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Niños adictos a la tecnología: lo que los padres tienen que saber

Uno de cada tres menores dedica más de tres horas diarias a internet. Si los Reyes Magos vienen cargados de móviles y tabletas, asegúrate de que saben cómo usarlos de forma responsable y de que existe equilibrio entre su vida off y online

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Te levantas y miras Whatsapp. Desayunando consultas Facebook y Twitter. Después, vas a Instagram a ver las últimas fotos de tus amigos y a mitad del día, por qué no echar una partida a ese juego que te encanta. Estas acciones podrían firmarlas un joven de 15 años, otro de 25, un adulto de 35 o de 45. La tecnología es parte fundamental de nuestra vida. Niños y adultos estamos hiperconectados: nos informamos, divertimos y relacionamos a través de ella, pero hay que ser conscientes de cuándo se pasa de un uso responsable y normal a abusar de ella.

El 30% de los niños españoles tiene móvil a los 10 años y el 70%, a los 12, según un informe del Hospital Sant Joan de Déu, si bien los expertos recomiendan que los menores tengan su primer dispositivo a partir de los 12 años. Además, uno de cada tres niños pasa de media tres horas diarias conectado a internet, según datos de UNIR que recoge la web Por un uso Love de la tecnología, a través de la cual Orange quiere concienciar a niños y mayores sobre la importancia del uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías.

¿Cuándo se pasa de un uso normal a ser una adicción? Los primeros indicativos de que nuestro hijo puede ser adicto al móvil los podemos encontrar en la necesidad que tiene de estar conectado el máximo tiempo posible para sentirse satisfecho. Si no lo consigue, se siente deprimido, nervioso o enfadado, estados anímicos que desaparecen cuando vuelve a usar la tecnología. Si tampoco consigue controlar el tiempo que pasa con sus dispositivos, ha dejado de lado otras tareas y obligaciones o prefiere las relaciones online, quizás nuestro hijo tenga un problema de adicción al móvil.

Ante todo hay que dejar claro que la mayoría de jóvenes utilizan mucho la tecnología, y obviamente eso no es sinónimo de tener una adicción, pero sí es cierto que es necesario supervisar y estar al tanto de sus pautas de conductas tecnológicas para evitar problemas mayores y asegurarnos de que existe un equilibrio entre su vida digital y la que vive fuera de la tecnología.

Si detectamos que nuestro hijo hace un uso abusivo de los dispositivos tecnológicos, la solución nunca va a ser prohibirle que se conecte. Lo que en realidad debemos hacer es ayudarle a desaprender ese hábito y que vuelva a utilizarlos de una forma controlada, sustituyendo pautas inadecuadas por otras más positivas. Puede ayudarnos a ello fijar metas y pequeños retos para que recupere el control sobre el tiempo de uso del móvil, la tableta o el ordenador, así como hacer una lista de los pros y los contras de abusar de la tecnología, aprendiendo juntos.

Además, es importante que los niños y adolescentes vean internet no solo como un lugar de diversión sino también de información y formación. La clave siempre está en la educación. Por eso, es una buena idea hacer ‘terapia familiar’ y poner en común cuáles son los problemas y las necesidades que implica el uso de la tecnología haciendo partícipes a todos, padres y niños, de las soluciones para, de esta forma, implicar a todos.

Según Common Sense, la mitad de los adolescentes y un cuarto de los padres sienten que son adictos al móvil. De hecho, el 72% de los adolescentes y el 48% de los padres tienen la necesidad de responder de forma inmediata a los mensajes, Whatsapps y otras notificaciones. El desafío, por tanto, está saber cómo aprovechar al máximo la tecnología sin perder el control.

Uno de cada tres menores dedica más de tres horas diarias a internet, según UNIR

Si empezamos a observar algunos indicios de un uso excesivamente abusivo por parte de nuestros hijos de sus dispositivos tecnológicos, podemos proponer pautas en familia como hacer una dieta móvil. Es algo tan sencillo como establecer unos horarios, lugares y tipos de usos de cumplimiento estricto. Por ejemplo, en determinadas horas, la tableta y el ordenador solo se utilizan con el fin de consultar información para estudiar; el lugar para conectarse a internet y conversar online con los amigos ha de ser un espacio común, como el salón; y durante la cenar el móvil se queda encima de la mesa y boca abajo. Además, si en esta ‘operación bikini tecnológica’ se implican niños y adultos (porque la mejor forma de enseñar es predicar con el ejemplo), no solo conseguiremos motivarles sino también ganar tiempo de calidad para disfrutar en familia.

De igual modo, el uso de la tecnología, tanto para los nativos digitales como para los que no lo somos, está transformando nuestra forma de relacionarnos y, sobre todo, nuestra concentración. Ahora vemos la televisión o una serie en una plataforma de streaming mientras tuiteamos, mandamos Whatsapps a los amigos a la vez que comemos o jugamos mientras mantenemos una conversación tras la cena. Hacer varias cosas a la vez se ha convertido casi en la forma de hacerlas, pero el peligro -y es donde más hay que incidir con nuestros hijos- es que estos nuevos hábitos pueden mermar la concentración en una determinada tarea y terminar dañando la capacidad de terminarla. Hemos de enseñar a nuestros hijos que la tecnología ha de ser una ayuda y nunca un obstáculo.

En cualquier caso, lo que tenemos que tener claro es que si detectamos problemas indicativos de que nuestros hijos sufren una adicción al móvil, siempre hay que acudir a un especialista.

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Contenido de Content Factory para LOVE ORANGE. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.