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RECURSOS. El candidato republicano McCain se dirige a sus seguidores en una de sus últimas intervenciones de campaña. / AP
Laboratorio electoral
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Laboratorio electoral

GABRIEL ELORRIAGA PISARIK

Jueves, 30 de octubre 2008, 02:45

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BARACK Obama emprendió su ahora triunfante carrera electoral partiendo de cero; la pequeña y débil estructura del Partido Demócrata estaba (y está) claramente controlada por los Clinton, sus adversarios internos. En opinión de casi todos los analistas, Obama construyó su victoria en las elecciones primarias sobre un excelente uso de los 'New Media' (nuevos canales de comunicación) y, en especial, a la llamada 'Triple O' ('Obama's online operation'). Sus estrategas decidieron desde el primer momento emplear los recursos que hoy ofrece Internet para estimular el activismo social a favor de su candidato. Aprovechando a fondo las posibilidades de las redes sociales existentes, (Facebook, YouTube, etc.) construyeron con rapidez enormes bases de datos que les permitieron organizar con eficacia a sus simpatizantes. Pronto dispusieron de una estructura de activistas locales, responsables de miles de microcampañas en cada uno de sus entornos, muy autónomas y que se han mostrado altamente eficaces. Este 'partido virtual' de Obama superó con creces la capacidad de las estructuras tradicionales del Partido Demócrata y los resultados han avalado ya el éxito de su opción. Durante mucho tiempo, los expertos en comunicación política y dirección de campañas electorales idearon estrategias dirigidas a seducir a los electores indecisos, aquellos votantes menos comprometidos con uno u otro candidato. Sin embargo, la baja participación electoral, muy acusada en EE UU, puso de manifiesto que la abstención era, con diferencia, la opción política más escogida (siempre en torno al 50%) y, en consecuencia, el terreno más propicio para mejorar los resultados. Este hecho resulta fundamental para entender alguna de las claves de la campaña norteamericana, como también lo es tener en cuenta que sólo pueden votar aquellos que se han registrado previamente para hacerlo. Los equipos de Obama y McCain dejan de lado la lucha por 'robar' electores al oponente y se centran en estimular la participación de sus votantes potenciales, primero animando a la inscripción de los más reacios (los menos acomodados y las minorías raciales) y, luego, empleando incisivas estrategias de movilización. El partido de los que se quedan en casa, sin embargo, seguirá siendo con mucho la opción preferida. Para trabajar sobre su propio terreno político -o para debilitar la credibilidad del contrario entre los suyos- republicanos y demócratas cuentan con herramientas en parte distintas. No existe en EE UU, ni remotamente, una estructura de partidos equivalente a la que poseen el PP o el PSOE en España, con cientos de miles de militantes efectivos, decenas de miles de cargos públicos, miles de sedes a lo largo de todo el territorio nacional y una estructura de dirección jerárquica capaz de ordenar todas sus actuaciones. Con todo, el Partido Republicano cuenta con una organización mucho más amplia y estable que los demócratas, y saca partido de ella de manera más convencional. También las cifras de participación son muy distintas entre nosotros, al menos en las elecciones generales, ya que el 26,15% de abstención en 2008 no alcanza el 32,18% del PSOE ni el 29,30% del PP. A pesar de todo, las técnicas de campaña llegan con sorprendente rapidez desde el laboratorio norteamericano y sus reflejos son evidentes entre nosotros. Ni las necesidades, ni los recursos económicos disponibles son parecidos en España, pero es fácil observar que también aquí se ha caminado en la misma dirección. El PP fue la primera fuerza política española en construir su propia página de YouTube (para mostrar vídeos en Internet) con motivo de las municipales de 2007 y, de nuevo, fue la primera en posicionarse ante las elecciones generales de 2008 con páginas del candidato en Facebook y Tuenti (para crear redes de simpatizantes) y en Flickr (para compartir fotografías en red). El recurso a estos instrumentos ha sido un rotundo éxito que ha llevado a su posterior uso por todas las fuerzas políticas, aunque su importancia relativa es todavía notablemente menor entre nosotros. La prevista victoria de Barack Obama el próximo 4 de noviembre depende ahora de que toda su maquinaria funcione bien hasta el último minuto. Sus mensajes primarios de esperanza ('Hope', formalmente análogo al 'Confianza' que utilizó el Partido Popular en 2007) y necesidad de cambio ('Change we need', que sin duda nos evoca el 'Por el cambio' de González en 1982) han funcionado con gran eficacia. La incorporación de Sarah Palin al 'ticket' republicano ha resultado útil para la movilización de las bases tradicionales del partido, agotadas tras la etapa de Bush y algo desencantadas con el 'centrista' McCain, pero se ha convertido en una barrera aparentemente infranqueable para la mayoría. Obama entusiasma a los suyos al tiempo que Biden, su segundo, ofrece mayores garantías para los más escépticos. Ahora, la estrategia de movilización, sobre todo entre los votantes de origen hispano, tiene que demostrar su capacidad final para decidir la victoria.

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