Aulas de babel
En el instituto Torre Almenara de La Cala conviven jóvenes de hasta 37 nacionalidades
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Miércoles, 26 de diciembre 2007, 09:59
HASTA ocho idiomas son necesarios para indicar dónde se encuentra la cafetería. Hay que ingeniárselas de alguna manera en un lugar donde conviven ingleses, franceses, ... alemanes, cubanos, ucranianos, yugoslavos, húngaros, marroquíes, israelíes y hasta kazajos. La presencia de alumnos extranjeros en las aulas tiene su mayor exponente en el instituto Torre Almenara de La Cala, donde cursan sus estudios jóvenes de hasta 37 nacionalidades. De los 346 púpilos matriculados, apenas un centenar (un 30%) son españoles, así que no es de extrañar que el idioma extranjero sea la lengua de Cervantes.
«Si resulta complicado que un adolescente te preste atención en clase, imaginate si no entiende la mitad de lo que le estás explicando». Los proferoses del centro se han convertido en auténticos políglotas. Algunos incluso se han inscrito en la Escuela Oficial de Idiomas para perfeccionar su inglés o para aprender otra lengua. Al tratarse de un centro público, las clases deben darse en español, pero todo sea por hacerse comprender y encarar con garantías esta mezcolanza de idiomas.
Desinterés
Sin embargo, la barrera idiomática no es siempre superable. «El mayor problema lo encontramos con los alumnos británicos, que representan el 50% de los extranjeros matriculados y, cuyos padres, apenas tienen interés en integrarse en la comunidad», asegura Mario Galdeano, director del instituto, quien se lamenta de que tiene alumnos que llevan varios años en La Cala y aún no saben hablar en castellano. Un desinterés que se traduce en indisciplina, falta de adaptación y en la creación de guetos.
Pero no todo es negativo. Este crisol de culturas puede resultar muy enriquecedor. Si aprender la lengua española es beneficioso, también lo es que los escolares extranjeros se empaen de la cultura, la tradición o la religión del país en el que residen y, al contrario, que los alumnos españoles conozcan las de sus compañeros de pupitre. «Tener amigos de varios países tiene sus ventajas. Es como viajar cada día a un lugar diferente», comenta Laura, que estudia 3.º de ESO. «Yo les ayudo con el español y ellos a mí con el inglés, que no lo llevo muy bien», añade su compañero Javier.
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