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Jueves, 12 de septiembre 2019, 14:17
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El plato de los Montes, y más concretamente el lomo en manteca, es la comida estrella en la popular venta La Butibamba, un histórico restaurante dos siglos de historia situado junto a la antigua N-340 a su paso por la localidad de Mijas (kilómetro 201). Ese era el menú que la semana pasada degustaba un matrimonio español de unos 75 años cuando el marido sufrió un atragantamiento que estuvo a punto de costarle la vida. Lo salvó la rápida y eficaz intervención del encargado del restaurante, Víctor Parras. El camarero, de 28 años, sabía cómo practicar la maniobra de Heimlich, que es como se conoce a la técnica de compresión abdominal que se realiza como primeros auxilios para ayudar a expulsar un objeto que obstruye el conducto respiratorio.
Todo ocurrió muy rápido, en dos angustiosos minutos que quedaron registrados por la cámara de seguridad del establecimiento, sobre las 16.15 horas del pasado día 2. «Aún había varias mesas , como tres o cuatro. Yo estaba en la barra con un compañero cuando vi, al fondo del salón, a un cliente de pie y a su mujer detrás intentando que expulsara la comida», explica el encargado del restaurante.
Víctor corrió hasta él (en el vídeo, es el primero que lo asiste, el más alto de los dos camareros) y se colocó detrás para hacerle la maniobra. «La mujer estaba muy nerviosa, ni hablaba, solo se ponía las manos en la cabeza. Yo le presioné el abdomen sin parar, rodeándolo con los brazos, pero no lo expulsaba (un trozo de carne). Vi a mi compañero y le pedí que me relevara, le dije: 'Ponte tú a ver si puedes'».
Pero el tiempo transcurría y el cliente estaba «cada vez más morado, al límite», recuerda Víctor Parras. «Pensé: 'O le doy más fuerte, o se queda aquí el hombre'». El encargado de la vente reanudó la maniobra y, al cabo de unos segundos, su compañero le advirtió de que había un trozo de carne en el suelo. Por fin, lo había expulsado. «Habíamos avisado ya al médico y el propio cliente nos dijo que no hacía falta, que se encontraba bien. Lo que tenía era que no podía respirar, nada más. De hecho, terminaron de comer», añade.
Recuerda Víctor que, antes de marcharse, el matrimonio se acercó a él y le dio un largo abrazo. «Me dieron las gracias muy emocionados y quisieron dejar una propina grande para agradecerlo, aunque yo les dije que lo había hecho porque me salió así, que no tenían por qué dármelas. Es una sensación que no puedo describir, haber salvado la vida de una persona», expresa Víctor, quien recuerda la importancia de tener conocimientos en primeros auxilios. Él conocía la técnica un poco por inquietud personal -«había visto algunos vídeos en Internet sobre la maniobra Heimlich», añade- y otro tanto por interés profesional, ya que está opositando a policía local. El primer servicio humanitario ya lo ha hecho antes de entrar en el cuerpo.
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