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Era 2007 cuando a Enrique Bodero, artista multidisciplinar, afincado en Benalmádena, se le clavó un pensamiento mientras tomaba café en La Tribuna, un negocio que ... ya está cerrado y que se encontraba cerca de la plaza del mismo nombre, en Arroyo de la Miel. Viendo a Juan, el camarero, dar vueltas sin parar de un lado para otro con la bandeja en la mano, Enrique pensó en el papel clave que habían tenido los camareros y todos los trabajadores del sector de la hostelería en el desarrollo de la Costa del Sol, que «trabajando a todo trapo, jornada y media diaria, esos hombres y mujeres» habían levantado la Costa y que «ni siquiera se les había colocado una placa de homenaje en algún lugar público».
Pensó que había que poner solución a ese detalle y con las mismas pidió una cita con el entonces alcalde de Benalmádena, Enrique Bolín. Le planteó la idea de elaborar una escultura a modo de homenaje y que ésta pudiera lucir en un lugar público. A Bolín le pareció bien y Bodero se puso manos a la obra. «Le pedí a Juan, el camarero de La Tribuna que viniera a mi estudio, vestido como cada día en el trabajo, y así lo reflejé, con el delantal, la comanda, el boli, la bandeja y sobre ella una botella de vino y dos vasos», cuenta el propio artista.
El montaje escultórico se completó con una mesa, en la que se puede leer la siguiente inscripción: «En homenaje a los camareros, hombres y mujeres, que con su trabajo han colaborado en el desarrollo de la Costa del Sol». Y junto a esta, dos sillas. La idea de Bodero era hacer una escultura interactiva, que la gente pudiera sentarse en ella e incluso tomarse un café en esa mesa, junto al Juan de bronce. Y lo cierto es que así ha sido.
La obra, ubicada en la avenida de la Constitución, en pleno centro de Arroyo de la Miel, «se ha convertido en la escultura callejera más fotografiada de la Costa del Sol, su imagen ha llegado a medio mundo», asegura el artista, quien explica ésto en el hecho de que «no está situada en un pedestal, sino a nivel de calle, cualquiera puede sentarse allí».
Lo que pocos saben es que hace 18 años se instaló en esa calle y poco tiempo después fue vandalizada. Originariamente, como ya se ha dicho, el conjunto contaba con una mesa y dos sillas, pero desde hace mucho solo hay una mesa y una silla. Bodero explica que tras una reforma del acerado en ese entorno, al poco de instalarse la escultura, hubo que moverla y cuando la volvieron a colocar allí, una de las sillas no quedó bien anclada. Alguien apreció el movimiento que tenía y decidió darle un tirón y llevársela a casa.
Ha pasado tanto tiempo con una sola silla que ya pocos se acuerdan de cómo era la obra original, pero ahora el Ayuntamiento de Benalmádena ha decidido ponerla en valor y recuperar su estado original. «Es un detalle», reconoce el artista.
Para ello ha encargado a la fundición de Antonio Quesada, responsable de muchas de las obras de arte que lucen en las calles del municipio, que elabore una réplica exacta de la silla que aún se mantiene en el conjunto. Y para ello ha tenido también que pedir un permiso expreso al artista, que debe de dar su consentimiento por escrito a que su obra sea modificada.
Según explica Antonio Quesada, su idea es ir a Benalmádena, tomar medidas de la silla y ya en su taller elaborar una copia, que será instalada junto al camarero antes de febrero de este año. Será entonces cuando la escultura vuelva a lucir como lo hizo en sus primeros años.
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