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Arantxa Echevarría, durante la presentación de 'La familia perfecta'. Efe/E.
Arantxa Echevarría

«Los productores se sorprenden porque a los tíos les interesan nuestros temas»

Entrevista ·

La directora de 'Carmen y Lola' estrena este viernes en cines 'La familia perfecta', una comedia de encargo y con mensaje protagonizada por Belén Rueda y Jose Coronado

Iker Cortés

Madrid

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Miércoles, 1 de diciembre 2021

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Con 'Carmen y Lola' (2018), su personal ópera prima, Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968), obtuvo el Goya a la mejor dirección novel. Para entonces, esta guionista y directora llevaba décadas trabajando en la industria audiovisual. Regresa este viernes a los cines con 'La familia perfecta', una comedia de encargo protagonizada por Belén Rueda y Jose Coronado, acerca de una mujer que a los cincuenta años y en plena crisis existencial decide dar un giro a su vida.

–¿Cómo le llegó el proyecto?

–Surgió de un encuentro que tuve con Jaime Ortiz, el productor, que me empezó a contar la película y le dije: «¿Me estás hablando de una película para todos los públicos en la que la protagonista es una tía de cincuenta años? ¡Esto es la leche!». Después conocí a la guionista Olatz Arroyo y su guion, que, directamente, me enamoraron. Era como la aventura perfecta porque Olatz es absolutamente maravillosa, tiene un pulso de comedia brutal y luego tiene ese punto, que tengo también yo, que es el de que las mujeres estamos aquí para armar un poco de caña. Y empezamos a hablar y te juro por Dios que todo fue tan sencillo, tan fácil, que empezamos a navegar juntas en un viaje maravilloso.

–¿Qué le atrapó de la historia?

–Precisamente eso, el no me digas que puedo hacer una película para todos los públicos, intentar que vaya la gente al cine, y encima hablar de esta historia, que a mí, ya lo sabes, me interesa mucho el mundo de la mujer y yo ya tengo cincuenta tacos. Además, el personaje me fascina. Y el casting era tan brutal que no podía decir que no. Era una oportunidad maravillosa para hacer algo muy diferente, fuera de mi zona de confort, pero superatrayente.

«Era una oportunidad maravillosa para hacer algo muy diferente, fuera de mi zona de confort, pero superatrayente»

–Como decía, la protagonista es una mujer de cincuenta años que a raíz de un evento, se da cuenta de que ha desaparecido y solo existe en los cuidados hacia su hijo y su marido. ¿Qué supone que una cinta con evidente objetivo comercial aborde un tema como este? ¿Despertará debates en el seno familiar?

–Pues fijate, yo también me hago esa pregunta. ¿Funcionará el mensaje que hay detrás de las risas? Hemos hecho unos cuantos pases con público y ha sido alucinante porque el otro día me vino una señora y me dijo: «Mi hijo adolescente de 18 años me ha mirado y me ha dado las gracias, porque yo tenía un puestazo en una de estas empresas grandes de telefonía y cuando empecé a tener hijos empecé a coger jornadas reducidas, a no medrar, a quedarme en una segunda posición, cuando veía que todo el mundo iba subiendo de puesto, y nunca lo llevé mal, pero supongo que mi hijo al ver la película se dio cuenta de eso». Me pareció precioso. Es que no nos queda más remedio. Las mujeres siempre estamos con esta historia de sentir que nuestras carreras se quedan en un papel secundario al lado de las de la pareja y acabamos siendo la que tiramos del día a día, que es lo más complicado de una familia. También pienso otra cosa y es que 'Ocho apellidos vascos' hablaba de la problemática del País Vasco, de los estereotipos, y todo a través del humor. Y pensé, jolín, si es que es verdad, si de pronto la gente se ríe, pero la mujer mira al de al lado y le dice: «Oye macho, hoy haces tu la cena», ya sería fenomenal (ríe). Y a ver si funciona. Los mensajes, cuando hay por debajo una sonrisa, siempre son más fáciles de digerir, que una crítica dura, que te hace mostrar todo lo vulnerable que tienes dentro.

–A muchos hombres e incluso a algunas mujeres jóvenes, un tema así les puede sonar hasta marciano. Sigue quedando mucho por hacer, ¿no?

–Bufff, queda muchísimo por hacer. Ahora hay una cosa que está pasando que es que las adolescentes están viviendo una especie de regresión al mundo del poder masculino. Por ejemplo, una amiga mía tiene una hija de 16 años y se quedó patidifusa cuando se dio cuenta de que su novio le tenía monitorizado el móvil con una especie de búsqueda para saber por dónde andaba.

–¡Qué me dice!

–Y mi amiga es como yo, una tía liberal, que también trabaja en cine, que ha educado a sus hijos en la igualdad y de pronto dice: «¿Qué está pasando?». Su hija le dijo que es que todas sus amigas tienen esta aplicación para que los novios las tengan controladas. Estamos en el siglo XXI, ¿qué ha pasado?

–Eso le pregunto yo, ¿qué ha pasado?

–Yo creo que es la falta de cultura. Ahora mismo con la covid, con toda la pandemia, todo lo que estábamos haciendo en favor de la mujer es un problema menor. Hay problemas mucho más graves que son la economía, el bienestar social… Así que pese a estos pequeños hitos que habíamos conseguido las mujeres, nos hemos tenido que volver a encerrar en casa con el maltratador o, si hay problemas en el trabajo, los hombres van a tener más facilidades para regresar o salir del paro que una mujer. Todo esto nos ha llevado a dar un paso para atrás. Y luego hay una cuestión cultural que tenemos que cambiar ya. Por ejemplo, en el colegio de mis hijos, en todos los textos del Ministerio de Cultura se hablá de papá y mamá, no hay diversidad de familia, no hay opciones de padres o madres solteros, creo que todas estas cosas, la falta de una base cultural, de cuidar a los niños y hablarles de la igualdad, la diversidad, son las que hacen que la próxima generación venga un poco perdida entre la pandemia y mil cosas que han pasado. Y hay otra cosa que es obvia: ponte a oír música, tío. Todo es reguetón o trap, con versos como 'Yo soy tu dueño', 'Tu eres mía', y todas estas cosas creíamos que estaban superadas, pero como las hemos dejado de mirar con lupa, de pronto siguen estando ahí y pasan las cosas que pasan.

Tres fotogramas de 'La familia perfecta'.
Imagen principal - Tres fotogramas de 'La familia perfecta'.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de 'La familia perfecta'.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de 'La familia perfecta'.

–Y lo de conciliar sigue siendo un arte.

–Creo que hay de todo pero yo, que soy madre, sí que me he dado cuenta de que tienes que apostar por algo. Te sientes mala madre si abandonas a tu familia y peor persona porque todo lo que son la promoción profesional o tus metas las paras, das a una pausa y te quedas en 'standby'. El problema es que la pausa se vuelve muy larga, muy larga, y te falta un 'update' y volver a la realidad. Y sí que esta es la historia de mi madre, una ama de casa que dejó todo por nosotros, pero hoy en día no te vuelves ama de casa, sino que, en lugar de seguir medrando en la empresa, coges tu jornada reducida, los jefes empiezan a mirarte de soslayo, ya no tienes tanto poder y te vas dejando estar ahí atrás, hasta que el niño se va solo de fiesta y dices: «Ahora me quedo yo aquí y ¿qué he hecho?».

Arantxa Echevarría y José Coronado en el rodaje de 'La familia perfecta'

Una comedia con mensaje que no acaba de funcionar

IKER CORTÉS

Después de la brillante 'Carmen y Lola', había muchas ganas de ver lo nuevo de Arantxa Echevarría detrás de las cámaras, aunque fuera un encargo. 'La familia perfecta' sacia, a medias, la sequía y la curiosidad de quienes nos quedamos prendados de la forma de contar historias de esta bilbaína, ganadora del Goya a la mejor dirección novel en 2018. Escrita por Olatz Arroyo, la comedia sigue los pasos de Lucía (Belén Rueda), una mujer de cincuenta años, llena de prejuicios y acomodada en la aparente perfección del hogar que ha construido junto a su marido. La mujer afrontará una crisis existencial cuando su hijo, un abogado hecho y derecho, anuncie que se va a casar con una joven de barrio.

Lo que empieza como una comedia simplona de contrastes, torna en algo más interesante cuando Lucía acaba replanteándose su propia vida. Es un tema original, lleno de fuerza y de rabiosa actualidad, ahora que la realidad femenina tiene cada vez más presencia en las salas. El problema es que como comedia familiar, exceptuando dos o tres momentos hilarantes, no acaba de funcionar y los actores abusan de las caritas y los gestos. Mucho mejor la intención que el resultado.

–Tengo una amiga que dice que el verdadero techo de cristal es tener hijos.

–Sí, totalmente. Tiene toda la razón. Hay otra cosa que pasa y es que, inconscientemente, creo que la sociedad nos coloca a nosotras como las cuidadoras, porque los tíos no tienen ese problema, tienen hijos y ya está, pero yo como directora de cine, que tengo dos hijos, cuando me ponen reuniones a las seis de la tarde, en vez de decir: «Mira, no me pongas reuniones a esa hora porque recojo a los niños a las 17:30», miento y digo que es que no puedo porque tengo otra reunión (ríe). Me encantaría poder decir la verdad, pero es que las reuniones que tengo son casi siempre con hombres, que son productores o jefes, y ellos no tienen que ir a por los niños y yo sí. Y eso que yo tengo una conciliación familiar fenomenal, pero estas cosas a ellos no les pasan y nunca lo entenderé. Tenemos que cambiarlo, obviamente. Todo el mundo debería ir a recoger a sus hijos.

«Inconscientemente, creo que la sociedad nos coloca a nosotras como las cuidadoras, porque los tíos no tienen ese problema, tienen hijos y ya está»

–Después del éxito de crítica y público de 'Carmen y Lola', ¿cómo se enfrenta a hacer una historia que no es suya? ¿Es más difícil abordar un proyecto así?

–A mí me parece dificilísimo. Lo que pasa es que he tenido unos compañeros de viaje maravillosos. Cuando leí el guion, fui diciendo las cosas que quería añadir, cambiar, y luego otra cosa magnífica es que como es una comedia, en los ensayos hay que jugar con los gags y ver los ritmos, e iban surgiendo cosas nuevas, y Olatz jugaba casi más que yo y era como «esto me encanta, vamos a meterlo». Después de venir de una película muy personal, de autor, hacer esto ha sido vertiginoso, pero también es como que, joe, quiero tener un presupuesto mayor de un millón de euros, quiero jugar en la liga de los mayores, y levantar proyectos propios es muy complicado. Yo estoy con mi segunda película personal desde que terminé 'Carmen y Lola', hace ya cuatro años, y aún me falta financiación y es en plan, ¿me quedo mirando cómo ruedan los demás? ¡Yo me muero, necesito respirar y rodar! Desde el momento en que me dijeron la película tienes que hacerla tuya, dije que iba a hacerlo y me lo he pasado bomba. Ha sido la mejor experiencia de mi vida rodando.

–Supongo que sigue sirviendo de aprendizaje. ¿Se ha permitido jugar más con la cámara y experimentar?

–Podía experimentar porque tenía medios, que es algo que no había tenido hasta ahora. Hemos tenido una cabeza caliente y hemos rodado un plano secuencia de una discusión junto a un coche, con lluvia y de noche, y eso no lo puedo hacer en una película 'indie'. Y aquí tuve toda una noche para rodar esa secuencia. Con un presupuesto más bajo todo es «venga, corre». Tener medios y una producción de lujo por detrás y tiempo de ensayos… Todo ha sido como muy fácil.

Gonzalo de Castro y Belén Rueda, en un fotograma de la cinta.
Gonzalo de Castro y Belén Rueda, en un fotograma de la cinta.

–¿Qué es lo que más le preocupaba?

–Que la comedia es dificilísima de hacer. Es mucho más fácil hacer llorar que reír... Y yo había hecho comedia, pero en cortometraje, no en un 'blockbuster' con Belén Rueda y Jose Coronado. Estaba muerta de miedo, llegaba allí temblando un poquito y me animaba: «Que no se te note, que no se te note». Porque, claro, acojona, es mucha presión. Y de pronto te das cuenta de que cuando eres director sabes que quieres contar algo y da igual los medios, que tengas al mejor director de fotografía o al mejor músico, si en el fondo tu sabes cómo hacerlo.En este caso me di cuenta de que me encantaba y empezaba a imaginar: «La próxima quiero una musical o un wéstern; quiero jugar, quiero aprender».

–¿Qué ha sido lo más difícil del rodaje?

–La presión que sientes cuando has hecho antes una película 'indie', con un presupuesto de 700.000 euros, y de pronto ver que tienes a Antena 3, Netflix, productores, actores de la talla que tenía… Cuando vi que estaba Coronado dije: ¡Ahí va!».

–Es que, además, resulta divertido volver ver a Coronado en un papel de comedia en el que se ríe un poco de ese rol de galán con el que cargó durante mucho tiempo.

–Sí, tenía que proponerle algo que no estaba en su zona de confort y tenía que confiar en mí, porque siempre hay una línea muy fina entre que quede ridículo o que quede gracioso, ¿no? Y en la comedia siempre estás al borde de pasarte o no llegar. El primer día que ensayé con Jose y con Belén pensé que dónde me había metido, con lo bien que estaba yo autoproduciéndome y haciendo mis cosas (ríe). Pero cuando salí del ensayo y vi lo que habíamos hecho, me convencí. Es que son magníficos actores. Y cuando di motor, me puse en modo feliz y ahí se me pasaron todos los miedos y las vergüenzas.

«En la comedia siempre estás al borde de pasarte o no llegar. Hay una línea muy fina entre que quede ridículo o que quede gracioso»

–¿Se va el cine abriendo a tratar más temas de mujeres?

–Cada vez estamos consiguiendo más. Hay una cosa que siempre les digo a los productores cuando llego con mis historias de mujeres. «¿Tú sabes quién va al cine? Van las mujeres». Las mujeres de cuarenta a setenta años y no estamos contándoles nada que les interese porque un 'thriller' les puede interesar, pero quizá más algo que les toque de alguna manera. Y con este nuevo panorama de directoras de cine, que hay un montón y me alegro mucho, nos sale más hablar de cosas que vemos más cercanas y que nos hemos dado cuenta de que no se han contado antes y yo creo que poco a poco estamos abriendo esa brecha. Una cosa que les está llamando la atención a los productores es que a los tíos también les interesan esos temas. ¿Por qué no les va a interesar la historia de una mujer? La puede contar Pedro Almodóvar fenomenal, pero también yo. Les sorprende un público que no tiene esa conciencia de género, sino de buen cine.

Vídeo. El tráiler de 'La familia perfecta'.

–Decía que lleva cuatro años intentando levantar su proyecto. ¿Ganar un Goya no facilita las cosas?

–Sí, mucho. Es que con 'Carmen y Lola' estuve cuatro años (ríe). ¡Voy mejorando! Por ganar el Goya me llamó Jaime y me dijo si quería hacer esta película. Y he recibido muchas ofertas. He estado haciendo series, que me lo paso también bien porque es completamente diferente y muy divertido, y me ha ayudado a que posiblemente 'Chinas', mi próximo largometraje, pueda rodarla este verano. Lo que pasa es que como son películas dirigidas a un público más pequeño, es complicado levantar financiación siempre. Además soy guionista y tienes que tener tiempo para escribir, para documentarte, para preparar, para vender la película a los productores. Pero como he sido tan feliz con el rodaje de 'La familia perfecta', llegué a Lazona Films y les dije: «Chicos, ¿queréis hacer 'Chinas'?». Y me han dicho que sí. Todo ha venido un poco rodado y el Goya siempre ayuda muchísimo.

–Avance un poco de qué va.

–Prepárate que voy (ríe). Es la historia de una niña china que se llama Lucía, que entra en el colegio el primer día de clase, y hay otra niña china, que se llama Xian, y todo el mundo da por hecho que como son chinas tienen que ser amigas y las sientan juntas y no tienen nada que ver. Una es hija de bazar, segunda generación, de las que cuando vas al chino a comprar la ves en el mostrador haciendo los deberes y sueña con tener un vestido de 'Frozen' o celebrar el cumpleaños en el Burguer King, y la otra es una niña adoptada por una pareja de clase media alta que cada vez que va por la calle todo el mundo sabe que es adoptada por sus rasgos y es un poco una búsqueda de la identidad y de qué pasa cuando no sabes a dónde perteneces.

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