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ESPECTACULAR. Haislip suele deleitar al público del Palacio de los Deportes con mates como el de la imagen. / FRANCIS SILVA
El Unicaja se aferra a Haislip para reanudar su escalada liguera (80-77)
BALONCESTO. LIGA ACB (DECIMOCTAVA JORNADA)

El Unicaja se aferra a Haislip para reanudar su escalada liguera (80-77)

El americano decide en los instantes finales el duelo frente al Pamesa, que anuló una desventaja de 22 puntos. Tras 20 minutos realmente brillantes, el cuadro local acusó el atasco ofensivo sufrido en la segunda parte

JAVIER L. RUIZ

Lunes, 21 de enero 2008, 10:04

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Sus espaldas son fuertes y anchas, en consonancia con una musculatura de porte mitológico en conjunto. Está preparado para soportar peso. Y responsabilidades, también. Después de lo visto ayer, y si es que quedaba alguna duda, Marcus Haislip añade a sus cualidades atléticas y a su innegable calidad como jugador la vitola de referente, de hombre capacitado para erigirse en centro de las miradas y esperanzas cuando arrecia el temporal. Lo fue contra el Pamesa. Gracias a él, el Unicaja detuvo su entrada en barrena en un último cuarto horroroso por culpa de una parálisis ofensiva total. Haislip se bastó para reconducir un choque que, apenas unos minutos antes, nadie podía imaginar que acabase con derrota y que no lo hizo gracias a los puntos del ala-pívot estadounidense (80-77).

Perder figuraba como un imposible en un partido en el que la calidad esparcida por el Unicaja durante una primera parte excelsa y las ventajas de hasta 22 puntos conseguidas (38-16, minuto 16) obligaban a mirar con el mejor de los ojos posibles. Sin embargo, la reanudación del choque llevó consigo el regreso a la mediocridad al equipo malagueño, que avanzó por el choque propulsado por la inercia de su comienzo inmejorable. Una circunstancia a la que sacó el máximo partido el Pamesa, sobre todo con un parcial de 0-17 entre los minutos 30 y 36 que anuló la ventaja malagueña y sembró todas las dudas posibles y a falta de 4:30 para el final (61-61).

Decisivo

Fue entonces cuando Marcus Haislip acabó por acaparar casi en exclusiva el protagonismo en un partido en el que deslumbró de extremo a extremo. El ala-pívot estadounidense resultó tan decisivo en el planteamiento como en el desenlace del choque. Pero sobre todo en un final en el que sus puntos tuvieron como fruto un triunfo de gran valor para el conjunto malagueño. Su regreso a la pista con el encuentro igualado permitió al Unicaja detener su caída en barrena. Nueve puntos casi consecutivos, sólo separados por una canasta de Welsch, permitieron al cuadro local volver a alejarse del alcance del Pamesa, aunque la persistencia del rival obligase a contener la respiración hasta que Jiménez capturó el último rebote del encuentro tras el fallo de Cabezas desde la personal.

Sólo entonces estuvo a buen recaudo una victoria que permite al cuadro 'cajista' proseguir con su escalada liguera en pos de las cuatro primeras plazas, el objetivo manifiesto para una segunda vuelta que si no empezó de manera redonda fue por la incapacidad del Unicaja para devolver al Pamesa los diez puntos cedidos en su visita a la Fuente de San Luis. El doble objetivo de ganar y remontar estuvo cerca, muy cerca, gracias al tino exhibido por el conjunto de Los Guindos para controlar el partido desde el mismo arranque.

Diez puntos consecutivos de Haislip, que sacó el máximo partido a su poderío físico y a la inexperiencia de Claver, unidos a un control absoluto del rebote y a una defensa asfixiante capaz de dejar en ocho puntos al Pamesa en todo el primer cuarto permitieron al Unicaja sentar las bases de un triunfo plácido que a la postre lo fue sólo en apariencia. El parcial de arranque dejó para el recuerdo un juego tan divertido como eficaz, con porcentajes de acierto superiores al 60 por ciento en todas las distancias, y que tuvo continuidad incluso una vez comenzadas las pertinentes rotaciones.

El Unicaja consiguió desarticular la aportación del perímetro del Pamesa. El equipo valenciano, incómodo e inestable sobre la pista -Katsikaris cambió una y otra vez la configuración y las piezas de su quinteto-, se encontró además con el serio problema de las faltas personales de sus hombres altos. Garcés, con tres al quinto minuto de partido. Miralles, con otras tantas diez minutos después.

Aportación

En las filas locales, la situación resultaba antitética. La aportación era generalizada, incluso en los hombres menos habituales, como un Popovic convertido ya en el tercer base del equipo, o Sanders, animado en ataque. Las diferencias proseguían su crecimiento en el marcador, aunque de manos de Oliver el Pamesa pareció recuperar sus constantes vitales, si no para remontar, sí al menos para detener el crecimiento casi exponencial de las ventajas locales y fijar las diferencias, aunque siempre se mantuvieron por encima de la decena de puntos.

El primer aviso de peligro llegó tras el descanso. Los 15 puntos de renta acumulados por el Unicaja menguaron por primera vez desde el comienzo por debajo de los diez gracias al 0-6 visitante de salida. Sin embargo, la capacidad de respuesta del equipo malagueño, incluso sin su quinteto titular sobre la pista, permitió guardar a buen recaudo las opciones de victoria tras devolver las diferencias a los 17 puntos (61-44, minuto 29). El control del rebote permanecía en exclusiva del lado local, que en ocasiones gozaba hasta de tres oportunidades para anotar en un mismo ataque.

Que necesitara de tantos intentos para encestar era un síntoma de lo que estaba por venir. El ataque 'cajista' se detuvo en seco al tiempo que el Pamesa irrumpía en ataque con recursos aletargados hasta entonces. Miralles arrastró a Santiago lejos del aro, mientras que Douglas hizo inútiles los intentos de Berni Rodríguez por defenderle. La ventaja acabó por esfumarse. También la certeza del triunfo. Se acabaron las pruebas y los tiempos de descanso. Cabezas y Haislip hubieron de volver a la cancha para recuperar el terreno perdido. Katsikaris echó una mano con la sustitución de Douglas, su gran sustento ofensivo, y el Unicaja recuperó el mando, al tiempo que demostró saber jugar cuando el guión lo exige.

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