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VEGETACIÓN. Los laboratorios cosméticos investigan las propiedades de flores y plantas para aplicarlas en sus fórmulas.
De cara al futuro
VIVIR EL VERANO

De cara al futuro

En la última década, la cosmética ha avanzado a pasos agigantados hacia dos vertientes: la 'high tech', que convierte el tocador en un mini laboratorio, y la vuelta a los orígenes, con exclusivos ingredientes naturales

TEXTO: LORENA CODES

Domingo, 5 de agosto 2007, 13:31

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MUCHO antes de que Cristo naciera, ya se bañaba Cleopatra en leche de burra. También la fragancia de lavanda o valeriana impregnaba hace ya tiempo las almohadas de los bebés andaluces para que lograran el sueño nada más aterrizar en la cuna. Y el aceite de ricino era utilizado por nuestras abuelas para embellecer sus uñas unas décadas atrás. Con hurgar un poco en la superficie de los recuerdos de la infancia afloran a la memoria rituales de belleza que ayudaron a madres y abuelas a conservar y mejorar su belleza de forma cuasi natural. Aunque lejos de aquella simpleza, los laboratorios de cosmética de hoy en día buscan la fórmula mágica natural que saque a la luz el Dorian Grey que todo el mundo lleva dentro.

El universo de los ungüentos y pomadas ha sufrido una revolución sin precedentes en la última década que ha propiciado el adiós definitivo al 'una crema para todas y todas a por una'.

Actualmente, los laboratorios de las grandes firmas de perfumería y cosmética se afanan por tratar cada defecto de forma individual. 'Potingues' personificados para satisfacer las necesidades de cada epidermis en particular.

Desde que estas casas de belleza internacionales abandonaran la idea de que un 'producto estrella' servía para todas las mujeres, se han dado pasos de gigante en la creación de nuevas y revolucionarias fórmulas.

Fundamentalmente, han sido dos las tendencias que la cosmética ha tomado en nuestros días. Por un lado, se aprecia una vuelta a los orígenes; un revival de épocas históricas en las que la naturaleza en estado puro era la única fuente de belleza en sí misma y de ella se extraían todos los principios activos necesarios. La última de las vertientes de la nueva cosmética es la de los 'doctores', también conocida como 'cosmética clínica'. Esta tendencia ha hecho que se cuelen en el neceser inyecciones de colágeno, kit dermoabrasivos, cápsulas con elementos químicos y toda clase de elementos que normalmente se encontrarían en un laboratorio farmacéutico, incluso con diseños similares al instrumental de un quirófano.

Avaladas por médicos

Estas fórmulas aportan el valor añadido de estar avaladas por científicos de reconocido prestigio. Algunos de los nombres que figuran como en los envases de estas cremas se han convertido en auténticos gurús de la belleza y se cuentan por miles las celebridades que buscan una hora para que les retoquen alguno de sus 'defectos'. Nombres como los de Norman Orentreich, el dermatólogo que creó el famoso sistema de tres pasos de la firma Clinique o Max Huber, un físico aeroespacial de la NASA que, tras sufrir un accidente cuando manipulaba un experimento que le abrasó el rostro, dedicó doce años a crear un 'caldo milagroso' que es actualmente objeto de culto en todo el mundo, La Crème de la Mer (120 euros). De este cosmético se dice que tarda más en fabricarse que en venderse.

También el doctor Frederic Brandt ofrece ungüentos para frenar los efectos del paso del tiempo; dos de sus cremas (Microdermoabrasión y Crease Release) han revolucionado el universo cosmético (en tiendas Sephora).

En la misma línea innovadora se hallan los avances del doctor Andrew Weil, licenciado en medicina por Harvard, biólogo y botánico cuyas investigaciones se basan en la etnofarmacología. Ha sido considerado una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista 'Time' en la categoría de 'científicos y pensadores' y ha creado junto con los laboratorios de la firma Origins una crema y un suero -Plantidote (62 euros)- a base de una selección de hongos.

Un universo de placer

En el lado opuesto, pero no por ello incompatible, con la cosmética 'high tech', se encuentran las fórmulas que se basan en aceites esenciales y que conciben la belleza como algo integral que engloba cuerpo, mente y espíritu.

La cosmética holística entiende que el individuo es un ser global en el que importa tanto el estado de su piel como el de sus emociones. Su fórmula se basa en el placer de incidir en los cinco sentidos para mejorar en belleza y salud. Fue en la frenética década de los sesenta cuando los hippies importaron de Oriente el concepto a partir del cual las fragancias no sólo podían considerarse como arma de seducción. Diferentes experimentos han venido demostrando desde entonces que determinados aromas, colores o texturas tenían la capacidad de modificar el estado de ánimo.

De hecho, la piel y el sistema nervioso no solamente están íntimamente ligados, sino que, según se ha comprobado científicamente, están en continua interacción mediante unas sustancias que liberan las fibras nerviosas, denominadas neuromediadores. Por lo tanto, está probada la relación entre los niveles de nerviosismo y el envejecimiento cutáneo.

En este concepto reside el éxito de las fórmulas basadas en la aromaterapia, en las que se utilizan aceites esenciales concentrados procedentes de árboles y plantas. No debe confundirse esta terapia con la aromacología, término que se acuñó hace unos veinte años para definir los efectos temporales de los olores en la conducta de los seres humanos.

Según explica Silvye Durcodoi, relaciones públicas de la firma Origins en España, estos aceites esenciales actúan en dos niveles: sobre la piel, «alcanzan el riego sanguíneo con más velocidad que los cosméticos normales», y a nivel mental, por la nariz, «cuya eficacia ha sido probada por infinitud de experimentos científicos». Durcodoi lo ilustra de una manera muy didáctica: «si cortas un ajo y lo frotas en la planta de los pies, enseguida notarás como si tuvieses el sabor a ajo en la boca». En estos principios se basan la mayoría de los cosméticos de Origins. Así, la línea 'Peace of Mind' ayuda a combatir el estrés y sus numerosos síntomas gracias a los aceites esenciales de sustancias como el eucalipto, la menta o la albahaca. Uno de los productos más peculiar de esta línea es Gumballs, chicles relajantes y refrescantes.

No son pocos, por tanto, los cosméticos de numerosas firmas dedicadas al sector que incorporan entre sus ingredientes los principios activos, aceites esenciales, o sólo el aroma del chocolate, la fruta o el café, entre otros. Como la línea 'Cafeterapia' de la franquicia Massada Natural Therapy, una gama de productos que ayudan a combatir la obesidad y la celulitis.

En otra de las vertientes de la cosmética holística se encuentran los productos basados en la cromoterapia. Numerosos experimentos han demostrado la influencia de los colores en el estado de ánimo, como el famoso test de Lüscher, que comprobó cómo los colores estimulan diferentes partes del sistema nervioso autónomo.

El rojo y el naranja, por ejemplo, revitalizan el organismo, mientras que el azul proporciona descanso. Partiendo de estas premisas, la firma Clarins utiliza el rojo para su Eau Dynamisante y para sus productos relajantes de la gama Tranquility, el azul.

El tacto es otro de los sentidos que la industria cosmética pretende cautivar en la actualidad a través de texturas cada vez más fundentes y ligeras, como las 'mousse' o los 'sprays' secos. Todo ello convierte el ritual de belleza diario en un momento más placentero que obligatorio, algo que, según los psicólogos ayuda a que penetren los principios activos. Ya lo decían los griegos, 'Men sana in corpore sano'. Y ya se sabe que salud y belleza van de la mano.

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