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Maria Dolores Tortosa
Viernes, 3 de abril 2015, 01:53
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El mapa político de Andalucía tras las elecciones del 22 de marzo deja claro que harán falta pactos de los cinco partidos con representación parlamentaria para el gobierno de Andalucía. El PSOE, con 47 diputados, necesitará de PP (33), o Podemos (15), o Ciudadanos (9) e incluso de Izquierda Unida (5), aunque con esta solo no alcance la mayoría absoluta (55 de los 109 diputados). Ahora bien, ¿cómo y de qué forma pueden aliarse los partidos? ¿Cómo se encausará esta nueva cultura del pacto?
Ninguno de los partidos de la presumible oposición, PP, Podemos, Ciudadanos o IU, se ha mostrado proclive a un pacto de legislatura o de gobierno con los socialistas por ahora. No habrá una coalición bipartita o tripartita y no solo porque la candidata socialista a la Presidencia, Susana Díaz, haya mostrado su voluntad de gobernar en solitario. Ninguno de los otros partidos quiere por el momento entrar en la foto de un gobierno mixto. La experiencia de IU, que de 12 diputados ha pasado a cinco tras gobernar con el PSOE, sirve de aviso aunque a la formación de Antonio Maíllo le haya perjudicado más que nada la irrupción de Podemos.
Protagonismo
Esto hace pensar que el Parlamento cobrará protagonismo en el día a día de la política andaluza. Un protagonismo a prueba desde el momento mismo de su constitución el próximo día 16. Los cinco partidos deben ponerse de acuerdo para la elección del presidente de la Cámara por mayoría simple. El PSOE cuenta con que sea de sus siglas. Para que sea un presidente de un grupo de la oposición deben sumar diputados PP y Podemos (48)y no votar a favor del PSOE los de Ciudadanos ni Izquierda Unida. PP, Ciudadanos e IU suman los mismos que el PSOE (47), por lo que necesitarían al menos un diputado de Podemos.
Las combinaciones sirven para la elección de la presidenta de la Junta de Andalucía, dado que ningún grupo ha anunciado alternativa a Susana Díaz. Esta requiere el voto de ocho diputados para su elección en la primera sesión de investidura, que exige mayoría absoluta. Para la segunda y sucesivas con mayoría simple, la aritmética es variable. Con la abstención de todos, sale sin problemas. Pero si PP y Podemos votan en contra (48), no sirve la abstención de Ciudadanos e IU. Esta formación puede servir de salvavidas al PSOE solo con el sí en este caso, pero Maíllo ya ha dicho que votará en contra.
Por eso el PSOEconcentra sus esfuerzos en convencer a Ciudadanos y Podemos. Con el primero formaría una cómoda mayoría absoluta si hubiera pacto de legislatura, pero el partido de Albert Rivera va a eludir este compromiso hasta al menos después de las generales. Ambos han exigido la dimisión de Chaves y Griñán. Podemos además condiciona la negociación a la reducción de cargos públicos y a la ruptura de relaciones con bancos que desahucien a ciudadanos en precario. No van a facilitar las cosas si no es así.
El PSOE persigue al menos la abstención de ambos o del PP, lo que viene a significar en realidad el respaldo a la formación de gobierno, de ahí los reparos de todos los grupos. Ninguno se quiere señalar. Pero hay otras fórmulas que pueden facilitar la investidura de Susana Díaz sin que los partidos se mojen en sentido positivo.
Remontarse a 1994
Hay una situación parecida a la de ahora en la historia autonómica, la de las elecciones del 12 de junio de 1994. Entonces el PSOE estaba aún más lejos de la mayoría absoluta, al obtener 45 diputados; el PP le pisaba los talones con 41, Izquierda Unida obtuvo 20 escaños (los que sumarían ahora con Podemos) y el PA, tres. PP e IU acordaron que Diego Valderas fuera presidente del Parlamento, pero el PSOE votó en blanco para que IU respaldara la investidura de Manuel Chaves.
Chaves fue elegido presidente en la tercera votación el 29 de julio. En la primera y segunda, PP e IU votaron en contra. En la tercera, 19 diputados de IU utilizaron una fórmula inusual que fue aceptada. Cuando los diputados eran llamados a votar dijeron: «No participo en la votación». Los votos fueron considerados nulos. Solo Valderas votó en blanco. Chaves fue elegido presidente con el respaldo de sus propios diputados. En realidad con uno menos, 44. Una diputada se ausentó porque acababa de ser madre y estaba de baja. Entonces aún no existía el voto delegado como ahora.
El exdiputado José Manuel Sánchez Gordillo utilizó la misma fórmula el 3 de mayo de 2012. No quiso avalar la elección de Griñán, tras el pacto del PSOE e IU. Para no romper la disciplina de IU de manera frontal, declinó ejercer el voto con esta frase: «No puedo votar a mi candidato» (ya que Valderas no lo era por el pacto con los socialistas). Su voto fue considerado nulo.
Esta fórmula solo sería efectiva si es utilizada por PP, que ha dicho que no presentará a Juanma Moreno como candidato. O por Podemos, si Ciudadanos se abstiene o hace lo mismo.
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