Alerta en el golfo de Cádiz por la presencia de orcas: siete naufragios en cuatro años

Los expertos aconsejan a veleros y yates que hasta agosto se peguen a la costa si se mueven por el Estrecho y que en caso de avistamiento nunca paren el barco

Alfonso Torices

Miércoles, 15 de mayo 2024, 13:14

El domingo pasado, minutos antes de las nueve de la mañana, los dos tripulantes de un velero que navegaba a unas 14 millas del cabo Espartel, el saliente marroquí próximo a Tetuán que marca la entrada meridional al Estrecho de Gibraltar, lanzaron un SOS. Llevaban varios minutos recibiendo impactos en el casco y la quilla del barco de 15 metros y temían un naufragio. Cuando una hora después fueron rescatados por un petrolero próximo alertado por las autoridades de salvamento marítimo su embarcación estaba ya cerca de hundirse, con una vía de agua en el casco y daños en el timón causados por los golpes de una o varias orcas.

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Es el primer ataque de gravedad que estos enormes mamíferos realizan este año en las aguas atlánticas que trascurren próximas a las costas del suroeste de la península ibérica y Marruecos. Y, al tiempo, también es el recordatorio para todos quienes vayan a navegar esta primavera y verano por esta zona que con este velero ya son siete las embarcaciones que naufragan desde mayo de 2020 en el litoral ibérico por las embestidas causadas por grupos de orcas.

Los expertos insisten en que las aproximaciones e impactos de estos cetáceos a embarcaciones, que también se han registrado en aguas del Atlántico gallego, no son acciones agresivas, por lo que ni siquiera podrían considerarse ataques sino más bien «interacciones» entre los mamíferos marinos y, sobre todo, veleros o catamaranes. Desconocen el motivo exacto de unos actos inéditos hasta hace cuatro años, pero sus teorías se inclinan por considerar que están cercanos al juego de unos animales muy curiosos o a imitaciones del comportamiento de algún ejemplar adulto que se ha visto inmerso en el pasado reciente en algún accidente o hecho traumático con un barco.

En cualquier caso, agresión, emulación o juego, lo cierto es que las autoridades ya tienen contabilizadas desde 2020 entre 600 y 700 «interacciones», si se suman las meras aproximaciones a embarcaciones a las embestidas. Algo muy a tener en cuenta con el comienzo de la primavera, pues justo son los meses que van de abril a octubre los que acumulan el mayor riesgo de contactos con orcas en el área del Estrecho, ya que es cuando más ejemplares se mueven cerca de la conexión entre el Atlántico y el Mediterráneo. Es parte de su ruta migratoria siguiendo a los bancos de atunes, su principal alimento.

La alarma encendida por el primer naufragio del año ha hecho que el Ministerio de Transición Ecológica haga pública una guía de recomendaciones a navegantes en caso de avistamiento de orcas, con el objetivo de minimizar el peligro para los tripulantes, los cetáceos (que son una especie vulnerable) y la propia navegación marítima. Las medidas son fruto de las conclusiones preliminares extraídas del taller internacional sobre la orca realizado en febrero pasado en Madrid, en el que participaron expertos de varios países junto a responsables de los ejecutivos de España, Portugal y Marruecos, y que el Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional tiene previsto publicar en breve.

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La primera observación tiene carácter preventivo y es fundamental. Conviene que los patrones de embarcaciones medianas y pequeñas que van a navegar este verano por aguas de Cádiz y el Estrecho lo hagan lo más próximo a la costa que le permitan los límites de seguridad. De esta forma, podrán esquivar la zona de máximo riesgo de encuentros con las orcas, que se ha podido establecer gracias al seguimiento por satélite de varios de los ejemplares que han participado en interacciones y de las propias notificaciones de avistamientos.

La zona de peligro es todo el área marina central de acceso al Estrecho, desde la perpendicular con Conil y Barbate hasta aproximarse a Tarifa, por el lado español. Esta prevención principal estará complementada durante todo el verano por radioavisos náuticos de los Centros de Coordinación de Salvamentos, que difundirán estas recomendaciones y alertarán sobre las zonas de contactos o avistamientos más recientes.

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Si el encuentro no ha podido evitarse, nunca hay que detener la embarcación y hay que dirigir la proa hacia la costa, con objeto de eludir el contacto con los cetáceos al entrar en aguas menos profundas. De igual manera, la tripulación debe evitar acercarse a la borda y debe mantenerse en el centro del navío, para impedir caídas al mar o accidentes y lesiones con los bandazos y vaivenes o los desplazamientos bruscos de objetos.

Nunca violentar a estos mamíferos

El tercer consejo es que se descarte cualquier conducta agresiva hacia los animales o medida disuasiva que los pueda inquietar, molestar o causar daño o la muerte, incluido el disparo de bengalas. En primer lugar, porque puede aumentar el riesgo para barco y tripulación. Y en segundo, porque está prohibido lesionar o menos matar a estos mamíferos.

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La última petición es que, aunque solo se trate de un avistamiento o una aproximación sin más consecuencias, se alerte de lo ocurrido al Centro de Coordinación de Salvamento más próximo por los canales de VHF destinados a este cometido. Se solicita que al tripulante aporte la mayor cantidad de datos y detalles posibles, incluso fotografías si para obtenerlas no ha tenido que correr peligro. Esto es fundamental para alertar de la situación y tratar de evitar nuevos problemas a otros veleros, lanchas o yates.

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