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ENTIERRO DEL BOQUERÓN

El funeral más cachondo

El Carnaval de Málaga entierra al boquerón en las playas de la Malagueta machacado por la crisis y con la esperanza puesta en el salvavidas de los 'créditos', de las 'finanzas' y del 'trabajo'

ANTONIO ROCHE |

Lunes, 20 de julio 2009, 12:16

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Don Carnal se despidió ayer y el miércoles se le dará la bienvenida a Doña Cuaresma. Dos días por medio entre la fiesta y el cachondeo, y la pasión y la seriedad. Málaga enterró ayer su carnaval simbolizado en el boquerón, especie autóctona de nuestra bahía. Y hasta los autores del monumental pez se contagiaron del espíritu crítico, reivindicativo y alegre del carnaval.

'El boquerón no se hunde', se leía en un cartel en la carroza que transportaba a la moribunda víctima, junto a otro que decía: 'Tormeta económica, toca navegar'. El filósofo de estos mensajes es el artista plástico Fernando Wilson, funcionario municipal, coautor de la efímera obra junto a su sobrino Ignacio, Jesús Carvajal y Alejandro Ríos.

Salvavidas

Un montón de horas y varios kilos de maderas, goma espuma y pintura se emplearon en la configuración del boquerón, dotado de un mecanismo interior de columpio que permitía un balanceo armónico de la figura. Al tiempo que se movía de proa a popa, intentaba subir un flotador salvidas con las leyendas 'Trabajo, 'Finanzas', 'Créditos', como si esos conceptos fueran las claves para salir airosos de la incierta situación económica que toca ahora vivir.

En lo alto, en la aleta dorsal, el boquerón soportaba la puya de un «mundo cochambroso», en expresión verbal de Wilson, en forma de bola del mundo. Toda una declaración de intenciones. Por dentro de la estructura asomaban pistolas de agua para dar algún remojón a los sorprendidos espectadores. «¡Esto es... carnaval! ¡Esto es carnaval!».

La comitiva arrancó a las seis de la tarde del final de la calle Larios, esquina a Caffarena. El boquerón estaba dando la curva de la Alameda Principal con Puerta del Mar y todavía había murgas en Larios haciendo corrillos con el público, que llenó las principales calles del Centro Histórico en una espléndida jornada.

Se vieron muchísimos espectadores con los ojos puestos en el colorista duelo y los 'pinganillos' puestos en las orejas. «¡Gooooool!». El Málaga marcaba el tercer tanto en Valladolid en las postrimerías del encuentro en Zorrilla y el boquerón entraba en la calle Atarazanas. Motoristas de la Policía Local, prestos, fueron cortando las distintas vías para que la comitiva pasara recogiendo el pésame de la Málaga carnavalera. También hubo un amplio despliegue de voluntarios de Protección Civil.

Bandoleros

En cabeza iban los componentes de la junta directiva de la Fundación Ciudadana del Carnaval de Málaga disfrazados de bandoleros, con su presidente al frente, Miguel Ángel Crespo, quien se mostraba satisfecho de cómo se había desarrollado la edición de este año. A la fiesta se coló el boquerón romano de Los Prados, el 'pezqueñín' de los soldados, que precedía al grande.

Pasacalles, grupos de animación, música y baile, hermanos de Ecuador y los caporales de Bolivia ofreciendo lo mejor de su folclore pusieron la nota de color y alegría en el funeral más cachondo que puede celebrar Málaga. Dioses y diosas infantiles y mayores, y esbeltos 'drag queen' dieron paso a la carroza que transportaba el boquerón. Detrás, las plañideras, de riguroso luto, llorando el final del carnaval, y varias de las murgas y comparsas que participaron en el concurso de agrupaciones. Todos pasearon su pena por el casco antiguo hasta que enfilaron el paseo del Parque con destino a su punto final, a las playas de la Malagueta, donde la obra de Fernando Wilson fue pasto del fuego entre fingidos desmayos y mucha guasa.

Final

A las ocho y media de la tarde, los espontáneos acompañantes que se sumaron al cortejo seguían con los 'pinganillos' puestos en las orejas. Hacía tiempo que había terminado el Málaga, pero ahora seguían por la radio la final de infarto entre el Unicaja y el Tau en la Copa del Rey de baloncesto. Diez minutos más tarde llegaba la decepción reflejada en los rostros de los radioyentes por la derrota del Unicaja, decepción que compartieron la gente del carnaval porque el de esta edición se esfumó entre cenizas por el Mediterráneo.

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