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Un fotograma de 'Tiempo después'.
'Tiempo después', culto al humor absurdo y necesario

'Tiempo después', culto al humor absurdo y necesario

Cartelera ·

José Luis Cuerda retrata en 'Tiempo después', tardía secuela de 'Amanece que no es poco', a una sociedad que no tiene remedio

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Jueves, 27 de diciembre 2018

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Como toda película de culto instantáneo, 'Tiempo después' provoca filias y fobias, razón suficiente para aplaudir su mera existencia. Ha tardado años, demasiados, en ver la luz. Secuela tardía, muy tardía, de 'Amanece que no es poco' (1989), propuesta que pasó prácticamente desapercibida en su día pero, tiempo después, fue cogiendo vuelo y ganando adeptos con la capacidad de recitar los diálogos de sus míticas escenas de memoria, la obra magna de José Luis Cuerda no podía tener una continuación que no naciera tocada por la varita mágica de la veneración. Acogida de manera ceremonial en el último festival de San Sebastián, se presenta como una comedia futurista, aunque los temas que trata son imperecederos. El humor absurdo, ennegrecido por momentos, sirve de nuevo como arma indispensable para defendernos de nuestras propias manías. Asistimos una vez más al retrato disparatado del, a veces retorcido, comportamiento humano. La visión del responsable de 'La lengua de las Mariposas' sigue siendo agridulce. Como espectador, si entras en el ritual puedes disfrutar sobremanera, mientas queda un poso amargo: no tenemos solución como especie. Entre risas, Cuerda no deja títere con cabeza.

'Tiempo después' es consciente de su condición de secuela, se aprovecha de los hallazgos de 'Amanece que no es poco', tira de sus tics para el regocijo de la audiencia entregada. No busca otro público y puede patinar a la hora de abrirse a más espectadores. Quizás no lo necesite. El reparto coral refleja la comedia nacional reciente, con nombres como el de Arturo Valls, Antonio de la Torre, Secun de la Rosa, Andreu Buenafuente, Berto Romero, Raúl Cimas, Joaquín Reyes, Eva Hache o Carlos Areces. Grandes cómicos de actualidad, muchos encumbrados por el poder de la televisión, se dan la mano con veteranos de trayectoria impoluta como el inefable Miguel Rellán. Se echa en falta más protagonismo femenino, volcado únicamente en Blanca Suárez, hábil contrapunto a Roberto Álamo, con mayor presencia que el resto del nutrido casting. Lo nuevo de Cuerda, activista agudo en Twitter, es un filme excéntrico cuyo catálogo de personajes grotescos atiende a la demanda de sus acólitos. El relato se enclava en el años 9177, mil años arriba, mil años abajo. Un solo Edificio Representativo, rodeado de chabolas habitadas por el vulgo, es todo lo que queda en nuestro castigado planeta. El sistema no admite fisuras, hasta que un paria decide vender limonada a los bien avenidos. Entonces se arma la de San Quintín, por aprovechar un dicho como tantos se expresan en un desfile de diálogos surrealistas, a veces para besugos, en una clara reivindicación de la prosa incendiaria y la verborrea encendida. Poesía y melancolía, singular dicotomía, al servicio de la diversión,

Si algo se puede reprochar a Cuerda es su mirada simplista a la juventud, algo perdida (él y ella). 'Tiempo después' es fruto de la sabiduría, la misma que es menospreciada en un mundo que cada vez quiere menos a la cultura, abocada a mirar por encima del hombro a los que niegan la evolución del pensamiento. Peca de cierto elitismo, inconsciente e inevitable: hay frases que provocan la risa cómplice o una mueca de ignorancia. Que cada cual elija en qué bando está. Todos somos contingentes y Cuerda es necesario. Especialmente, en los tiempos que corren.

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