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MÚSICA

Una factoría legendaria

Una antología celebra las bodas de oro de Motown, el mítico sello que lanzó la música soul

J. OLARTE

Viernes, 27 de marzo 2009, 11:59

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Se acaban de cumplir 50 años del nacimiento de Tamla Motown. Una pequeña discográfica fundada por un modesto obrero negro de Detroit que, superando barreras raciales, generaría una gran industria en torno a la música soul protagonizando una de las más fascinantes epopeyas de la historia de la música popular. Para celebrar el hito que suponen las bodas de oro de esta legendaria factoría de éxitos (más de 180 números uno en Estados Unidos), el emporio Universal, al que hoy pertenece su vasto catálogo, ha preparado una serie de eventos y lanzamientos discográficos.

Esta amplia retrospectiva del valioso legado de la Tamla Motown, que incluye la reedición de los discos más clásicos del sello, arranca con la edición de la antología 'Motown 50', triple álbum que reúne el medio centenar de canciones que el público de cada país ha podido elegir votando durante cinco semanas a través de la web votamotown50.com.

Como no podía ser de otra forma, el top 50 elegido en España reúne a la crema de un sello cuyo catálogo completo de artistas ocuparía varias páginas. La selección, que, más allá del fetiche, dirá poco a los viejos seguidores del sello, incluye 50 atemporales y trilladas gemas del llamado Sonido Detroit. Del 'My Girl' de los Temptations, que abre el primero de los discos, a 'hits' sucesivos de los Jackson 5 ('I Want You Back', 'I'll Be There'), Marvin Gaye ('What's Going On', 'Let's Get It On'), Diana Ross & The Supremes ('Ain't No Mountain High Enough', 'Can't Hurry Love'), Stevie Wonder ('Superstition', 'Sir Duke', 'For Once In My Life'), Four Tops ('Reach Out', 'I'll Be There'), Commodors ('Easy'), Edwin Starr ('War'), Isley Brothers ('This Old Heart Of Mine'), Smokey Robinson & The Miracles ('Tears Of A Clown'), Spinners ('It's A Shame'), Martha Reeves & Vandellas ('Dancing In The Streets'), Mary Wells ('My Guy') o un Michael Jackson emancipado precozmente de sus hermanos con temas como 'Ben' o su precoz versión del 'Ain't No Sunshine', de Bill Whithers.

Vibrante sinceridad

Centrado en los años más gloriosos del sello (los 60 y primeros 70) y empaquetado con esmero, el triple 'Motown 50' sirve para reivindicar el glorioso patrimonio de una marca que, más allá de la decadencia progresiva que viene experimentado desde hace dos décadas, continúa ejerciendo un gran poder de seducción.

Lo saben las estrellas del pop (Stones, Bowie, Phil Collins, Joe Cocker, Springsteen, Amy Winehouse...), publicistas y directores de cine como Bill Condon, que hace dos años acaparó ocho nominaciones al Oscar con 'Dreamgirls', filme inspirado sin disimulo en la fulgurante carrera de las Supremes de Diana Ross, a las que emulaban Beyoncé y la ganadora de la estatuilla a la mejor actriz de reparto, Jennifer Hudson.

Y es que en la era del mercantilismo, el soul de la Motown conserva el valor añadido de la emotiva y vibrante sinceridad, que transmite un pálpito ideado en su momento para trascender razas y segmentos de público. Su fundador, propietario y moldeador fue Berry Gordy Jr., un obrero de una fábrica de automóviles que probó como boxeador y propietario de una tienda de discos de jazz para, tras su quiebra, apostar por componer y producir soul y rhythmn and blues. Tras firmar en 1957 el clásico 'Reet Petite', de Jackie Wilson, invirtió 800 dólares prestados por su familia y puso en marcha la compañía que daría identidad al soul con denominación de origen Detroit.

Gordy compró una sencilla casa de dos pisos, la dotó de medios técnicos (grabadoras de ocho pistas) y comenzó a justificar el cartel que proclamaba que aquello era 'Hitsville EE UU' (La ciudad de los éxitos). Tamla fue el primer nombre del imperio naciente, al que luego se añadió Motown, diminutivo de 'Motor Town' o 'la ciudad del motor' en alusión a la meca de la industria automovilística americana.

Su planteamiento inicial partió del logro de un sonido urbano y exuberante, diferenciado del soul sureño, profundo y rural facturado en Memphis por etiquetas como Stax. Moderno ritmo y blues difundido con ambiciosos planes de mercadotecnia y dotado de un potencial pop que le permitiera sintonizar con el gran público, blanco y negro. Después de todo, Motown se publicitaba como 'El sonido de la joven América'.

Sus canciones exuberantes y contagiosas iban subrayadas por bajos cadenciosos, ritmos percusivos y suntuosos arreglos de cuerdas y metales. Una orfebrería contrapesada con el poderío de grandes voces, enfatizadas por coros emparentados con el gospel eclesial.

Quizás por haber trabajado en la línea de ensamblaje de Ford, Gordy planteó su pequeño emporio como una factoría con cadena de montaje musical. Los jóvenes de los suburbios con potencial de estrellas eran pulidos como figuras de espectáculo por un equipo de asesores (coreógrafos, profesores de canto y de buenos modales, jefes de producto...) supervisado por el propio Gordy, que ponía además a su servicio a un impecable plantel de músicos de estudio y tándems de compositores como Norman Whitfield-Barrett Strong, Lamont Dozier y los hermanos Eddie y Brian Holland o un William 'Smokey' Robinson a quien Bob Dylan llamaría «el poeta vivo más importante de América».

Conciencia racial

'Please, Mr. Postman', un viejo blues de Williams Garrett adaptado para las Marvelettes con un joven Marvin Gaye tocando la batería, fue el primer número uno de Motown, que luego versionearían los Beatles. Se grabó a finales del 61 y preparó el terreno para el éxito posterior de otras solistas y grupos femeninos como Mary Wells, Martha Reeves & The Vandellas y Diana Ross & The Supremes.

Los buenos resultados comerciales favorecieron la idea de Gordy de fomentar la competencia interna de sus artistas, que acabaron copando las listas de éxitos. Sólo en los 60 Motown logró colocar más de 50 números de pop o R&B y otros 300 sencillos en el 'hit parade' de 'Billboard', poniendo la banda sonora a la consolidación en la sociedad americana de una acomodada y burguesa clase media negra. En 1971, Motown se traslado a Los Angeles, donde, sin el embrujo de Detroit, el trabajo en equipo fue desplazado por el talento de estrellas emergentes como Stevie Wonder, Marvin Gaye, Edwin Starr y grupos como Four Tops o The Temptations que, con anuencia del siempre oportunista Gordy, entregaron grandes himnos con conciencia política y racial.

A medidos de los ochenta, la compañía comenzó a sufrir un progresivo ostracismo del que no se ha recuperado. Más que por su actual catálogo de artistas que abarca R&B, hip hop y reggae, su futuro parece estar en la gestión de valioso patrimonio editorial y la rentabilización de un repertorio excelso y abrumador, al que han recurrido una interminable listado de luminarias del pop.

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