
Secciones
Servicios
Destacamos
ALBERTO G. ALMENDRES
Sábado, 28 de junio 2008, 19:03
Con los ojos brillantes y los labios pintados de su característico rojo intenso, Luz Casal subió anoche al escenario de La Malagueta (lleno a rebosar con unas 8.000 personas) para ofrecer uno de los conciertos más especiales que Málaga recuerda en los últimos años. Lo hizo acompañada por sus músicos y con un pasodoble interpretado por la Banda de Música de Gibraljaire como telón de fondo, justo antes de que sonaran las primeras notas de 'Sé feliz', esa canción que Luz ha convertido en la mejor respuesta para quienes se preguntan qué actitud tiene la intérprete gallega después de todo lo vivido.
El de ayer no era un concierto más. La recaudación íntegra de la taquilla, más de 115.000 euros, será destinada a la Fundación IMABIS, que coordina la investigación sobre el cáncer llevada a cabo en el Hospital Carlos Haya, el Hospital Clínico y la Universidad de Málaga. Es un gesto de agradecimiento que Luz quiso tener con el equipo que dirige el oncólogo Emilio Alba, que trató a la cantante en sus frecuentes visitas a Málaga durante su enfermedad.
A las mujeres
El concierto comenzó en formato acústico, con Luz y su banda situados al final de la pasarela que prolongaba el escenario varios metros. Allí Luz envolvió a la noche de la multitud de sensaciones que inocula a sus canciones, desde la nostalgia de 'Entre mis recuerdos' hasta el brío de 'No me importa nada', que desde hace años dedica en todos sus directos a las mujeres. Luz, serena y elegante, se movió con excelencia vocal en los medios tiempos, que hicieron las delicias de los más intimistas. El fin de este primer bloque lo puso 'Piensa en mí', el bolero con aires de fado que Agustín Lara compuso hace más de medio siglo y cuyos primeros acordes bastaron para arrancar una de las mayores ovaciones de la noche. Fue entonces cuando Tino DiGeraldo dejó el cajón para ir a esa batería que toca como nadie en España y como pocos en Europa; síntoma indudable de que Luz estaba preparada para desplegar su parte más eléctrica, el rock que la vio nacer como intérprete y en el que se maneja a su antojo, y desvelar alguna de las sorpresas del concierto.
Entre temas de su último álbum, 'Vida tóxica', y otros rescatados de sus diez discos anteriores, Luz presentó a LaMari, voz y vida de Chambao, otra superviviente a golpe de partitura. Ambas se fundieron en un sentido abrazo antes de que comenzase a sonar 'Tu frialdad', de los inolvidables Triana, canción que la banda de Luz versionó rozando el reggae en el que fue uno de los momentos más mágicos del espectáculo. Luego se sucedieron temas de indudable corte rock, como 'Hechizado' o el célebre 'Rufino', con dos de las canciones más desgarradoras del repertorio: 'Es por ti' y 'Besaré el suelo', en la que el intenso solo de guitarra eléctrica de Jorge Ojea sirvió como prólogo perfecto a la garra y potencia de las que Luz impregna la parte final del texto escrito por Carlos Goñi.
La mayor sorpresa fue sin duda la presencia de Diana Navarro en el escenario, presentada por la cantante gallega para interpretar juntas y con el piano de Josué Santos 'Tatuaje', la mítica copla que popularizó Concha Piquer. El experimento fue agradecido por el público con un largo aplauso y se aprobó con nota; Diana Navarro navegaba en aguas conocidas en las que se sabe buena marinera y Luz, por su parte, evidenció una poderosa capacidad vocal no siempre recogida en sus discos y subrayó su magistral talento interpretativo. El final de fiesta estuvo marcado por globos blancos y azules, los colores de Málaga, y por una versión aflamencada y divertida de 'Quiéreme aunque te duela', canción que Luz editó en 1987 y que anoche cantó con LaMari y con Rockberto, el ingenioso cantante de Tabletom, histórico grupo malagueño.
Trabajo en la intimidad
Más allá de la calidad musical ofrecida anoche, en las retinas de todos los asistentes quedará impresa la cifra expuesta en la gran pantalla colocada encima del escenario y que irá íntegra a investigar sobre el cáncer. Y, sobrevolando la donación, la actitud de Luz, que durante toda su enfermedad curó sus heridas en la intimidad y siguió trabajando en su estudio de grabación, sin ceder un solo paso al desaliento, actuando sobre el dolor con la música. Del cáncer, Luz Casal sólo conserva el aprendizaje, el cariño demostrado por la gente y el pelo corto con el que ayer, descarada, se atrevió a jugar, poniéndose una peluca para mover su ficticia melena en 'Un pedazo de cielo'. Anoche, en La Malagueta, Luz recreó sin saberlo los versos que María Elena Walsh dejó escritos: «Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.