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Taller terapéutico en Cruz de Humilladero
Hogar Abierto: Málaga precisa de familias acogedoras

Hogar Abierto: Málaga precisa de familias acogedoras

La entidad continúa formando a personas interesadas en ayudar a pequeños que se encuentran en el servicio de protección de menores

CLAUDIA SAN MARTÍN

Lunes, 21 de junio 2021, 15:55

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Elisa resume su experiencia como madre y familia de acogida con elogios, palabras de amor, cariño, satisfacción y emoción al recordar todos los pequeños que han pasado por su casa en los últimos seis años. Todo comienza cuando, a través de un compañero de clase de una de sus hijas, se entera de cómo funcionan las familias acogedoras a través de la entidad Hogar Abierto.

A partir de ese instante su vida cambia y se «acostumbra al jaleo permanente en casa», así que en poco tiempo se ve de tener dos hijas a cuatro. Porque, además de ofrecer su hogar y su familia, esta malagueña de 43 años brinda dos camas para dos hermanos con el fin de no separarlos y realizar la acogida conjunta. Helena Lumbreras, psicóloga de la entidad, detalla que este factor es uno de los que menos se dan en los acogimientos, es decir, que una familia pueda dar cobijo a grupos de hermanos: «Siempre necesitamos nuevas familias, porque siempre hay niños que necesitan ser acogidos. Pero, aunque muchas de las familias que pasen todas las etapas sean idóneas para el acogimiento, puede que no haya un menor que cuadre en ese momento con su situación».

Elisa ya lleva ocho acogimientos y siempre está a la espera de más. En la actualidad apoya en su crecimiento a dos hermanos pequeños, uno de casi cuatro años y otro de dos y medio, recibiendo la ayuda de sus hijas adolescentes y su marido, que vieron esta situación siempre con buenos ojos.

Para esta maestra de infantil las despedidas son siempre «muy duras», porque estos pequeños no están más de dos años en su casa, uno de los requisitos de este tipo de acogimientos. Aunque cuenta con satisfacción que toda acción es poca para ayudar a niños y niñas en un momento tan complicado de sus vidas, cuando se encuentran lejos de sus familias biológicas por distintas circunstancias. «Es una satisfacción tremenda verlos reír y llevar una vida normal. Uno de los menores que tengo en acogida ahora ha estado toda su vida sin escuchar. Lo llevamos al médico, le pusieron su audífono y ver cómo le cambia la expresión es increíble. Los niños te dan más de lo que tú les das a ellos. Lo recomiendo a todas las personas que puedan que no se lo piensen», relata Elisa.

Lumbreras explica que en estos tiempos de pandemia su adaptación para seguir formando a las familias acogedoras está resultado fructífera, aunque en muchos casos se haga vía telemática. «Nosotros no notamos que la pandemia haya hecho que disminuyan las familias interesadas, pero sí que es cierto que la situación laboral de esas familias es más inestable que hace dos años, porque bien están en ERTE o han perdido su empleo. Y eso se incluye en la valoración, porque ahora es todo más inestable. Así, aunque haya familias que se ofrezcan al acogimiento de hermanos, no saben si van a poder respaldar a los dos», puntualiza la psicóloga.

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Sin embargo, desde Hogar Abierto explican que siguen llegando familias interesadas en informarse para entrar en estos procesos, algo que a simple vista no parece sencillo. Todo comienza en una primera sesión informativa, donde los interesados pueden conocer las distintas modalidades de acogimiento y sus características; después se rellena una solicitud de forma meticulosa en la que hay que aportar la documentación necesaria para que la entidad y el servicio de protección de menores conozca en profundidad a la familia (padrón, antecedentes penales, los relacionados con delitos sexuales, la renta, certificados de nacimiento...).

El siguiente paso consiste en formar a la familia en un curso con los técnicos de Hogar Abierto para que conozcan todos los puntos de vista de la acogida; se realizan entrevistas psicológicas y de habilidades sociales para obtener una valoración y se completa con una visita al domicilio familiar para ver qué ofrecen al niño o niña. Lumbreras apunta que esos informes finales se validan desde el servicio de protección de menores y se evalúa qué familia se adapta mejor a cada menor y viceversa.

Por ello, tras este proceso tan complejo, la entidad realiza varios talleres con las familias de acogida, que bien pueden ser extensas (como tíos o abuelos del menor) o ajenas, con el fin de seguir un proceso de adaptación que en muchos casos no suele ser de color de rosa. «A veces cuesta, porque los niños han pasado historias muy duras y cuando mantienen contacto con sus familias biológicas (que es casi siempre) recuerdan todo lo ocurrido y rechazan a la acogedora. Pero ese es nuestro trabajo, que el niño integre a sus dos familias en su cotidianidad», enfatiza la psicóloga.

Hogar Abierto sigue muy de cerca sus avances y diagnostican sus necesidades para ofrecerles talleres de habilidades sociales, de autoestima, para saber poner límites familiares, disciplina positiva, ocio saludable y una gran variedad de opciones, muchos de ellos financiados por la Junta de Andalucía, para que empezar una nueva vida sea posible para estos pequeños que nunca lo han tenido fácil. Pero Hogar Abierto tiene la solución.

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