tras la exposición a altas concentraciones de fenólicos». Por tanto, «se puede inferir que la presencia de G. usneoides en la naturaleza y la liberación de compuestos fenólicos por esta alga podrían estar afectando a la alga invasora R. okamurae, lo que podría servir como un mecanismo natural para disminuir o debilitar a la especie invasora», concluyen los científicos malagueños.
Nueva vía para luchar contra la plaga
«En nuestras jornadas de buceo nos encontramos en una zona con unas algas autóctonas de nuestro mar de Alborán que estaban creciendo al lado de la Rugulopteryx, y que esta última se iba perdiendo, por lo que empecé a documentarlo», explica Fernando García Alarcón, acerca del inicio de la investigación. El resultado, asegura, ha sido un descubrimiento que abre una nueva vía para preservar la vida marina en el Mediterráneo.
«Estas algas nativas liberan compuestos químicos que 'marchitan a la invasora y controlan su avance. Esto abre una vía prometedora para explorar soluciones contra su invasión, y para favorecer la restauración de ecosistemas equilibrados y biodiversos», afirma.
El hallazgo ha sido posible gracias a la colaboración entre la Asociación Equilibrio Marino y el Instituto de Biotecnología y Desarrollo Azul (IBYDA) de la Universidad de Málaga. El siguiente objetivo será evaluar si este proceso puede replicarse en otras áreas afectadas y desarrollar estrategias de manejo y mitigación.
Para ello, este colectivo ha lanzado el proyecto Invademar, que busca fondos para continuar la investigación, así como para reproducir las algas que son benefactoras y repoblar una zona invadida por la asiática, a modo de ensayo piloto. «Pero una investigación de este tipo requiere recursos y el apoyo de las instituciones para la conservación marina, requiere del compromiso colectivo», advierte.
Por eso, el arma más sostenible para controlar a la invasora sería repoblar con este tipo de algas autóctonas, algo que el investigador malagueño ve factible. «Estas algas crecen una barbaridad y generan bosques sumergidos, que se llenan de especies de peces que ponen allí sus huevos y vienen a comer de ella; es el resurgir del Mediterráneo», destaca, tras numerosas inmersiones en el mar de Alborán.
Solución más barata
Pero, además de beneficiosa para los ecosistemas, esta solución sería más barata, en términos puramente económicos. «Imagina cuánto dinero se están gastando la Junta y los ayuntamientos para retirarla», además de las pérdidas para la pesca y los efectos negativos para el sector turístico en la Costa del Sol. «Hasta ahora, no se había encontrado ninguna solución real para una invasión como esta, y esta es una medida que está basada en la naturaleza... Se abre una vía de investigación gigante para frenar la invasión».
Hasta ahora, muchas de las líneas de trabajo han ido a parar a estudios sobre el aprovechamiento de la enorme biomasa residual que se extrae de las playas para abono de jardines, aunque este tipo de acciones no contribuyen a frenar la invasión, sino a paliar sus efectos adversos. Tampoco la retirada de los macizos de algas han logrado parar su avance, tras una inversión por parte de ayuntamientos como el de Marbella y Estepona que se cifra en millones de euros. El tiempo dirá si esta nueva 'arma' biológica logra por fin devolver su aspecto original a los fondos marinos del mar de Alborán.
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