Lanzarote: 7 motivos para vivir su eterna primavera en otoño
La isla reúne en sus escasos 845 kilómetros cuadrados un sinfín de paisajes y lugares de ensueño que ofrece algo diferente que va más allá de un destino de sol y playa
Lanzarote transcurre entre playas vírgenes de aguas cristalinas, pueblos blancos donde los surfistas más exigentes moran durante todo el año, volcanes que dibujan montañas de fuego, carreteras que esconden una postal en cada recta y, por supuesto, piscinas naturales aptas para toda la familia. Es la más singular y versátil de las afortunadas y brilla con luz propia con el cambio de estación. Una isla hecha de mil más, con paisajes que se van transformando a nuestro paso haciendo de cada día y destino una experiencia única y diferente.
Recorrerla en otoño es un placer para quienes se resisten a despedirse de los colores y olores del verano. Lanzarote lo tiene claro: su eterna primavera es la fórmula ideal para dejar huella en el visitante más exigente. Y lo tiene todo: playas y volcanes, gastronomía, deporte y una agenda cultural dinámica que no riñe con la tranquilidad de sus enclaves naturales poco masificados. Estos son algunos de sus imperdibles:
Jameos del Agua
La fuerza de los volcanes ha moldeado la isla y algunos de sus destinos más emblemáticos. Es el caso de los llamados Jameos del Agua, un túnel volcánico esculpido por las erupciones del volcán de la Corona. Hoy es un espacio natural de gran belleza reconvertido en un centro de arte, cultura y turismo gracias a la intervención arquitectónica del artista lanzaroteño César Manrique que proyectó un auditorio construido en la propia caverna y que acoge una gran oferta de conciertos.
Playa de Famara
Es un imponente risco montañoso que recorre y abraza la Playa de Famara, una de las siluetas más fotografiadas de la isla cuyas olas son, al mismo tiempo, altamente preciadas por surfistas de todo el mundo. En total, seis kilómetros de arena dorada que, cuando baja la marea, se transforman en un espectacular espejo donde el mar se toca con el cielo.
La Graciosa
Una isla dentro de otra isla. Así es La Graciosa, aunque por su naturaleza bien podría llamarse ‘La Serena’. Esta isla es ideal para quienes buscan playas solitarias y caminos no asfaltados donde el silencio forma parte indivisible del paisaje. Un reducto dentro de otro reducto al que se accede por ferry y donde también es posible alojarse. Además, en La Graciosa se encuentra la Reserva Marina del Archipiélago Chinijo, la mayor de toda Europa.
Montañas de Fuego
¿Es posible visitar la Luna sin salir de la Tierra? Sí, si nos acercamos a este otro planeta que es Lanzarote. En el Parque Nacional de Timanfaya se encuentran las Montañas de Fuego en las que descubrir uno de los paisajes más singulares de la isla y comprobar de primera mano la actividad volcánica que la caracteriza. Una fuerza de la naturaleza que el hombre ha conseguido poner a su servicio utilizando las altas temperaturas que albergan en su interior como base de su cocina.
Teguise y su mercado
No solo de paisajes y volcanes vive Lanzarote. Su encanto transcurre también en pueblos llenos de vida entre los que destaca el dinamismo de Teguise, el municipio más extenso de la isla y la antigua capital de Lanzarote desde la primera mitad del siglo XV hasta la segunda mitad del siglo XIX. Visitarlo en domingo es una deliciosa casualidad que permite al visitante conocer su mercadillo de artesanía, sin olvidar el Jardín de Cactus, el Museo de la Piratería y la Fundación César Manrique.
Haría y el Valle de las Mil Palmeras
En el norte de la isla encontramos Haría, un encantador municipio de casas bajas que destaca por gozar de un microclima especial que convierte sus tierras en las más verdes de la isla. Que el valle en el que se ubica se llame el Valle de las Mil Palmeras no es una simple casualidad, sino la evidencia de la exuberancia del paisaje que rodea a este precioso pueblo de casas blancas, concentrando la mayor parte de la flora autóctona de Lanzarote.
Papagayo
Al sur de la isla y en uno de sus tramos más desérticos, Lanzarote esconde un paraíso en la tierra en forma de playas y calas vírgenes de tonos turquesa y esmeralda al refugio de los vientos alisios: las Playas del Papagayo. Playa Mujeres, El Pozo, Caleta del Congrio, Caletón del Cobre, Caletón de San Marcial, Puerto Muelas y Papagayo son algunas de las más visitadas aunque mantienen un carácter tranquilo gracias a los siete kilómetros de extensión sobre los que se asientan y que evitan su masificación.
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