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Martes, 22 de julio 2008, 20:39
Está considerada la 'obra maldita' del consagrado Lou Reed, un disco incomprendido. Cualquiera lo diría anoche en el Teatro Cervantes. Más de mil personas llegadas de todos los puntos del país agotaron las butacas del recinto -algo meritorio, teniendo en cuenta que las entradas costaban 60 y 100 euros- para escuchar en directo, más de tres décadas después de su composición, la ópera rock 'Berlín'.
Málaga fue anoche la última parada de la gira europea con la que el ex de Velvet Underground se resarce del fracaso comercial que supuso la publicación de 'Berlín' en 1973 y que le llevó a aparcar su puesta en directo hasta hace dos años. Y Málaga fue, además, la única cita española de un grandioso espectáculo en el que la música y las letras sobre el lado oscuro de la vida -drogas, violencia, prostitución, suicidio- se acompañaban de un gran montaje ideado por el propio Reed, Bob Ezrin y Hal Willner, con escenografía del cineasta Julian Schnabel.
El resultado fue una atmósfera especial, escalofriante por momentos, que sumergía al espectador en la triste historia de Caroline y Jim, dos drogadictos del Berlín separado por el muro. Una película recorría la vida de la malograda joven. El público se contagió y escuchaba en silencio las canciones, rompiendo en aplausos al final.
Gritos, silbidos, palmas... y la euforia. Lou Reed aparecía en el escenario con vaqueros y camiseta roja junto a su banda habitual (Fernando Saunders y Rob Wasserman, Tony Smith, Michael Rathke y Rupert Christies). No faltó el guitarrista Steve Hunter, su antigua mano derecha, con el que demostró una gran complicidad en algún que otro duelo de cuerdas. Con ellos, una orquesta y un coro infantil. Tras una introducción de 'Sad song' interpretada por el coro, sonaron los primeros acordes de teclado de 'Berlín', poco después 'Lady day' irrumpía con fuerza. La ópera rock daba comienzo ante un público entregado de viejos rockeros y jóvenes seguidores de una leyenda.
Potente
Temas de potente instrumentación como 'How do you think it feels' y 'Oh Jim' se alternaban con el rock a ratos pausado y a ratos intenso de 'Men of good fortune', 'Caroline says II' o 'The kids'. Poco comunicativo con el público -tan sólo algún gesto y la presentación de los músicos-, Reed hizo alarde de su dominio del directo dando un giro radical a la entonación original de sus canciones, aunque sin perder su esencia. Como un gran maestro, dirigía como nadie los momentos instrumentales.
El coro infantil suavizaba la dureza de muchos temas y añadía dramatismo a otros. Sobrecogedora la recta final de la ópera con las impactantes canciones 'The bed' o 'Sad song' sobre el suicidio de la protagonista y la melancolía posterior, donde las voces de los niños cobraban un mayor protagonismo.
Pero Reed no se podía ir de Málaga sin tocar algunos de sus clásicos. En los bises y tras una larga espera sonó 'Satellite of Love' y 'Rock and roll', entre otros.
Anoche, definitivamente, en Málaga se rompió la maldición y el revés de los años setenta se convirtió en todo un éxito del siglo XXI. Un broche de oro para el festival Terral.
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