Nadie quería pactar
Mirada periférica ·
El episodio del audio de Juan Marín y el fin de la negociación presupuestaria pusieron al descubierto miserias cotidianas de la política que todos sospechan y nadie admitePosiblemente sobren episodios que permitan concluir que el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, sufre de uno de los males más peligrosos que puede padecer ... un político con importantes responsabilidades: la incontinencia verbal. Pero no es el del audio grabado de forma subrepticia que acabó en una emisora de radio un acontecimiento que pueda inscribirse en esa línea. Cuando el vicepresidente de la Junta y presidente del Grupo Parlamentario de Ciudadanos fue grabado a traición, estaba participando de una reunión interna con presuntos compañeros a quienes comunicaba las líneas estratégicas de su partido para el presente curso político. ¿Si no era ahí, dónde podría hablar a calzón quitado? Otra cosa es que la estrategia que se disponía a poner en marcha contenía muchas de las miserias que los políticos niegan y que sin embargo conforman la cotidianeidad de la vida pública.
Desde el episodio del audio han llovido las caracterizaciones de Juan Marín como un bocazas, pero su error en esta ocasión no ha sido hablar demasiado, sino cometer uno de los fallos que la política no suele perdonar: la candidez. Después de haber consumado una remodelación de su grupo parlamentario que no solamente dejaba heridos, humillados y desairados, sino que también exponía sin disimulo una división que hasta puede observarse en la distribución física de los escaños, el coordinador de Ciudadanos expuso ante los suyos (y los no tan suyos) los pormenores de una estrategia política que tenía mucho que ocultar.
Aunque le han explicado muchas veces que no es así, el vicepresidente de la Junta sostiene que prorrogar unos presupuestos cuando hay recortes es mejor que hacer unos nuevos. Lo dijo en esa reunión en privado, pero también lo ha reconocido en público. Su razonamiento ignora que la financiación no aumenta por arte de magia sólo porque esté reflejada en un papel, por más pompa institucional que rodee su aprobación. Lo que ese papel decide es cómo se reparte lo que hay y con qué agilidad se gestiona, pero no incrementa ni reduce los recursos con los que se cuenta, sobre todo los que proveen otras instituciones.
Si algo puso en evidencia la grabación, para disgusto del consejero de Hacienda, Juan Bravo, es que lo que se presenta ante la sociedad como una negociación de las cuentas es en realidad una lucha estratégica de construcción de relatos. Es posible que desde el punto de vista económico y del interés general sería deseable que haya unos presupuestos que sólo pueden conseguirse con negociación y cesiones. Desde el punto de vista político y del interés partidario, el que realmente impera, lo que interesa es dejar al adversario como el culpable de que ese acuerdo no se alcance. Eso también lo dijo Marín en privado y lo admitió posteriormente en público: «Al PSOE le queda sólo una bala, intentar demostrar que puede ser útil de alguna forma, y si le quitamos esa posibilidad (…) al final conseguimos el pleno».
Tras conocerse el contenido del audio, el PP se alejó rápidamente sabiendo que era un misil en la línea de flotación de toda de la estrategia en la que puede fundamentar, cuando más interese, el adelanto electoral. Pero sucede que Marín no sólo es el líder de Ciudadanos, es también el vicepresidente de la Junta. Por eso el PSOE no ha dejado pasar la oportunidad de hacer una enmienda a la totalidad de la estrategia planteada desde el Gobierno. Reclaman algo que no va a suceder: que Juanma Moreno desautorice a su vicepresidente.
Antes de este suceso ya era muy difícil que los Presupuestos salieran adelante con un acuerdo de Gobierno y el PSOE. Aunque los socialistas sobreactúan ahora su indignación, cualquiera que haya asistido al congreso del socialismo andaluz en Torremolinos sabía que Juan Espadas, independientemente de cuál sea su voluntad real, tenía imposible convencer a los suyos de que la colaboración con el PP era un buen camino. La mayor ovación de ese cónclave se lo llevó alguien que no milita en el PSOE - la secretaria general de CCOO de Andalucia, Nuria López-cuando reclamó una enmienda a la totalidad de los Presupuestos. Esa intervención posiblemente selló la postura diez días antes de que Juan Marín le sirviera en bandeja a los socialistas el discurso de la ruptura.
Para el PP, el escenario de un acuerdo con el PSOE tampoco era cómodo. No porque no fuera a ser fácilmente admitido por el electorado, sino porque hubiese subido el precio del pacto que, según anticipan todas las encuestas, los populares deberán comenzar a negociar una vez que se celebren las próximas elecciones: las de una nueva alianza (quien sabe si sólo parlamentaria o de gobierno) con Vox. El acuerdo PSOE-PP era incómodo para el PSOE y también para el PP.
Por ese motivo, el Gobierno se resistió desde el inicio a darle a sus conversaciones con el equipo de Juan Espadas el rango preferente que éste reclamaba y mantuvo al Grupo Socialista en el mismo nivel que Vox e incluso que Unidas Podemos.
Tampoco Ciudadanos estaba cómodo en el escenario de un eventual acuerdo PP-PSOE, sobre todo porque hubiese reeditado el temido en las filas naranjas fantasma del bipartidismo en un momento en el que esa formación camina con paso firme hacia el rincón de la irrelevancia. Para Marín era esencial evitar el pacto con el PSOE, algo en lo que trabajó sin descanso durante todos estos meses y que la filtración del audio no ha hecho otra cosa que confirmar.
Si las explicaciones acerca del episodio de la grabación han caído muy mal en el Partido Popular -donde han preferido creerse, para no empeorar la situación, que la reunión grabada fue en junio y no el 1 septiembre como realmente sucedió-, resulta difícil imaginar cómo ha explicado el vicepresidente ante sus compañeros del Gobierno las instrucciones a los parlamentarios de Ciudadanos para que retrasaran la tramitación de la ley del suelo (LISTA).
La preocupación por la actitud diletante de algunos parlamentarios naranjas con respecto a esta ley había despertado sospechas en el Gobierno, y concretamente en la Consejería de Fomento, que ahora se han visto confirmadas. Ya lo habían hecho con la Ley de Infancia -en esa ocasión porque por motivos internos le interesaba boicotear a una consejera de su propio partido- y ahora se ha sabido que también con la LISTA, una norma que la Junta considera esencial para la recuperación económica y que, quien lo hubiera dicho, también estaba siendo saboteada desde dentro.
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