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Claves para que tus hijos no sufran acoso sexual en las redes sociales

El grooming es un delito cada vez más extendido en internet y es ejercido por adultos que se hacen pasar por menores para contactar con ellos con fines sexuales. Así puedes evitarlo

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Internet y las redes sociales son el canal de comunicación más habitual de nuestra época. Lo utilizamos, independientemente de la edad, para charlar con los amigos, informarnos, compartir noticias, fotos, vídeos, música, recomendaciones, comprar, jugar, ligar y todo lo que se nos pueda ocurrir. Si los adultos ya las utilizamos de forma habitual, qué decir de los llamados nativos digitales, esos chicos y chicas para los que es la forma de interacción por excelencia.

Así lo confirma cualquier estudio sobre penetración de las redes sociales en España. El último, realizado por Elogia e IAB Spain, confirma que más de 25,5 millones de españoles utilizan las redes sociales y los jóvenes de 16 a 30 años son los más activos. WhatsApp es la red más transversal en cuanto a edad, mientras que YouTube, Instagram y Twittter tienen usuarios más jóvenes, si bien, la llamada Generación Z (16 a 23 años) es la que utiliza más las redes sociales, con un promedio de 1,24 horas diarias.

Con estos datos, queda claro que estos espacios de interacción digital son el lugar en el que adolescentes y jóvenes están y se relacionan. Por eso, es fundamental que, además de sus bondades y ventajas, conozcan los riesgos que entrañan, entrañan, tal y como nos recuerdan iniciativas como Por un uso Love de la Tecnología , con la que Orange quiere concienciar a padres y menores para que usen las nuevas tecnologías de forma responsable y segura para evitar peligros tales como el grooming.

La inocencia e inexperiencia de los más jóvenes juegan en su contra si tienen en frente, agazapado bajo la sombra del anonimato, es un depredador sexual. Sobre todo, porque ningún caso de acoso o abuso empieza de golpe. El adulto acosador siempre actúa de forma sibilina, selecciona cuidadosamente a su víctima, la engatusa y se gana su confianza para conseguir su objetivo. Si este hostigamiento que ejercer en el menor tiene un fin sexual, ya sea realizado online o en la vida real, recibe el nombre de grooming, una práctica que no es nueva pero que ha crecido con el auge de internet y las redes sociales. Tanto es así, que la última memoria de la Fiscalía General del Estado señala que el child grooming es el delito informático que más le preocupa, con un crecimiento del 62% de los procedimientos incoados (en total se registraron 159 expedientes de 2017).

El acosador o pederasta suele actuar de una manera muy precisa en un caso de grooming. Lo primero es la fase de contacto. Selecciona cuidadosamente a sus víctimas potenciales, mirando sus perfiles en las redes sociales, y se crea uno mintiendo sobre su edad e identidad para hacerse pasar por un menor y ganarse así la confianza del menor o adolescente. De este modo, conoce su entorno, sus horarios, sus aficiones, sus gustos, sus problemas y preocupaciones, convirtiéndose poco a poco en un supuesto amigo o amiga en quien confiar.

El engaño ya se ha hecho y ahora comienza la manipulación y la coacción combinado con el acercamiento sexual. Así, tras esas primeras conversaciones en las que ya se ha ganado la confianza del chico o la chica, el groomer empezará a pedir a su víctima que le mande imágenes o vídeos de contenido erótico y sexual, que muchas veces comparte creyendo que se trata de otro u otra joven de su edad. Cuando las consigue, llega la fase de acoso y coacción. Puede llegar a extorsionar al menor para que le envíe más imágenes, amenazarle con difundir las que ya tiene o chantajearle para quedar en persona y abusar de él o ella. Todo esto teniendo en cuenta, además, que la rapidez y la capacidad de altavoz del mundo online hacen que se acelere todo el proceso, y sea más fácil conseguir el silencio de la víctima.

¿Cómo detectarlo?

Es fundamental que las familias eduquen a sus hijos en uso responsable y con sentido común de internet y de las redes sociales; es decir, los menores deben saber que no pueden hacer nada en el mundo online que no harían en el offline. No se irían a tomar algo con alguien que no conocen y es 20 años mayor que ellos como tampoco deben confiarle su vida, contraseñas o intimidad por chat a un extraño al que nunca han visto en persona. Parece evidente, pero no lo es porque un 38% de los adolescentes se han citado alguna vez con un desconocido con el que ha contactado a través de internet, según datos de UNICEF.

Por otra parte, de igual modo que no se desnudarían ante un desconocido y le dejarían hacerles fotos en el mundo físico, mucho menos se las deberían mandar por WhatsApp o enseñárselas por la webcam. Y esto es válido para un desconocido, pero también para quien no lo es. Por eso, también deben saber que no deben mandar contenido erótico ni sexual por internet aunque sea a su novio o novia, porque esas imágenes pueden caer en cualquier mano y ser utilizadas en su contra. Para lograr que entiendan todo esto y que estén seguros en sus relaciones online, la comunicación entre padres e hijos es clave, especialmente durante la adolescencia. Generar un ambiente de libertad y confianza es la mejor forma de educarles y de que aprendan a estar alerta ante cualquier situación rara, siendo plenamente conscientes de los peligros que les acechan tanto en la calle como en la red.

Para intentar detectar un caso de grooming hay señales que los padres pueden observar , como también nos advierte la iniciativa Por un uso Love de la Tecnología, de Orange. Inicialmente las víctimas pueden estar inusualmente contentas e incluso llegar a casa con ropa o regalos que sus padres no les han comprado, pero después su comportamiento cambiará. El menor suele volverse introvertido y esquivo, se encierra con frecuencia en la habitación y se conecta al smartphone u otro dispositivo cuando los demás duermen y a la misma hora. Además, puede presentar problemas para conciliar el sueño, falta de apetito, estado nervioso, diarreas o manifestaciones psicosomáticas como dolores de estómago, de cabeza o afecciones de piel. Eso sí, muchas de estas actitudes pueden ser típicas de la adolescencia o ir de la mano de algún acontecimiento extraordinario en su vida, como un fallecimiento o una ruptura familiar, por lo que es importante recordar que solo son significativas si aparecen varias de estas señales juntas y en un corto espacio de tiempo.

Si detectamos una situación de abuso, acoso o coacción, las dos máximas para los padres son claras: denunciar y apoyar a su hijo o hija. Por un lado, es fundamental centrar nuestra reacción en arropar y ayudar al menor. Ofrecerle cariño, seguridad y confianza para evitar que se sienta culpable ni juzgado. Es la víctima y necesita todo el apoyo, e incluso  ayuda psicológica si fuera necesario. Por otro lado, es vital denunciar cuanto antes. Para ello, es recomendable recopilar, por muy desagradable que sea, toda la información y detalles posibles del caso de grooming o acoso: copias de las conversaciones, pantallazos, imágenes… y no borrar ninguna posible prueba. Además, no hay que ceder al chantaje del acosador ni contactar con él, y es recomendable instalar antivirus y resetear claves y contraseñas de todos los dispositivos.

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Este contenido ha sido desarrollado por Content Factory, la unidad de contenidos de marca de Vocento, con Love Orange. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.