Díaz, en la clausura del congreso federal extraordinario del PSOE

«Ella es la que va a mandar...»

Susana Díaz fortalece su liderazgo en el congreso del PSOE, pero nace la sombra de la bicefalia

MARÍA DOLORES TORTOSA

Lunes, 28 de julio 2014, 01:15

En un pasillo del laberíntico hotel en el que el PSOE ha celebrado el congreso que aúpa a Pedro Sánchez-Castejón a la secretaría general, ... un delegado joven con acento del norte dice a otro: «Esa es la que ha ganado este congreso, ella es la que va a mandar». Se refiere a Susana Díaz, quien rodeada de flashes y seguidores cruza la zona común con una sonrisa de oreja a oreja. Sus colaboradores intentan abrirle paso. «Va a votar», dicen. Pero no la dejan. Besos, abrazos, 'selfies', fotos de grupo... Esta escena se ha repetido los dos días del congreso. Nunca antes un secretario general territorial había concitado tanta expectación en un congreso federal de los socialistas. Desde luego nunca Manuel Chaves y José Antonio Griñán, sus inmediatos predecesores, a quienes se les ha visto, por cierto, solitarios y casi anónimos en el evento.

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Tanto Sánchez como Díaz han estado conjurando a favor de la unidad para que el partido salga fortalecido del cónclave y se dedique a ganar elecciones, con especial interés en las municipales y autonómicas en puertas. El entorno de la presidenta andaluza ha hecho hincapié en ello y en cómo Díaz ha contribuido a 'coser' el partido, terciando incluso con otros dirigentes territoriales. Pero ninguno puede evitar que comentarios como el aludido hayan calado en la opinión tanto interna como externa a la organización socialista. La pregunta ahora es si el nuevo tiempo del PSOE es el de una bicefalia de Sánchez y Susana Díaz y en qué acabará esta tensión.

Al entorno de la presidenta andaluza le preocupa esta idea, que desmienten una y otra vez. El principal argumento de la dirigente sevillana para no estar en la ejecutiva -estará como miembro nato por ser presidenta del consejo federal, pero no en el puente de mando-, es evitar que cale que quiera hacerle sombra a Pedro Sánchez. Una anécdota refleja ese temor y su contradicción. Al filo de la una de la madrugada del sábado, cerrada la nueva ejecutiva, fue Susana Díaz quien sacó el listado a los periodistas que aguardaban en un pasillo. Un colaborador se apresuró luego a explicar que lo hacía como presidenta del congreso y a petición de Pedro Sánchez, aunque lo usual es que sea el secretario de Organización quien lo comunique.

Al nuevo líder no parece importarle mucho ahora. Se siente agradecido a Díaz. Sin su influencia -no solo en Andalucía sino también en otros dirigentes territoriales-, probablemente no sería secretario general. Pero nadie sabe qué pasará si esa imagen taladra la relación hasta convertirles en rivales. Ahora reman en el mismo barco. Díaz además está plenamente convencida de que su misión política es devolver la mayoría absoluta al PSOE en Andalucía. «No soy presidenta electa, pero lo quiero ser», dijo en una entrevista a Telecinco el viernes. Es su mayor afán.

El futuro está por ver. Por ahora lo que se ha visto en el congreso es sintonía entre ambos. Sánchez ha correspondido al respaldo de Díaz y de Andalucía con un gran peso en su equipo de esta federación. En la ejecutiva hay ocho andaluces de 38 miembros. Mantiene la presidencia y recupera el número tres, el de política territorial que ya tuvo en tiempos de Manuel Chaves y José Luis Rodríguez Zapatero.

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Además, Díaz es presidenta del consejo de política federal, el foro de los secretarios regionales, al que Sánchez quiere darle un cambio para que tenga mayor relevancia. Para ella significará una plataforma en la que poder hacerse oír con voz propia en el ámbito nacional, sobre todo en el debate territorial, en el que Andalucía arriesga intereses de financiación y protagonismo. Díaz, como publicó ayer este periódico, pretende ser una voz potente de su partido en esta materia. Este foro le facilita esta posibilidad mucho más que si hubiera sido presidenta del PSOE, ya que, como sostiene Micaela Navarro, es un cargo simbólico con la misión de pasar desapercibida.

El peso adquirido por Andalucía es calificado por la dirección del PSOE-A de histórico, ya que por primera vez hay un representante de cada provincia en la ejecutiva federal. Un detalle que revela que en su afán de costurera del partido, Díaz nunca deja de buscar equilibrios internos en Andalucía, aunque entre los delegados de Huelva había cierta decepción porque Mario Jiménez se ha quedado fuera otra vez. La delegación andaluza sale, de todas formas, contenta del cónclave, aunque hay que recordar otros tiempos con mayor peso, por ejemplo los de Alfonso Guerra como vicesecretario general cuando Felipe González, andaluz militante en Madrid, era presidente. Guerra, por cierto, ha sido uno de los grandes ausentes del congreso.

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La influencia de Díaz en Sánchez alcanza su discurso. En el del cierre del congreso repitió mensajes de la presidenta como su compromiso de ser «contundente» contra la corrupción. El nuevo líder solo hizo una mención a Díaz, compartida con los dirigentes de Asturias y Canarias, donde también gobierna el PSOE en coalición. Les agradeció mantener «ese contraste tan contundente en favor de la igualdad social y económica ante una derecha que está causando tanto dolor a miles de españoles». Otro mensaje de Díaz, que ha situado a la consejera de Igualdad y Salud, María José Sánchez Rubio, como secretaria de sanidad en la ejecutiva. La voz en el debate territorial, es decir, el reparto del dinero a las comunidades, fundamental para sostener las políticas sociales, es la verdadera cuota andaluza.

El tiempo dirá si la bicefalia Pedro Sánchez y Susana Díaz chocará como auguran algunos o caminarán de la mano como arengó la presidenta andaluza: «¡Ánimo Pedro, para adelante, que el futuro es nuestro!».

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