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"Las facultades de Medicina se han multiplicado en España sin criterios universitarios y sin razones sanitarias"
ENTREVISTA. PABLO JOSÉ LARA MUÑOZ

"Las facultades de Medicina se han multiplicado en España sin criterios universitarios y sin razones sanitarias"

El decano de Medicina de la UMA cree que el sistema sanitario está necesitado de una reforma sosegada, que "los recortes no han permitido"

SUSANA ZAMORA

Domingo, 10 de marzo 2013, 12:38

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Discreto y de una corrección exquisita, el decano de Medicina de la Universidad de Málaga (desde mayo de 2012) se muestra muy cauto en cada declaración que realiza. Es hombre de escuchar más que de hablar precipitamente. Mide cada frase que dice y huye de la polémica. El cargo le obliga a ser prudente. Pese a todo, Pablo Lara no evita ninguna pregunta.

Aunque nace en Archidona (Málaga, 1963), su infancia transcurre en varias provincias andaluzas por motivos laborales de su padre. Acaba en Granada, donde estudia Medicina (promoción 1981-87), aunque antes de hacerlo barajó opciones tan dispares como Derecho -la profesión de su padre- e Ingeniería de Caminos. De la vida universitaria en la ciudad de la Alhambra guarda gratos recuerdos y de su elección profesional, no solo no se arrepiente, sino que se alegra y le satisface cada día. En su familia (casado y con cinco hijos) encuentra su "descanso" y en el deporte, su "evasión". Le gusta el fútbol, el Málaga ante todo, pero su pasión culé es de inevitable confesión. Además, entre sus grandes aficiones está la práctica del remo, que realiza junto a su familia en el Club Mediterráneo.

Cuando acaba la carrera decide emprender viaje a Málaga, donde se incorpora al departamento de Fisiología de la Universidad de Málaga (UMA) como becario predoctoral. No opta por la especialidad y decide encaminar su trayectoria profesional a la investigación en un área básica. En aquel momento se siente atraído por un estudio del sistema nervioso que se estaba realizando en aquel departamento.

En 1990, defiende la tesis doctoral y un año después pone rumbo a Londres para hacer una estancia posdoctoral de dos años en la University College London, que sufraga con la beca española del ministerio y otra británica que le conceden. Asegura que su experiencia en un hospital de allí, "con 15 laboratorios muy punteros" fue una experiencia muy enriquecedora y le permitió un "rodaje" que posteriormente le permitiría aplicar a su llegada a Málaga, adonde regresa con un contrato de reincorporación al mismo departamento de Fisiología.

En 1994, obtiene finalmente la plaza de titular en el departamento y hace una estancia en un servicio de neurología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Cursa un máster en neuropsicología y neurología de la conducta, que influiría en su carrera investigadora. Tanto es así que en la actualidad trabaja en el Centro de Investigaciones Médico-Sanitarias de la UMA (CIMES) en una modesta unidad de neurofisiología cognitiva, que le ha permitido conjugar la formación en investigación básica con la práctica clínica con el deterioro cognitivo y la eficacia de terapias en personas que lo padecen por demencia, accidentes cerebrales vasculares o depresión. En la actualidad trabajan conjuntamente con una empresa de base tecnológica en un programa informático que permite la rehabilitación de funciones en pacientes con deterioro cognitivo.

-¿Es usted el médico en casa?

-Para alguna cosa sencilla, sí, pero si me apura, le diría que lo es más mi mujer que yo.

-¿Tiene los días contados la sanidad pública y gratuita?

-No, no lo creo, pero sí hay que modificar el sistema sanitario. La asistencia pública y gratuita es uno de los mayores logros de la sociedad y no creo que tengamos que renunciar a ello; no debemos permitir que ocurra. El modelo sanitario que teníamos era insostenible, inviable económicamente incluso antes de la crisis. Precisa de una reconversión, un uso más racional del gasto público y una mayor preocupación por los profesionales sanitarios, sobre todo, los médicos, que con los recortes han visto empeoradas sus condiciones laborales. No se han renovado contratos, hay una mayor presión asistencial, una disminución de los contratos de todos los profesionales interinos... y toda empresa trabaja mejor cuando sus empleados tienen unas condiciones óptimas. Pero esa reforma es un proceso muy complejo y, ahora, en esta coyuntura, no solo no se ha reformado, sino que se ha recortado. Los recortes no los quiere nadie, pero creo que los realizados en el sistema sanitario, junto con los de educación, debían haber sido los últimos en hacerse.

-Aunque lo de gratuita es una forma de hablar

-La sanidad es cara. Lo que nos retienen en la nómina es insuficiente para sostener todo el sistema. Pero los recortes urgentes llevan a recortar en lo que es más fácil y detrás hay muchas más cosas. Son recortes poco estudiados y aprobados con urgencia para evitar un rescate. Se podían haber tocado otras partidas antes que sanidad y educación . Las decisiones que se toman de forma precipitada no traen buenas consecuencias.

-¿Cómo se debía haberse gestionado el sistema sanitario para no haber dado lugar a esta situación?

-Es complicado, máxime cuando no he trabajado en hospitales. Pero lo que sí creo es que esa reforma es muy compleja por muchos motivos. Necesita de un estudio sereno, un proceso de reflexión, una negociación con los profesionales sanitarios, que son los primeros interesados en dar una buena prestación y todo eso es lo que los recortes no han permitido. Eso genera un malestar y una tensión, que es la que se está viendo en los hospitales, aunque pese a la que está cayendo, la mayoría están actuando con una gran profesionalidad, propia de quien valora la importancia de la tarea que está desempeñando.

La medicina está cambiando mucho y ahora mismo tenemos un modelo asistencial y resolutivo, pero a medio plazo, esta medicina asistencial se convertirá en una medicina preventiva e individualizada. Creo que los médicos sabemos más de la enfermedad que de la salud. Hay que prestarle más atención al fomento de los hábitos saludables. La educación sanitaria es muy importante, máxime cuando nuestra población se hace mayor (en 2020, el 60% de la población será mayor). Hay muchas enfermedades que están asociadas a la edad, por no decir todas, pero especialmente las cardiovasculares, las oncológicas y todo lo relacionado con la salud cognitiva. Todo lo que se pueda mejorar en hábitos saludables en esa población mayor es una inversión muy rentable.

Además, la medicina individualizada va a permitir conocer las probabilidades estadísticas de enfermar de una determinada manera y vamos a tener la posibilidad de conocer qué tipo de tratamientos van a ser más adecuados para una determinada persona, unido a los avances tecnológicos. El modelo asistencial actual es extraordinario y resuelve cantidad de patologías, pero en poco tiempo va a haber un escenario diferente, porque esa población envejecida además de la asistencia médica va a necesitar una asistencia social.

-¿Qué recuerda de sus primeras prácticas? ¿Han cambiado muchas las cosas?

-Las recordaré siempre, porque el primer contacto con el paciente, que en mi caso fue un caso de hepatitis, es difícil de olvidar. De todas formas, es uno de los aspectos que más tenemos que mejorar, porque es formación esencial en los médicos. En mi época, era más teórica que práctica y aunque ahora está más equilibrada, hay que seguir trabajando para que la práctica clínica asistencial tenga más horas y de más calidad. Creo, además, que estamos en el mejor momento de nuestra relación con las instituciones sanitarias para conseguir ese objetivo común de mejora en la formación práctica. Hemos mantenido recientemente varias reuniones con la consejería de Sanidad, con la gerente de los dos hospitales, responsables de atención primaria, con los directores médicos de los hospitales y estamos elaborando un plan para aumentar el número de profesionales que participan en estas prácticas y que tengan un mayor reconocimiento.

-¿Está actualmente equilibrada la proporción entre los titulados y la oferta pública de plazas del MIR?

-Se trata de un asunto polémico. Los estudios de Medicina tienen una gran demanda social, pero el número de estudiantes que empiezan esta carrera es excesivo, como también lo son las facultades que han proliferado en los últimos años. Han nacido sin una causa justificada, sin criterios universitarios y sin razones sanitarias. Es un tema peliagudo, porque una persona que quiera estudiar Medicina y no pueda estudiar me da mucha pena, pero me parece peor que acabe la carrera y tenga un panorama muy distinto al que vislumbraba. Un solo dato: en 2005, había 28 facultades de Medicina y empezaban la carrera 4.113 alumnos en toda España; ahora hay 40, muchas de ellas privadas, con casi 7.000 estudiantes en sus aulas. Este aumento está creando un desequilibrio entre la oferta de plazas universitarias y las del MIR que nos preocupa mucho.

Este año, el MIR ha ofertado 6.600 plazas y se preinscribieron más de 13.000. De esa oferta, un 10% es para extracomunitarios, que antes era un 25% y nos llevábamos las manos a la cabeza; luego otro tanto por ciento es para los comunitarios y otro más para los que hacen una segunda especialidad. Cada curso se ofertan en las facultades mil plazas más de las que correspondería, un desajuste que se ha agravado porque han venido muchos médicos extranjeros. Desde el año 2000, se han homologado más de 50.000 títulos extranjeros, pero ¿a dónde vamos? Mientras tanto, nuestros médicos, que están muy bien valorados, se van fuera a trabajar (alrededor de un 20%).

En mi opinión, debería haber un registro nacional de profesionales sanitarios, para saber cuántos hay y en qué especialidades trabajan. Solo así se podrían gestionar bien esos recursos humanos, porque en la actualidad no hay forma de saber si hacen falta profesionales en una especialidad u otra.

-¿Qué es lo que más le preocupa del futuro de los alumnos?

-Que sean buenos médicos y, por tanto, todo lo relacionado con su formación profesional. Aunque también su inserción laboral. Tenemos unos estudiantes muy buenos, que llegan sabiendo que van a cursar una carrera de seis años dura, intensa, difícil, en la que va a emplear mucho esfuerzo, en la que se van a tener que privar de muchas cosas, y que luego cuando acaban se tienen que enfrentar al examen MIR, con cuatro o cinco años de formación en una especialidad. En la época actual, un estudiante que se marque un proyecto de 11 años de trabajo intenso, solo para adquirir la formación, y luego empezar a trabajar tiene mucho mérito. Por eso, nuestros estudiantes son muy vocacionales, están muy motivados, son muy responsables y de ahí que queramos darle la mejor formación que necesitan y que están demandando.

-¿Y es aprovechado tanto talento cuando acaban la carrera?

-Nuestro médicos son muy competitivos y están muy valorados, dentro y fuera. En Alemania están encantados de recibir a nuestros profesionales y eso es porque su formación es altamente cualificada y son muy competentes. Además, el grado de satisfacción de los pacientes con sus médicos es bastante buena, precisamente en un momento en que tienen más información que nunca. Creo que estamos subiendo en ese reconocimiento social.

-¿Cómo parar la hemorragia de titulados que se marchan a trabajar fuera de España?

-El único modo es con un plan de fidelización, que pasa por ofrecerles buenas condiciones laborales, con una actividad profesional que pueda contemplar más la formación, y económicas. Pero eso, desgraciadamente, no es posible en el momento actual. De todos modos, se están yendo más especialistas que graduados.

-Pero la crisis económica es global, ¿qué es lo que falla?

-Sobre todo la retribución. La carga asistencial es menor en el extranjero. Tienen más tiempo para atender a los pacientes, se les asegura la formación continuada, que es algo básico, y tiene un retribución mejor. ¡Un pena! con el esfuerzo y la ilusión puesta para formar a esos profesionales. Pero la fidelización solo es posible cuando lo que se le ofrece a los profesionales merece la pena; si no, se van.

-¿Cómo están viviendo los estudiantes esta situación?

-Con mucha preocupación, pero también con responsabilidad, porque están muy implicados en todos los asuntos que les afecta.

-La subida de tasas en una Facultad de Medicina ¿puede dejar a muchos estudiantes en el camino?

-Eso está ocurriendo. Ya hemos tenido casos de algunos alumnos que no han podido con la carga económica que representan las tasas. No obstante, la tasa de rendimiento académicos son muy buenas y con el grado está mejorando, lo que palia en parte esa subida en segundas y terceras matrículas.

-¿Qué le parece que el resto de la UMA considere a la Facultad de Medicina como una universidad aparte?

(Risas) Reconozco que lo he escuchado y que se bromea con eso, pero la Facultad de Medicina es un centro más de la Universidad de Málaga y, personalmente, no me considero ni mejor ni peor que nadie. Quizá la consideración que tiene de ser la facultad más importante de la UMA sea porque lo que tiene entre manos es la formación de los futuros médicos y la salud de los pacientes. La carrera docente e investigadora es común a todos los profesores universitarios, pero a los de Medicina, a los médicos del área clínica, hay que sumarle la labor asistencial, un trabajo en el hospital al que dedican la mayor parte de su jornada laboral. Si a eso sumamos, que es la número uno de la UMA en las notas de acceso de sus alumnos, pues entonces sí que puede ser una facultad especial.

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