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Fuerzas de seguridad paquistaníes conducen a varios insurgentes detenidos cerca de Peshawar. :: REUTERS
Pakistán apunta, EE UU dispara
MUNDO

Pakistán apunta, EE UU dispara

Islamabad pacta con los talibanes afganos para acabar con los insurgentes

MIKEL AYESTARAN

Miércoles, 2 de diciembre 2009, 04:07

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La segunda pata del frente Afganistán-Pakistán vive inmersa en una ofensiva abierta contra Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP) en Waziristán del Sur, una organización formada por diferentes grupos insurgentes unidos bajo el mando de los Mehsud con el objetivo de desestabilizar el país e imponer la 'sharia'.

Tras un mes de operaciones, el Ejército controla los principales centros urbanos de esta región tribal que servía de santuario para Hakimulá Mehsud y sus más de 10.000 hombres que en los últimos años habían desafiado la autoridad de Islamabad a base de atentados.

«Es una lucha contra aquellos talibanes que operan dentro de nuestras fronteras y contra los elementos de Al-Qaida que les apoyan, el resto de grandes líderes del movimiento cuyo objetivo es la yihad afgana son intocables», asegura el analista y escritor Ahmed Rashid en referencia al mulá Omar, Gulbudín Hekmatyar o Jalaludín Haqqani.

Pakistán mantiene un dispositivo de 100.000 hombres a lo largo de los 2.612 kilómetros de frontera con Afganistán y junto a Waziristán del Sur y lleva a cabo operaciones antiterroristas en Bajaur o Khyber, lugar estratégico para el paso de mercancías para las fuerzas de la OTAN en Afganistán.

El halo de romanticismo que rodeaba a la 'yihad' cayó en cuanto los talibanes se hicieron con el control del valle de Swat e intentaron avanzar hasta la vecina Buner la pasada primavera.

Después de muchos años escuchando de lo que eran capaces y de conocer lo que hicieron en el país vecino, los paquistaníes por primera vez vieron muy de cerca los dientes a la fiera.

«Allí demostraron que, por encima de la sharia, tenían una agenda política que consistía en llegar hasta Islamabad y eso fue demasiado», opina el director del Centro para la Investigación de Estudios de Seguridad, Imtiaz Gul.

Sobre el papel, Pakistán no combate contra los talibanes afganos pese a las presiones de Estados Unidos, que les sitúan en suelo paquistaní y señala como los principales causantes de la mala marcha de la guerra en Afganistán. Sin embargo, la colaboración entre Washington e Islamabad permite que los aviones no tripulados americanos (drones) lleven a cabo ataques en toda la zona fronteriza. Ataques «perfectamente coordinados» en los que «nosotros señalamos los objetivos sobre el terreno», desvelan expertos de los servicios de inteligencia consultados en la capital asiática. Ante la opinión pública, sin embargo, los dirigentes paquistaníes piden el fin de estas acciones que califican de «injerencia» y fomentan el sentimiento antiamericano entre sus ciudadanos.

Arma disuasoria

Con los 'drones' como arma disuasoria, sobre el terreno las fuerzas de Islamabad han establecido «pactos de no agresión con los comandantes talibanes y señores de la guerra afganos, especialmente en Waziristán del Norte, por eso no nos atacan», apunta Gul, que acaba de regresar de un viaje a la demarcación tribal.

Nadie ha acudido a ayudar a los Mehsud y eso ha sido determinante para que la operación de limpieza se esté desarrollando con mayor rapidez y menos bajas de las previstas, 69 soldados y 600 militantes, según los últimos datos oficiales que no hacen referencia a las víctimas civiles. Pero la duración del control sobre este territorio tribal es toda una incógnita teniendo en cuenta los antecedentes históricos en la zona. La opinión pública respalda el uso de la fuerza para acabar con los fundamentalistas y apuesta por un islam moderado, pero la línea que divide a talibanes paquistaníes y afganos es muy estrecha, especialmente cuando una organización como la que dirige Osama bin Laden mantiene estrechos vínculos con ambos bandos.

«El futuro de Al-Qaida y el éxito de su agenda panislámica depende de la supervivencia de los santuarios en las áreas tribales, y lo mismo piensan todos los actores del crimen organizado (tráfico de armas, narcotráfico.) que se han juntado a lo largo de las siete regiones tribales y a los que interesa la desestabilización», mantienen los encargados de la lucha antiterrorista del servicio de inteligencia paquistaní (ISI).

Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, se comprometió ayer a reforzar la cooperación económica con Pakistán para aportar estabilización a un país que «no puede prosperar» si la ayuda se centra exclusivamente en el aspecto militar.

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