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EL MIRADOR

Pobre Andalucía

TEODORO LEÓN GROSS

Martes, 5 de febrero 2008, 02:58

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LOS dos duelistas del 9-M se han citado este último fin de semana en Andalucía con la certeza de que mucho del éxito electoral se dirime bajo este sol: más de la quinta parte de los votos del PSOE están al sur de Despeñaperros, donde además aventaja en casi un millón de papeletas al PP, de modo que éste necesita volver a debilitar ese flanco clave -como en 2000, cuando redujo el margen a poco más de cien mil- para asaltar la Moncloa. Y tras el duelo de este fin de semana queda claro que se trata de eso: los problemas de Andalucía les importan una higa y ésta sólo es una coartada para bajar a recaudar votos.

Rajoy ha confesado que lo suyo con Andalucía es puro 'feeling', un sentimiento entrañable, una afinidad íntima. Hay que tener morro. De hecho, pocas horas después, su número 2 volvía al discurso de la Andalucía subsidiada, corrupta y caciquista; el mismo de otros dirigentes, como Aguirre o el propio Aznar, durante toda la precampaña. El PP nunca ha interiorizado Andalucía -todavía arrastra el lastre del maltrato del aznarismo manipulando el censo y escamoteando 2.500 millones legítimos de fondos europeos- pero Rajoy se ha subido cínicamente al carro de Zapatero, que ya ha convertido en un género la adulación hiperbólica de Andalucía hasta el esperpento. Cuando aquí se iniciaba la IIª Modernización, él ya consumaba cómicamente la IIIª; y este año proclama Andalucía como 'modelo' aun estando a la cola de casi todas las estadísticas de desarrollo, mimetizando en definitiva la propaganda de la Junta: 'Andalucía al máximo', 'Andalucía Imparable' y todo eso. Esta comunidad merecería discursos sobre economía, empleo o educación, en lugar de ese lenguaje de feriantes antiguos con todo el repertorio casposo de las adulaciones retóricas.

La incertidumbre electoral se mantiene pero ya hay algunas cosas claras: Andalucía sigue en la trastienda de la respetabilidad. Los duelistas nunca se presentarían en Cataluña o Euskadi a decir esas bobadas. Tal vez, eso sí, esto obedezca a una evidencia empírica: aquí no hace falta más. El conformismo irredento del andaluz resiste todo. En otras comunidades los votos salen caros y aquí muy baratos, al precio de unos adjetivos rimbombantes.

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