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En verano, ¿vives o te exhibes?

El me gusta es la nueva medida de aceptación social, con el consiguiente peligro de recrear una sociedad irreal que posa para una foto. Solo estos meses se darán más de 372.000 millones de likes en redes sociales como Instagram

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Los españoles estamos enganchados, de media, tres horas y 51 minutos al smartphone. Esto supone un 14,3% más que el año pasado, según un estudio realizado por Rastreator. Aun así, son los jóvenes de entre 18 y 24 años los que están más enganchados: pasan seis horas y seis minutos (es decir un 63,1% más que la media nacional) consultando su móvil. Una realidad que hace que 3,7 millones de españoles afirmen que no son capaces de estar más de una hora sin mirar su dispositivo y que el 51% de la población sea lo primero y lo último que hace cada día.

A la luz de estos datos, si algo se ha convertido en el centro de nuestra actividad tecnológica son las redes sociales. En Instagram, Twitter o Facebook es donde invertimos más tiempo y donde se libra la batalla por la exhibición y la aceptación. Tanto es así que el like se ha convertido, entre adolescentes y no tanto, en un sinónimo de popularidad. Lo que nació como un mero reconocimiento, hoy es una medida de integración social hasta el punto de que, para mucho, se lleva a convertir en una obsesión. Una realidad que tiene un doble filo porque los me gusta están convirtiendo las redes sociales en un coto para el postureo y el exhibicionismo irreal. Los filtros que ponemos a las fotos se están convirtiendo en los de nuestra sociedad.

Cada día se dan 4.2000 millones de likes. Una cifra que superará los 372.000 millones este verano, según Omicore. Ahí es donde se libra la verdadera batalla por demostrar y por gustar. Basta con entrar en Instagram estos días y ver cientos de fotos de pies en la playa, de sombrillas, helados y parajes idílicos tamizados por filtros y recortes. El objetivo es demostrar que nos lo pasamos bien, que somos cool y felices. Proyectar una imagen digital que no tiene que ser real pero sí parecerlo. Es la tiranía de la pose constante, del reconocimiento y de la inmediatez.

En el fondo, la dictadura del like tiene una razón muy básica: el me gusta genera una sensación de recompensa inmediata que, por lo general, los adolescentes tienden a equiparar a la felicidad. Por eso, necesitan seguidores, likes, retuits y comentarios. Son los medios para experimentar la sensación de triunfo, de popularidad y aceptación. Y, como en cualquier adicción, cada vez necesitan más. «La sensación de felicidad que puede conllevar la hiperconexión es un espejismo, y construir la identidad a partir de la respuesta en las redes provoca un círculo vicioso de dependencia que puede llegar a suponer cuadros de ansiedad y depresión», asegura Enric Puig Punyet, doctor en Filosofía y profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC y autor del libro La gran adicción. ¿Cómo sobrevivir sin internet y no aislarse del mundo?

¿Eres lo que publicas?

Detrás de esa foto ideal tirada sobre la arena de la playa con la puesta de sol de fondo se escondía una mirada triste tras una discusión con su mejor amigo. En el gimnasio todos sudamos y tenemos el pelo pegado. No, no acabamos de salir de un anuncio de cualquier marca de ropa deportiva. Así les explica la influencer Merilú Mendoza a varios adolescentes lo que, en realidad, hay detrás de cada fotografía de Instagram. En este caso habla de las suyas. Lleva seis años en las redes sociales y vive de ellas. Por eso, recalca la importancia de no ser lo que no somos. «La vida perfecta no existe», les dice en un vídeo de la iniciativa Por un uso Love de la Tecnología, con la que Orange pretende concienciar a padres e hijos sobre la importancia de hacer un uso responsable de las tecnologías y que entiendan que la respuestas a nuestras publicaciones en las redes sociales no puede condicionar nuestra vida.

«No os perdáis momentos por hacer la foto perfecta ni por el número de likes porque no merece la pena», añade Merilú. El problema de esta adicción a los likes es que los adolescentes corren el riesgo de simplificar la realidad. Por un lado, porque viven en un mundo de posados y refuerzo inmediato y, por otro, porque si el me gusta es su forma de reconocimiento, no tenerlo puede hacerle pensar que no es aceptado. Es decir, puede influir en su nivel de autoestima e incluso crearle problemas de identidad. De ahí, la importancia de que sepan que en la vida y en las redes sociales hay que vivir en vez de exhibirse.

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Contenido de Content Factory para LOVE ORANGE. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.