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LA IMAGEN. Jesús Atado a la Columna es una obra de Pablo de Rojas de finales del XVI.
Los fieles lloraron el sufrimiento de Jesús Atado a la Columna
PASIÓN DEL SUR. ARCHIDONA

Los fieles lloraron el sufrimiento de Jesús Atado a la Columna

El silencio sepulcral de las calles archidonesas llenaron de sentimiento a los centenares de devotos que quisieron acompañar a Cristo pocas antes de su muerte. Fue un anochecer de dolor intenso.

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Miércoles, 19 de marzo 2008, 02:53

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ARCHIDONA presentaba ayer al atardecer, quizás, la estampa más curiosa de todas las que se pueden ver durante el año. No se escuchaba absolutamente nada. Nada entorpecía el caminar pausado de Cristo por las calles, en una salida que se retrasó sobre el guión habitual de los últimos años para ver la calle en torno a las 20.30 horas. Fue una procesión sobria, auténtica, de respeto. Y unos momentos de meditación y reflexión con un único referente: ese Jesús sufridor que se agarraba a una vida que nunca debió perder.

Cayó la noche y la Cofradía de la Soledad sacó a las calles una de sus preciosas imágenes: La de Jesús Atado a la Columna que fue recibida ya con grandes muestras de emoción a su salida. La inexistencia de acompañamiento musical dotaba a esta procesión de un carácter especial que los archidoneses supieron apreciar. Eso sí, Jesús lució esplendoroso los numerosos estrenos que le habían preparado para este año, como son las cuatro anáforas realizadas en madera y con aplicaciones de orfebrería, varales de aluminio retráctiles y la confección de equipos completos para parte de las secciones de penitentes y para los horquilleros.

Jesús inundó de sentimiento todos los rincones de Archidona por los que pasó en su vía crucis, aunque fueron especialmente emotivos los momentos en los que la imagen se adentró en parte del antiguo itinerario cofrade. Esta es otra de las peculiaridades que destacan al Cristo de la Columna, que hace vivir instantes de la historia más reciente de la Semana Santa archidonesa.

Durante el recorrido se pudieron ver a los integrantes del apostolado de esta Cofradía, que ya no llevaban cruces a sus hombros pero que se sienten identificados con esta denominación. Ataviados de negro absoluto siguieron los pasos de Jesús durante las horas que duró la procesión.

La imagen de Pablo de Rojas (finales del siglo XVI) relució en silencio a su paso por las calles Salazar, Almohalla o Pilarejo. La gran calidad artística de esta imagen, de acertadas proporciones y sereno y clásico contraposto, hace destacar la serenidad de un Jesús que guarda su dolor y lo comparte con todo un pueblo.

Las miradas al precioso trono de Antonio Aranda (1997) se alternaban con las miradas al cielo, los pensamientos puros y la esperanza de que la vida volviera a dar una oportunidad ante la muerte anunciada del hijo de Dios.

Las calles de Archidona eran ayer el principio y el final de una esperanza alumbrada por los cuatro faroles del trono de Jesús y los cirios que portaban los penitentes. El encierro de la divina figura en su casa hermandad fue uno de los momentos clave de la noche. Las miradas, ahora sí, tenían como única dirección la del cielo para pedir por el Señor que se acaba de encerrar, pero que hoy volverá otra vez a llenar de sentimiento y pasión a un pueblo que siente muy dentro la pena por la muerte de Jesús.

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