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Miembros del comedor 'Yo soy tú' posan tras finalizar la elaboración del menú del día EVA S. MELENDO
Un plato de comida y una sonrisa en el comedor 'Yo soy tú' del barrio de Miraflores

Un plato de comida y una sonrisa en el comedor 'Yo soy tú' del barrio de Miraflores

Más de 780 personas acuden diariamente desde 2016. Es el soporte de muchas familias del barrio y alrededores

CLAUDIA SAN MARTÍN

MÁLAGA

Lunes, 7 de octubre 2019, 00:38

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En el barrio de Miraflores hay una familia de 780 miembros que se reúnen cada día para comer. No todos en el mismo sitio, pero sí con el mismo plato en la mesa. Cuando visitamos el comedor social 'Yo soy tú', la familiaridad de este lugar nos acoge con los brazos abiertos, como un pariente más de esta gran familia. Unos preparan meticulosamente el arroz a la marinera, otros la ensaladilla rusa con garbo y brío, el menú de ese día pensado para abastecer a casi 800 personas. Cada uno tiene su labor en 'Yo soy tú', formando un equipo de lujo para tener a punto los menús que se empezarán a repartir a las 12.00 horas.

Nos sentamos a charlar con Emilio Gómez, presidente y fundador de este comedor. Lo que comienza a maquinarse en 2013 no llega a su punto de cocción hasta 2016, cuando Gómez instaura una nueva junta directiva y encuentran dos locales en los que los voluntarios pueden realizar su actividad cómodamente. Con los años esta familia se ha vuelto imprescindible en el barrio de Miraflores, abriendo sus puertas de lunes a domingo. «No entendemos por qué algunos comedores sociales cierran los domingos. No hay familias que este día en concreto dejen de comer. A nosotros se nos llena el comedor los domingos de personas que vienen de otros comedores», cuenta Gómez, contabilizando alrededor de 100 usuarios más de las habituales que precisan un menú.

«No queremos que los niños vean de dónde viene la comida. Son los grandes sufridores»

Los alimentos que recibe 'Yo soy tú' provienen en su gran mayoría de Bancosol, aunque otros muchos gastos lo sufragan ellos mismos a través de créditos bancarios y subvenciones. Por ejemplo, el pan, como nos cuenta el presidente, lo compran ellos mismos cada día: «No podemos dar pan del día anterior, como hacen en algunos sitios, porque tenemos a muchas familias con niños pequeños y ancianos», explica. Y por y para los pequeños, este comedor teje sus redes cada día con más colectivos para así afianzar su trabajo y poder ayudar a más personas. Con Asdiqa Al-Hurria, que gestiona con la Sanidad Pública Andaluza el traslado de los niños con enfermedades graves que dejan de ser atendidos por la sanidad de Marruecos, tienen un convenio de colaboración con el que ayudan a más de 80 niños y a sus familias diariamente.

«Uno de los niños ha estado con nosotros tres años, y su enfermedad es genética y ahora le tienen que hacer un transplante a su hermano», relata Gómez sobre esta familia que deberá permanecer en Málaga algún tiempo más. Algunos de estos pequeños pueden vivir en las casas de Ronald McDonald, en el Materno Infantil, con sus parientes, pero si no se diera el caso, Gómez explica que también se les busca un hogar alternativo: «Hemos encontrado a dos personas que le pagan el alquiler a una familia que vivía en un piso en el que las habitaciones estaban separadas por mantas. A esta madre y a sus dos hijos les tocó donde se encontraba el bajante, y éste reventó. Al final hemos podido sacarlos de ese infierno», relata angustiado.

Y no sólo ofrecen un plato de comida diario, este colectivo es el claro ejemplo de que los mayores héroes son los que no llevan ni mallas ni capas. Desde 'Yo soy tú' buscan la ayuda necesaria para todos aquellos que lo necesiten: Carritos de bebés, ropa, camas, sofás, lavadoras, frigoríficos, muletas o cunas. «No he conocido una ciudad más solidaria que Málaga. En agosto hicimos un llamamiento para poder acoger a las personas que venían de otros comedores que cerraban y recaudamos 7.800 euros. Pudimos dar de comer a 450 personas más», explica.

Elaboración del menú

Pero, ¿cómo lo hacen posible? Los menús los elabora el mismo presidente, que acumuló la suficiente experiencia como jefe del servicio de alimentación en el ejército. Tienen cinco ollas para ofrecer 210 platos; muchos de los usuarios comen allí mismo, pero la gran mayoría hacen uso del dispensador. Un miembro de la familia acude con una identificación en la que se precisa cuántos niños y adultos son, se llevan la comida a casa y así los pequeños no tienen que pasar por el mal trago de esperar largas colas para almorzar. «No queremos que los niños vean de dónde viene la comida. Sus padres les ponen el plato directamente en la mesa. Ellos son los grandes sufridores de todo esto», relata Gómez. Además, quince de las personas inscritas precisan el servicio a domicilio; muchos de ellos son ancianos o padecen alguna discapacidad.

Su objetivo, ahora que llevan ya algunos años ofreciendo ayuda en el barrio y más allá de él, es convertirse en un comedor social de utilidad pública gracias a la transparencia de sus cuentas y conseguir más socios para así poder abastecer a más usuarios. Ellos, mientras tanto, seguirán llevando un control exhaustivo de los alimentos que ofrecen, cumpliendo a rajatabla las medidas sanitarias, y siendo el faro de 780 personas sin parar ni un sólo día.

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