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EL MIRADOR

No-bel Prize, POR TEODORO LEÓN GROSS

TEODORO LEÓN GROSS

Martes, 16 de octubre 2007, 04:40

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CADA año se repite el mismo ritual absurdo: la concesión del Nobel de Literatura desencadena una polémica más o menos atrabiliaria acerca de los méritos del triunfador. Ha vuelto a ocurrir con Doris Lessing. Rara vez se discute que el premiado tenga méritos, pero siempre se le reprocha a la Academia que hay otros con más méritos. A menudo se polemiza sin haber leído la obra del autor premiado. Así pues, no se discute sobre literatura sino sobre prejuicios: unos escritores caen mejor que otros, unos países caen mejor que otros, se reivindican más nobeles latinos y sobre todo latinoamericanos, se lamenta que los escritores árabes estén ensombrecidos por la sinrazón del islamismo, se constata que los orientales están poco divulgados, se cuestiona el exceso de corrección política, la vendetta sobre Vargas Llosa u otros autores del Índice, la preferencia por Philip Roth antes que el pijo de Paul Auster, los premios impresentables a gente como Kenzaburo Oe o Elfriede Jelinek (estas opiniones siempre se dan sin haberlos leído); en fin, un ritual repetitivo y poco interesante.

Tras el Nobel de Doris Lessing, probablemente merecedora de éste como tantos otros, se ha repetido la bronca. Pero, como dice Eco, el problema no está en los méritos sino en el exceso de anglosajones. Y eso es cierto. Sólo desde 2000 ya van tres británicos (Lessing, hace dos años Pinter, hace seis Naipaul) y el surafricano Coetze. La lengua inglesa acapara la cuarta parte de los premios. En español, sólo hay diez, y únicamente cinco latinoamericanos: Gabriela Mistral, Neruda, Miguel Ángel Asturias, García Márquez y Octavio Paz. El problema no es que no se premiara a Borges o a Vargas Llosa, como no se premió a Proust o Joyce mientras se le otorgaba a muchos olvidados; el problema es de cultura dominante. El fenómeno del 'occidentalcentrismo' -occidente rige el mundo- en realidad es 'anglocentrismo'. El poder geopolítico, económico, mediático, la lengua franca, los valores y hasta el estilo de vida, están dominados por los anglosajones. Desde ahí se escribe la Historia y se establecen las jerarquías. En el volumen totalista 'Libros. Todo lo que hay que leer' de Zschirnt, no aparece ninguno latinoamericano, no por falta de calidad, sino porque la autora desconoce por completo la cultura hispánica; en cambio, abusa hasta el absurdo de los anglogermánicos -incluye desperdicios como 'Generación X'- y apenas sale de ese entorno dominante. De eso se trata.

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