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COLPISA
Miércoles, 18 de marzo 2009, 02:54
El Papa Benedicto XVI, que ayer inició en Yaundé su primer viaje a África, abordó de entrada el drama del sida reiterando la posición de la Iglesia católica contraria al uso del preservativo. Ya en el avión que lo llevaba desde Roma a la capital de Camerún, el Pontífice estimó que no se puede «solucionar el problema del sida», que es un devastadora pandemia para África, «con la distribución de preservativos». «Al contrario, su uso agrava el problema», señaló.
Benedicto XVI llegó poco antes de las 16.00 horas a Yaundé, la primera etapa de un viaje de una semana que también lo llevará a Angola, y fue acogido por el presidente camerunés, Paul Biya. El Papa pronunció un breve discurso en el que recordó los males que sufre África, «la violencia, la pobreza, el hambre, la corrupción y el abuso de poder», y declaró su deseo de aportar «esperanza».
Biya, por su parte, alabó «el interés» de Benedicto XVI por «quienes sufren la guerra, la miseria, la enfermedad o la opresión». «Su sola presencia da esperanza y confianza en el futuro», añadió.
Sólo la abstinencia
Tal como reiteró Ratzinger, el Vaticano se opone al uso de cualquier método anticonceptivo -aparte de la abstinencia, temporal o total- y en consecuencia condena el uso del preservativo, aunque sea con fines profilácticos.
En el África subsahariana viven el 67% de los 33 millones de personas portadoras del virus en el planeta, incluyendo el 90% de los niños portadores. El problema es particularmente grave en países como Botsuana, Suazilandia y Sudáfrica. Unos 5,5 millones de los 48 millones de sudafricanos son portadores del virus.
En su discurso en la capital camerunesa, Benedicto XVI -cuya reciente decisión de levantar la excomunión a un obispo que negó públicamente el Holocausto sigue causando malestar en el Vaticano- aseguró «no sentirse solo», sino «rodeado de amigos».
A continuación se refirió a «los conflictos regionales» que azotan África, «el tráfico de seres humanos (...), una nueva forma de esclavitud», «la penuria de productos alimentarios», la «crisis financiera» y «los desórdenes del cambio climático» que afectan al continente «de forma desproporcionada».
La Iglesia no viene a proponer a los africanos «nuevas formas de opresión económica o política», añadió, y precisó que tampoco quiere atizar «las rivalidades interétnicas o interreligiosas» sino ofrecer «la paz y la alegría del reino de Dios».
Según estadísticas oficiales de la Iglesia católica, el número de fieles en África volvió a progresar en un 3% en 2007 mientras permaneció estable en el resto del mundo. Pero la Iglesia africana tiene que afrontar muchos problemas, como la pobreza, las relaciones a veces conflictivas con el islam -como en Sudán y Nigeria- y con el cristianismo pentecostalista, que seduce a la población más pobre con sus promesas de curación y prosperidad.
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