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Sancho Gracia lleva cuarenta años casado. / M. ROJAS
«¿Le está diciendo a Curro Jiménez que tiene cáncer?»
MACHISMO BOHEMIA

«¿Le está diciendo a Curro Jiménez que tiene cáncer?»

Sólo se vino abajo cuando el médico le obligó a suspender la función.A sus 72 años y sin un pulmón, el bandolero sigue dando guerra

ÓSCAR L. BELATEGUI

Domingo, 14 de junio 2009, 12:50

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Manuel Fraga pasea ayudado por dos muletas en el claustro del hotel Reconquista, el único lugar de Oviedo que Woody Allen debe conocer porque lo mostraba en 'Vicky Cristina Barcelona'. Otro icono de la Transición, Curro Jiménez, recibe la bienvenida del 'maitre' al sentarse a la mesa. Sancho Gracia actúa esta noche en el teatro Campoamor.

Tiene 72 años, lleva ochenta bolos de 'La cena de los generales' y no echa de menos el pulmón que le arrebató el cáncer. «A Margarita Xirgú le quitaron uno a los 30 años y se murió a los 80 habiendo hecho a Lorca, Casona, Alberti... Eso me dio fuerza». Con la camisa desabrochada dos botones más de lo conveniente, el actor sigue mirando a las chicas de arriba a abajo. En su conversación, torrencial y dispersa, se filtra la nostalgia por los nombres del pasado. Colegas de farra como Paco Rabal y Fernán-Gómez; compañeros de plató que eran mitos en la España gris del franquismo -Raquel Welch, Charlton Heston-; y un buen amigo, padrino de su hijo Rodolfo, el ex presidente Suárez.

Si le digo el nombre de un barco, el 'Formos', ¿qué le viene a la cabeza?

¡Joder! ¿De dónde lo has sacado? Tenía doce años. Embarqué en Vigo con mi madre y mi hermana rumbo a Uruguay. Los pasajeros nos dividíamos por clases y sexos. Los pobres viajábamos en el quinto piso por abajo. Iba con trescientos y pico tíos, como en la mili. Mi madre me acababa de poner pantalones largos. Y como me enamoré en el viaje de una chica le dije que me los cortara, porque así iba a parecer más joven. La travesía duró -lo recuerdo perfectamente- 26 días.

No eran exactamente emigrantes por necesidad.

Mitad y mitad. Íbamos a buscarnos la vida. Mi padre había decidido marcharse antes. En realidad, íbamos a ver su tumba, porque se acababa de morir. Mamá es de una tierra muy dura, de un pueblo de Guadalajara llamado Hiendelancina. Se agarró los ovarios y allí nos fuimos.

Uruguay ha sido muy importante en su vida.

Y lo sigue siendo. Allí hice el amor y me peleé por primera vez. Cuando llegué había elecciones. '¿Y esto qué es?', pregunté; claro, yo venía de España. Al cabo del tiempo me casé con una uruguaya. Y ahí la tengo. Me vino a hacer una entrevista, como tú. Ayer cumplimos cuarenta años de casados.

Un número redondo, como una condena.

No. Lo llevamos muy bien.

Presume de golfo y lleva cuarenta años casado con la misma mujer.

Con la misma. Ella ya sabía perfectamente con quién se casaba. Se puede ser golfo y familiar, sin ninguna duda, se concilia con amor y comprensión. Y con hijos. No hay que ser hipócrita. Si yo veo que una tía está buena lo digo delante de mi mujer. Y si ella admira a un tío guapo me encanta que lo diga. Vivimos en una época en la que sueltas un piropo y algunas miembras te llaman machista. Que una mujer se moleste porque le digas que está guapa es una imbecilidad.

¿Ser mujeriego no es despectivo?

Al contrario, es algo natural. Las mujeres son lo mejor que hay, no existe una cosa más bonita.

¿Cómo se vive sin un pulmón?

Bien, a pesar de los ochenta bolos que llevo. Sin un pulmón tienes la mitad de fuerza. Nada de fumar, si hasta me molesta el humo... Gracias a los tratamientos médicos parece que no se me ha reproducido. Es una parte de tu vida que tienes que superarla, pero no olvidarla. Al principio no me lo creía. '¿Usted le está diciendo a Curro Jiménez que tiene cáncer?', le solté al médico. Me vino la maza encima cuando me advirtió que ese día no podía hacer 'Panorama desde el puente'.

Rodó tres películas calvo.

Sí. Por la quimioterapia. ¿O fue por la radio? No sé de dónde sacas las fuerzas para trabajar. Son cosas innatas. Ten en cuenta que me fui de chiquitito a buscarme la vida con doce años. Con la fortaleza que yo he tenido, estar ahí tumbado y esperar a que te levanten...

La familia y los amigos

¿Se sale solo de un cáncer?

Con la familia y los amigos. Yo defiendo a muerte a los médicos españoles. A un buen amigo los médicos franceses le daban un mes de vida. Le mandé a la clínica Quirón con mi oncólogo, el doctor Pérez Carrión. Y le han dicho que está curado. Los españoles somos tan papanatas que creemos que lo mejor está fuera. ¡Bah! Que cada uno haga de su culo un pito.

Le cabrea morirse.

No. Me cabrea la posibilidad de dejar la vida. De no ver las montañas de León que hemos visto hoy viniendo en coche, de no poder estar hablando contigo... He aprendido que hay que confiar en los que te miman. Y tener los pies en el suelo frente al dolor, porque he visto mucho dolor.

¿Curro Jiménez le sigue proporcionando la mejor mesa en un restaurante?

No, creo que me la dan por ser Sancho Gracia, ja, ja. Fue un personaje que me lo inventé. Lo escribí con Larreta, lo presenté a TVE y produje la serie. Empezamos en el 75, todavía vivía 'el Santo'. No podíamos meternos con los alcaldes, así que nos metíamos con los franceses.

Defiende el carácter subversivo de la serie.

La primera huelga salvaje de este país la hice yo en un episodio que dirigía Mario Camus. Llega Curro Jiménez a un pueblo y les dice a los agricultores: '¡No trabajéis, que el dinero os lo traigo yo!'. Un bandolero que roba a los terratenientes. No sé cómo, pero colaba. Yo les decía a mis amigos de izquierdas: '¡No habéis tenido los cojones para hacer lo que yo he hecho!'.

Su primera serie, 'Los camioneros', la pudo rodar gracias a Adolfo Suárez.

Gran amigo mío. Un seductor de personas. Fue jefe de programas en Televisión Española antes de ser presidente. Le apoyé en las primeras elecciones y le sigo apoyando, aunque ahora lo veo poco por su enfermedad. Hace un año que no hablo por teléfono.

¿Qué sintió cuando vio la foto con el Rey que tomó su hijo?

Ahí había cariño... Adolfo es una gran persona y un gran político. Aquellos políticos de la Transición eran de otra casta. Las discusiones en el Congreso tenían mucho más nivel que las de ahora.

¿Siente nostalgia también de la golfería?

El golfo es un hombre abocado a divertirse, a tener amigos, a ir a restaurantes hasta las tantas y disfrutar de la vida. La noche ya ha terminado para mí. Con los que yo salía se han ido: Paco Rabal, Fernán-Gómez, Bódalo... Alguna vez que he ido a una discoteca me he aburrido, no puedo hablar con el de al lado.

Aquellas noches...

Tendría que escribir un libro. La parrilla del Rex, el Scotch, el Café Gijón... Una noche vino un señor que no te voy a decir quién es y nos dijo: 'No vuelvo a salir con vosotros. Las vuestras siempre viven en Madrid, y a la mía la tengo que llevar a Móstoles'.

También frecuentó a intelectuales.

Sí. A Onetti, al que conocí en Montevideo cuando empecé a estudiar. A Juan Benet, al que le encantaba salir después de las tertulias de los sábados. A Benedetti, otro uruguayo genial. A Vinicius de Moraes, poeta y 'diplomata', como él decía... Onetti se refugió en su casa y no salió nunca más. Hice un personaje con Álex de la Iglesia en 'La habitación del niño' basándome en Onetti, metido en la cama con dos botellas de whisky.

¿Cuando ve a su hijo Rodolfo se ve a usted?

Cuando le veo me emociono, primero como padre, y luego, en frío, pensando como actor. Es muy bueno, aunque hay cosas que todavía tiene que aprender. A veces le descubro miradas mías, pero es mucho más práctico y sensato que lo era yo a su edad. Me gustaría que hiciese más teatro, algún clásico. Y las vuelve locas el cabrón. Tiene un hijo maravilloso, mi nieto, que es la hostia. Tiene catorce años y juega muy bien al tenis. Lo tuvo a los diecinueve.

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