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Un perfil de Pilar R. Quirós
Domingo, 17 de febrero 2008, 02:34
EL día que el Gobierno se acordó de él y recibió la Medalla de Oro al Trabajo, José Luis Sánchez Domínguez, el 'señor Sando', se emocionó. Y no hablando de sí mismo. Con la voz entrecortada y los ojos cargados, miró hacia su mujer y le dijo, ante un gran auditorio, que nada de esto habría sido posible sin su sacrificio, sin su apoyo. Luego, no ha dejado de decirlo en cada gran ocasión que ha tenido. Y esa generosidad que le muestra a su inseparable compañera desde hace 40 años es la que hoy derrocha con sus seis nietos (siete próximamente, porque uno está por llegar) este gran hombre de negocios, que hoy sigue liderando, con el apoyo de sus cuatro hijos, una de las diez empresas constructoras más importantes del país.
Si se le pregunta de qué está orgulloso, no duda un segundo: «Estoy muy orgulloso de tener a mi cargo 2.500 trabajadores, esto lo diré siempre», asegura mientras fija unos cansados ojos azules en su interlocutor. La jornada de hoy (martes) ha sido casi de locos. Reuniones desde las nueve de la mañana, una hora escasa para comer, y viaje a Madrid a las ocho de la tarde en el AVE. Ya son las siete, y su chófer ya anda nervioso en el hall de la sede de Sando en Málaga. Pero José Luis aún no ha acabado, así que otro día más llegará con el tiempo justo de bajarse, casi correr rumbo al andén y subirse camino hacia la capital, donde le esperan nuevas jornadas maratonianas. Con 70 años recién cumplidos nadie le ve jubilado. Ni siquiera él mismo. Su mujer lo resume perfectamente: «Si una de sus grandes pasiones, junto con el campo, es su trabajo, la verdad es que no nos lo imaginamos retirado de lo que más le gusta».
José Luis, malagueño de pura cepa, nació en el popular barrio de La Isla, en la carretera de Cádiz el 1 de enero de 1938 en el seno de una familia humilde. Su padre era trabajador de la Renfe y su madre se dedicaba a cuidarlo a él y a sus tres hermanas Pepita, Ana y Charo. «Todavía mis hermanas se refieren al niño cuando hablan de mí», asegura.
Su rápida inquietud comercial le llevó a trasladarse con 16 años a Lucena (Córdoba) donde sus tíos eran mayoristas de frutas. Y así empezó aprendiendo de un negocio, del que se hizo con las riendas en un abrir y cerrar de ojos. En poco tiempo ya era capaz de ir a Málaga, visitar las fincas agrícolas, comprar las frutas y las hortalizas y llevarlas a Córdoba para venderlas allí. «Aquí se me despertó la pasión por el mundo de los negocios, de la empresa».
Su talento comercial era innato. De su padre también había aprendido el secreto de la compraventa porque en una época, la posguerra, en la que los sueldos no eran para tirar cohetes, su progenitor mejoraba la vida de la familia «comprando y vendiendo cualquier cosa, cualquier mercancía que llegara por tren a Málaga».
El pescado fue la siguiente de sus incursiones en el mundo laboral. De Córdoba se fue a Algeciras, donde una tía suya tenía un secadero de pescado, y con 22 años volvió definitivamente a Málaga. En esa época, José Luis, un hombre eminentemente familiar y que de hecho se había apoyado siempre en su familia para prosperar ya debía andar buscando pareja. Pero antes había que seguir buscándose la vida y por eso empezó a transportar botellas de oxígeno a talleres y hospitales de la Oxhídrica Malagueña.
Un día bañándose en las playas de La Misericordia conoció a Paqui. Ella era la hija de la dueña del conocido chiringuito 'María' (que hoy regenta su hermano Juani) y andaba entre los guisos cuando salió a acercarle algo a su madre. Movió las cortinillas que separaban la cocina de la barra y ambos se miraron. Un auténtico flechazo que acabó en boda en 1967, cuando José Luis tenía 30 años. Las pasadas navidades celebraron los 40 años de casados y los 70 años del industrial en Eurodisney, París, adonde acudió la familia al completo. Todo en números redondos, como los que le ha deparado su vida, no sin enormes sacrificios.
Tras casarse, empezó a comprar camiones y maquinaria de obras públicas y puso una empresa de alquiler, que ya se llamó José Luis Sánchez Domínguez. Pero fue en 1974 cuando fundó Construcciones Sando. Su primera obra fue su casa en la calle Soliva, en el Camino de Antequera.
Hoy cuando se le pregunta qué le queda por hacer, y se le hace en un clima de confianza, él no duda un instante: le gustaría volver a empezar. Ser de nuevo joven y construir como hace exactamente ahora. Así que, como se puede observar, José Luis es un hombre satisfecho con su vida. Con su familia, con sus hijos y con sus nietos. Uno de sus grandes 'hobbies' es pasear por el campo. En su mente albergó durante mucho tiempo comprarse una finquita, y cuando lo hizo, en Córdoba, donde ya vivió en su juventud, instaló allí sus cuarteles de fin de semana en invierno y el que quiere ir a verlo ya sabe dónde encontrarlo. Entre alcornoques y encinas. Entre ciervos y jabalíes y unos cerdos ibéricos que cría que quitan el sentido. «Cuando adquirí la finca y pude comprarme los caballos, pensé que era un homenaje a mi padre, que aunque le encantaban nunca pudo tenerlos», subraya con nostalgia. Otro de sus entretenimientos es comprar enganches para sus nietos, a los que disfruta viéndolos pasear en los pequeños banquitos.
Le encanta estar con sus amigos y conversar con ellos. Salir a comer pescaíto. Lástima que algunos de los mejores le hayan dejado ya. Su mujer no duda en decirlo: «Siempre ha sido un gran amigo de sus amigos».
Él y su familia son cofrades del Cristo de la Misericordia, 'El Chiquito'. Esta imagen está en la perchelera iglesia de la Virgen del Carmen, en la plaza de Toros Vieja, donde están bautizados él y todos sus nietos. Pese a lo que se pueda pensar, José Luis es un hombre eminentemente sencillo. Enemigo de los grandes lujos, ha educado a sus hijos en la importancia de lo que cuesta ganar las cosas. De lo que vale, o valía, una peseta. «Para mí ha sido muy importante inculcarles el valor por el trabajo», matiza.
Si de resumir su actual momento se trata, hay que dejar bien claro que aún le queda mucho fuelle: «Sando tiene capacidad técnica y humana para jugar en primera división, y aquí es donde queremos seguir jugando».
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