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OJO SECRETO

Izquierda, Second Life

ANDRÉS NEUMAN

Sábado, 23 de febrero 2008, 02:50

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Lo que menos necesitaba en estos tiempos la izquierda española es darle torpemente razones a la derecha HE visto con tristeza y perplejidad la película en Second Life que, como inicio de campaña, difundió Izquierda Unida. En ella el personaje de Gaspar Llamazares, entre otras acciones virtuales, quema con un mechero una foto de la familia real y lanza a Rajoy al fondo de una ambulancia. También hace otra cosa mucho más razonable para el votante medio de IU: darle a Zapatero una dosis imaginaria de 'izquierdina', para que fortalezca su compromiso con los valores sociales. Pero, para entonces, la violencia del incendio y del empujón en la ambulancia han estropeado la credibilidad del discurso.

Me duele en el alma tener que criticar a IU, que es un partido imprescindible para nuestra democracia que resiste como puede el bipartidismo dominante y que, pese a tener un millón largo de votantes, se ve perjudicado por la injusta ley D'Hont que redistribuye los escaños de forma desproporcionada. Pero, como mi idea de la izquierda incluye la autocrítica (costumbre absolutamente desconocida para el PP), debo decir que esta vez se han equivocado de manera lamentable. Aunque la idea de hacer política en Internet o de vincular política y ficción sea original e interesante, no por ello el vídeo deja de ser agresivo en la forma y desafortunado en el fondo.

Ante todo, por muy republicano que uno se sienta, no se debe quemar una foto de nadie en público, y mucho menos la foto de alguien que desempeña una función política dentro de una democracia. Lo digo precisamente como republicano. Nos guste o no, nuestra monarquía es constitucional (y así se ha comportado siempre). Y los principios constitucionales se discuten, se modifican. No se queman. Esa es la diferencia entre el compromiso y el vandalismo. La izquierda democrática necesita hablar siempre el lenguaje de la democracia. Se me dirá que era sólo una foto. Pero esa objeción también sería grave, porque implica negar el poder de los símbolos y el valor de las metáforas, que son dos pilares básicos de la cultura y el intelecto. Por lo demás, eso lo sabe muy bien IU, que por algo eligió un medio ficticio como Second Life para hacer campaña.

Si los responsables del corto estuvieron desafortunados a la hora de elegir el guión, peor aún lo hicieron al intentar defenderlo: casi inmediatamente el partido difundió un comunicado, no sé si cínico o cobarde, en el que se negaba cualquier intención de ser ofensivos «contra nadie ni contra nada, sea una persona pública o una institución», recurriendo a una excusa políticamente correcta para defender unas imágenes que habían sido concebidas como todo lo contrario. Casi hubiera preferido que admitieran con valentía su voluntad de atacar a determinadas instituciones y personajes, con la intención (por ejemplo) de generar un debate conflictivo o remover nuestras conciencias. Pero ni eso.

No sólo lamento el vídeo, sino el daño que se le hace a la imagen de su protagonista. Pese a sus discretos resultados electorales (que no me parecen achacables a él, sino a la dinámica regresiva en la que está instalada IU desde hace bastantes años), siempre he pensado que Llamazares ofrece un rigor y una seriedad poco habituales en el circo político. Llamazares no grita ni es demagógico en sus propuestas, que suelen estar llenas de contenido. Tiene la serenidad suficiente como para criticar el conservadurismo de la derecha sin dorarles la píldora a los socialistas, apoyándolos cuando es oportuno para sacar adelante propuestas progresistas y distanciándose de ellos cuando no coincide. Pero por lo visto el núcleo duro del partido quiere más. No les basta con un líder de izquierdas sensato, prudente y realista. Quieren caña. Ortodoxia. Me imagino que ese sector estará contento con el vídeo, porque creerán que recupera el pulso más combativo y genuino. Creo que se equivocan.

Con este tipo de iniciativas IU no recupera nada, más bien pierde lo poco que tenía ganado. Lo que menos necesitaba en estos tiempos la izquierda española es darle torpemente razones a la derecha, que habla del radicalismo izquierdista como si nunca hubiera habido Transición. Se trata, o lo parece, del triunfo de la ortodoxia dentro de un partido que lleva años luchando por modernizar sus principios, que no quiere decir renunciar a ellos sino actualizarlos. En idéntica línea, el título del corto no podía sonar más sectario y esencialista: 'Sin IU no soy nada', demasiado parecido a viejos lemas centralizadores del tipo 'todo por el Partido', 'todo dentro de la Revolución, nada fuera de ella', etcétera. Algunos pensarán, ya digo, que así se recupera el espacio de la izquierda. Quizá sea al contrario. En la difícil búsqueda de un espacio propio, el ala dura del partido ya ha encontrado el suyo: el vacío electoral, la soledad más pura.

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