El lado oculto de David Lynch

La idea tiene que bastar para ponerte en marcha, porque, para mí, le sigue un proceso de acción y reacción. La cita es de David Lynch, de su libro Atrapa el pez dorado. Meditación, conocimiento y creatividad (Mondadori, 2008). La sentencia aparece en el primoroso catálogo de la exposición que toma de esa reflexión su propio título David Lynch. Action Reaction, un proyecto coproducido por la Diputación y la galería Gacma que esta mañana se ha presentado en el Centro Cultural Provincial (CCP) de la calle Ollerías.

El montaje saca a la luz la faceta, quizá, menos conocida del cineasta: su trabajo como artista plástico. Y eso que, según los promotores de la iniciativa, el proceso creativo de Lynch se inicia justo con la imagen fija. Así, el autor de cintas de culto como El hombre elefante (1980), Terciopelo azul (1986) o Mullholland drive (2001) comenzó su carrera artística con el dibujo, luego pasó a la pintura, de ahí a la fotografía y después quiso dotar de movimiento aquellas imágenes que surgían en su cabeza.

Vasos comunicantes

Escenas que, según los responsables de la exposición, tienen como fuente de inspiración los trabajos de Bacon, Hopper, Pollock, Dalí o Ernst. Vasos comunicantes que se aprecian en las dos series de grabados exhibidas en el CCP: Paris Suite y Women. La primera de ellas concede protagonismo al contraste entre el rojo, el blanco y el negro y presenta trazos más marcados, mientras que la segunda ofrece composicones monocromas con rasgos más cercanos al surrealismo y el expresionismo. Junto con la obra gráfica, la muestra presenta tres cortometrajes realizados entre 1966 y 1977. Se trata de Six men getting sick, The alphabet y The amputee.

Todo lo anterior acontece en la segunda planta de la sede del CCP. Antes, en el primer piso, el visitante tiene ocasión de contextualizar la figura de Lynch mediante un conjunto de cajas metálicas en las que se presentan algunas de sus películas más conocidas, así como una semblanza biografía.

Y, pese a toda esa información, queda la sospecha de que el verdadero David Lynch, su universo creativo, sigue siendo un misterio.