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Evaristo Páramos, vocalista y letrista de La Polla Records, en el documental 'No somos nada'.

La Polla Records: los pueblerinos alaveses que crearon el grupo más grande de punk español

Evaristo Páramos repasa la trayectoria de una banda que aguantó más de 40 años sobre los escenarios en 'No somos nada', un documental que llega a los cines el 28 de enero

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Viernes, 10 de diciembre 2021

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Esta es la historia de unos pueblerinos que formaron el grupo más grande del punk español y, contra todo pronóstico, aguantaron durante décadas y tuvieron un final feliz. «Fuimos como cohetes y más de uno se estrelló», reflexiona en 'No somos nada' Evaristo Páramos, cantante y letrista de La Polla Records, alma de un documental que repasa su trayectoria y que llegará a los cines el 28 de enero. Esta no es una historia de drogas, pasotes ni divismos, sino el sueño hecho realidad de unos chavales de Agurain que han permanecido más de 40 años sobre los escenarios y cuyo repertorio lo forman himnos que se corean en América Latina. Su gira de regreso en 2019 tras 16 años sin actividad demostró que aquellos cafres que tocaban en frontones donde el sonido rebotaba entre los vasos de katxi hoy llenan estadios.

Vídeo. Tráiler de 'No somos nada'.

Javier Corcuera, curtido documentalista ganador del Goya por 'Invisibles', sigue al grupo en los conciertos de su vuelta en España y Sudamérica, intercala material de archivo y animaciones y logra raros momentos de intimidad con Evaristo, que a sus 61 palos es un señor con las orejas perforadas por mil pendientes, que necesita la soledad de los paseos por el monte y el cariño de su tercera hija de tres años. «Nunca pensé que iba a cumplir los 60», se sincera el carismático vocalista, que mantiene su discurso antisistema pero deja entrever ante la cámara algo parecido a la nostalgia. Aquel bebé que se pasó sus primeros once meses llorando sin parar resultó un «empolloncillo de mierda» en el colegio. Aguantó los pescozones de las monjas y alguna que otra burla de los chavales de Salvatierra por las orejas de soplillo y su origen gallego. «Me decían que era de fuera, pero nada importante», recuerda este hijo de trabajadores, que pronto tuvo conciencia de clase. La madre pasó de servir a trabajar en una fábrica; el padre hizo de todo desde los diez años: peón de albañil, minero…

El futuro autor de 'Come mierda' era la estrellita de las comidas familiares con sus tíos guardias civiles al lanzarse a cantar temas de Camilo Sesto y Fórmula V. Abel Murua, el bajista de La Polla, rememora la formación del grupo acodado en la barra del Otxoa, el bar que sirvió durante años de oficina de contratación. Llamaban por teléfono para los conciertos y el camarero tomaba los recados. Todos eran currelas en la Seat o en Miko. Creían que las guitarras se enchufaban sin más a la red y descubrieron que un bajo tenía cuatro cuerdas. Durante mucho tiempo tiraron con una batería incompleta. El nombre lo sacaron de un juramento de Evaristo al cambiar una rueda en el taller: «¡Mecagüen la polla!». Lo de Records lo añadieron porque pensaban que aludía a las marcas de atletismo. Desconocían que significaba disco en inglés. «A los 17 años éramos los raros del pueblo. Ni puta idea de tocar, pero elegancia suprema, ¿eh?», resume Evaristo.

Evaristo de niño junto a su familia, en las fiestas de Bilbao de 1984 y junto al guitarra solista Txarly, que dejó el grupo en 2000 tras un accidente que le afectó a la audición. El Correo
Imagen principal - Evaristo de niño junto a su familia, en las fiestas de Bilbao de 1984 y junto al guitarra solista Txarly, que dejó el grupo en 2000 tras un accidente que le afectó a la audición.
Imagen secundaria 2 - Evaristo de niño junto a su familia, en las fiestas de Bilbao de 1984 y junto al guitarra solista Txarly, que dejó el grupo en 2000 tras un accidente que le afectó a la audición.

Los Sex Pistols les abrieron los ojos. Podían ser punkis sin vivir en una ciudad, bastaba con la actitud. A veces tenían envidia «de esos grupos extranjeros que se ponen de acuerdo para tocar todos a la vez», pero, como reconoce Abel Murua, nunca terminaron de aprender del todo a afinar y eso hizo que fueran consecuentes con su música desde el principio al final. También les salvó que «a Agurain no entró la heroína». Y que a Evaristo, siempre con su eterna ropa de monte, las ciudades grandes le provocan agobio. Aquel galleguiño que se iba a cantar solo a la era necesita volver a hablar con su roble favorito, junto al que saluda a unas monjas de paseo. «Esas serán del PNV. De izquierdas», apunta el rey del sarcasmo.

Vídeo. 'Salve' en la gira de 2019.

«Siempre he sido seguidor de La Polla Records, los conocía mucho antes de venir a vivir a Madrid en 1986», apuntaba Javier Corcuera en el pasado Festival de San Sebastián. «En sus inicios llegaban sus cintas al Perú y han sido la banda sonora que he estado escuchando durante años. Por eso ha sido un placer realizar esta película». El director de 'Invierno en Bagdad' y 'La espalda del mundo' logra que la juvenil madre de Evaristo, 82 increíbles años, acuda por primera vez al BEC a ver un concierto de su hijo. A su lado está su nieta, con unos auriculares que le protegen del atronador sonido. Corcuera mantiene las canciones enteras en el filme con subtítulos para seguir unas letras que los miles de espectadores en comunión corean al dedillo. Estrofas como «somos los nietos de los obreros que nunca pudisteis matar…», «le llaman democracia y no lo es…» y el mítico «Salve Regina, mater misericordia».

Evaristo y el bajista Abel Murua en la gira de regreso de La Polla en 2019/20.
Evaristo y el bajista Abel Murua en la gira de regreso de La Polla en 2019/20.

«Desgraciadamente las letras de La Polla siguen siendo actuales en muchos aspectos. Además, la gente las hace suyas en lugares muy lejanos, es algo que se da en muy pocas ocasiones», remarca Javier Corcuera, que conoció a Evaristo en un viaje junto a Willy Toledo, cuando el actor le hacía los coros en su nuevo grupo, Gatillazo. La muerte del batería Fernando Murua 'Fernandito' en 2002 a los 40 años por arteriosclerosis anticipó la disolución del grupo al año siguiente tras 13 discos de estudio. Abuelos, hijos y nietos celebraron su fugaz vuelta justo antes de la pandemia. «De pequeño, yo soñaba que tocaba y estaba en un grupo, pero no era una fantasía de Disney o de Fox, donde todo está limpio», cuenta Evaristo en el filme. «Faltan miles de canciones por hacer y me voy a morir sin hacerlas. Pero, bueno, ya grabamos unos cuantos discos y hay algunos temas bastante majos. Para ser de pueblo, no estuvo mal».

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