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José Luis Cuerda a lomos de un sidecar en 2009, en los escenarios albaceteños donde se rodó 'Amanece que no es poco'. Efe
Las memorias fritas de José Luis Cuerda

Las memorias fritas de José Luis Cuerda

El director de 'Amanece que no es poco', fallecido el pasado febrero, repasa su vida en su autobiografía desde el prisma del humor y la desmitificación

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Viernes, 20 de marzo 2020

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José Luis Cuerda moría el pasado 4 de febrero en el Hospital de la Princesa de Madrid a los 72 años con los deberes cumplidos. Al director de 'Amanece que no es poco' le dio tiempo a cerrar su filmografía con 'Tiempo después', un regreso a los territorios surrealistas de su película más celebrada. El filme pudo producirse gracias a la ayuda de un grupo de amigos y admiradores que velaban por el cineasta, muy débil desde el ictus que sufrió en 2013. Cuerda también disfrutó de homenajes, como el Feroz de Honor que Alejandro Amenábar le entregó en Bilbao el año pasado, un agradecimiento sin duda por haberle producido sus tres primeros largometrajes.

Al autor de 'El bosque animado' le llegó la muerte tras haber visto publicadas pocos días atrás 'Memorias fritas', un repaso a una vida donde lo bueno y lo malo se contemplan desde el prisma del humor y la desmitificación. Las deliciosas páginas de esta autobiografía de la editorial logroñesa Pepitas de Calabaza están escritas con ese particular discurso que Cuerda mantenía en las entrevistas, una filosofía trufada de cultismos y palabras de castellano antiguo, ilustrada con anécdotas que siempre despertaban carcajadas del respetable.

«No nos engañemos, nuestra resurrección, si queremos ser honrados, se producirá en un espejo. Un espejo tembloroso, dubitativo, inseguro», concluye el autor, que tuvo la habilidad de ser fiel a una actitud vital y al mismo tiempo conectar con el espíritu de su tiempo. Disfrutó de una infancia feliz en Albacete y de un padre que se hizo rico jugando al póker. Pasó por el seminario y la militancia política y acabó «enchufado» en Televisión Española, donde, sin prisa, empezó a dirigir una docena de películas cultivando un imaginario propio. En sus últimos años, hasta se hizo vinatero y triunfó con sus aforismos en internet.

Cuerda heredó de su progenitor la creencia de que siempre hay que vivir lo mejor posible. Aquel «ejemplar humano sin oficio ni beneficio, cuyas peripecias pintorescas llamaban la atención» tenía una profesión que a su hijo le parecía el modo más honrado de conseguir dinero. Fue uno de los dos o tres mejores jugadores profesionales de cartas en España y hasta ganó un pisazo en el Paseo de La Habana, lo que hizo que la familia se trasladara a Madrid. Al volante de su Dodge Dart, llegaba al Círculo de Bellas Artes, donde se celebraba la partida más importante de póker del país, y en verano acudía al Aeroclub de Guipúzcoa, en el Bulevar donostiarra. Hasta que una mañana entró un comando de ETA y se llevo todo el dinero.

José Luis Cuerda se reconocía «mal alumno, que no mal estudiante». Solo se le quedaron los hechos más chuscos de su vida escolar, como ese maestro represaliado de Albacete que obligaba a sus alumnos a contar hasta mil y se quedaba dormido. Cuando a los niños les preguntaban qué serían en tiempo de guerra, el pequeño José Luis respondía que confitero. Con todo, los golpes y sobos de los escolapios y la formación del espíritu nacional no provocaron traumas en nuestro hombre, que recuerda haber visto en aquel tiempo la primera película de su vida: 'Balarrasa'. «Estamos hechos de pasado», reflexiona. «Somos solo pasado. Y para bien o para mal, no hay quien nos lo quite».

José Luis Cuerda junto junto a su mujer, María Esperanza Barcaiztegui, y sus dos hijas Irene y Elena. A los 21 años, poco antes de entrar «por enchufe paterno» en Televisión Española, y en 2019, recibiendo el Feroz de Honor en Bilbao de manos de Alejandro Amenábar, a quien produjo sus tres primeras películas.
Imagen principal - José Luis Cuerda junto junto a su mujer, María Esperanza Barcaiztegui, y sus dos hijas Irene y Elena. A los 21 años, poco antes de entrar «por enchufe paterno» en Televisión Española, y en 2019, recibiendo el Feroz de Honor en Bilbao de manos de Alejandro Amenábar, a quien produjo sus tres primeras películas.
Imagen secundaria 1 - José Luis Cuerda junto junto a su mujer, María Esperanza Barcaiztegui, y sus dos hijas Irene y Elena. A los 21 años, poco antes de entrar «por enchufe paterno» en Televisión Española, y en 2019, recibiendo el Feroz de Honor en Bilbao de manos de Alejandro Amenábar, a quien produjo sus tres primeras películas.
Imagen secundaria 2 - José Luis Cuerda junto junto a su mujer, María Esperanza Barcaiztegui, y sus dos hijas Irene y Elena. A los 21 años, poco antes de entrar «por enchufe paterno» en Televisión Española, y en 2019, recibiendo el Feroz de Honor en Bilbao de manos de Alejandro Amenábar, a quien produjo sus tres primeras películas.

A los 13 años, Cuerda ingresó en el Seminario de Hellín «para no quedarme sin amigos». Aquel niño gordito pasa tres años «estupendos» en los que adopta el hábito de escribir, que le acompañará durante toda su vida. Ya en Madrid, estudia el Bachillerato en colegios pijos, se infla a marisco con su padre y disfruta de veraneos en Donosti comiendo a diario en Arzak, Nicolasa y Akelarre. Estancias en París y coches regalados. El director recuerda que cuando murió la amante de su padre, casada a su vez con un preboste de derechas, en el velatorio se le dio el pésame a las dos familias puestas seguidas en fila.

Cuerda no aguantó mucho tiempo en la politizada facultad de Derecho de la Complutense. Vive aventurillas en París y empieza a frecuentar cineclubes en Madrid de la mano de José María Carreño y Fernando Méndez-Leite. Se hace del Partido Comunista, pero no va mas allá de repartir propaganda en el Dodge paterno. «Nunca he durado más de tres años en aprendizaje reglado alguno, ni en colegio, ni en seminario, ni en carrera, ni en el PCE», reconoce. Intenta entrar en la Escuela Oficial de Cinematografía sin conseguirlo y acaba en Televisión Española de realizador gracias a que su padre mueve hilos.

Su primer cortometraje, 'Colgar los hábitos', contaba la historia de unos frailes expulsados de un convento por meter en los escapularios trocitos de hostias consagradas para aumentar sus efectos salíferos. Su protagonista era Rosa María Mateo. En 1982, rueda su primer largometraje, 'Pares y nones', inspirada en el cine de Woody Allen y Truffaut. Recibe el encargo de una comedia y concluye que en España es absurdo tratar de imitar a Berlanga, porque nadie lo hace mejor que él. Y decide que 'Total', antecesora de 'Amanece que no es poco', se contará desde un punto de vista «culto» y una distancia analítica que convertirá en marca de fábrica.

'Memorias fritas' dedica un impagable capítulo a su relación con Rafael Azcona y cómo aprendió del riojano a rehuir el sentimentalismo pegajoso. «Azcona defendía que todo el cine es, contra la novela o la poesía, brocha pura y que los adjetivos son siempre del director». También alaba la ética de Alejandro Amenábar, a quien produjo 'Tesis', 'Abre los ojos' y 'Los otros'. Con el dinero que ganó con esta última monta las bodegas Sanclodio en la Ribeira sacra orensana, su «retiro de centurión romano».

José Luis Cuerda resumía su fobia a la trascendencia en tuits.Una vez escribió: «Cuando salíamos Marilyn Monroe y yo, lo que más nos gustaba era irnos a un parque de Albacete, sentarnos en un banco y hablar de nuestras cosas». Uno le contestó «¿Eres gilipollas o qué?». Y Cuerda razona en el libro: «Por alguna razón, no debía de comprender que eso era lo que más me gustaba hacer con Marilyn».

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