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Un camarero sirve el menú en La Bastilla. /J-L
Marbella

Los bares y restaurantes se vuelcan en los menús para no perder clientes

Las ofertas de almuerzos por debajo de los diez euros inundan las calles mientras las comidas a la carta quedan en un segundo plano

CRISTINA GONZÁLEZ

Jueves, 15 de enero 2009, 03:04

Bueno, bonito -ya se sabe que la comida entra primero por los ojos- y, sobre todo, barato. Si hace algunos meses los clientes aún andaban algo relajados y miraban de reojo, sin poner mucha atención, los precios de los platos que iban a degustar, ahora las tres palabras de este manido lema se han convertido en la guía de la mayoría de las personas a la hora de elegir un bar o un restaurante donde apagar el hambre. En época de crisis, cualquier euro que se quede en el monedero multiplica su valor. Lo saben bien los hosteleros, que desde el año pasado ven como las mesas cada vez se quedan más vacías y los potenciales comensales se lo piensan hasta tres veces antes de salir a comer a la calle. Llega la época del 'tupperware' y la única manera de plantarle cara para mantenerse a flote son los menús.

Los carteles junto a las puertas de los establecimientos, con ofertas de almuerzos por menos de diez euros, inundan cada día más las calles; un reclamo para que, especialmente los trabajadores que de lunes a viernes se ven obligados a comer fuera de casa, aparquen el avituallamiento casero y se decanten por almorzar a mesa y mantel con precios modestos. Algunos, aunque novatos en estas lides, ya valoran las bondades de la 'tarifa plana' gastronómica. «Pusimos menús a 8,9 euros hace un par de meses para intentar afrontar la crisis y para captar más clientes», explica Antonio Morales, copropietario de La Taberna del Pintxo.

Ganan por goleada

Como él, decenas de negocios se vuelcan desde hace pocas semanas con la opción de los menús, que ganan por goleada a las comidas a la carta. «Hay días que a mediodía vienen ocho personas para comer menú y sólo una lo hace a la carta», señala Raúl Suárez, copropietario de Tacolote, un restaurante mexicano que lleva apenas tres meses ofreciendo primer y segundo plato, postre y bebida por sólo ocho euros y medio. Incluso hay clientes fijos, que repiten de lunes a viernes. «Está funcionando bien», añade.

El mismo optimismo derrocha Francisco Romero, de La Bastilla. Hace dos meses y medio, tras la experiencia como café-teatro y animado por un amigo que trabaja como cocinero en el local, volvieron a sus orígenes con una selección de menús diarios a nueve euros donde la comida italiana tiene peso específico. Sirven una media de 25 a 30 almuerzos diarios, una cifra nada desdeñable en época de crisis, aunque se apuren gastos. «Algunos que antes venían todos los días ahora lo hacen cada dos y otros optan por medio menú, con un plato, por cinco euros y medio», explica. No descarta implantar este sistema en las cenas. Cuestión de tiempo.

La Arcadia también da a los clientes la oportunidad de optar por medio menú si prefieren comer un único plato. De nueve euros pasa a siete, sin perder un ápice de calidad. «Mayormente viene gente de los bancos, de las oficinas de la zona e incluso vecinos. Muchos además vienen todos los días», subraya Inma García Cantero, propietaria y 'alma mater' del negocio. Hace ahora dos años y medio que apostó fuerte por los almuerzos a precio cerrado como complemento a los desayunos, meriendas y tentempiés de todo el día. Y la aventura puede decirse que ha sido un acierto.

Captar clientes

Desde los negocios también se ve como una buena manera de captar nuevos clientes, como una herramienta de 'marketing' al alcance de la mano. Así lo cree Joanna Dunbar, propietaria de Terra Sana@iLounge. A su juicio, la costumbre de ofertar menús nunca debió perderse, ni en época de bonanza. «Ha sido una pena que se dejara de hacer porque es una tradición de aquí y llegó a identificarse como algo sólo de la clase obrera. Todos los restaurantes deberían hacer menús», apunta. En el suyo, por ejemplo, por 9,90 euros, de día o de noche, puede degustarse una ensalada o un 'wrap' con patatas, bebida y helado. «Lo piden mucho, sobre todo gente de las oficinas», matiza.

Frente por frente, Hervé Gevaudau, propietario del restaurante París-Marbella, despliega igualmente su reclamo en forma de menús. Tres opciones: desde 8,9 a 15 euros para los más sibaritas. Crepes, pasta o platos más elaborados. A gusto del consumidor. «La gente entra preguntando por el menú, también por la noche», dice. De cuando en cuando, además, incluye un plato del día. Ayer hamburguesa con un toque oriental, patatas y ensalada. Para chuparse los dedos...sin gastar demasiado.

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