Borrar
CARTAS

Un niño de 36 años

José Carlos Villalba Moreno

Miércoles, 27 de junio 2007, 04:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cuando el domingo introdujimos la mano en una taquilla de Tivoli World para que una sonriente señora nos anudara un 'Supertivolino' a mi ssanta esposa y a mí para poder pasearnos «over and over again» con nuestro hijos, nadie nos dijo que ya no teníamos edad para eso. Cuando empezamos a amortizar nuestros 10 'eurazos' cada uno en el gusano loco dando vueltas a oscuras a velocidad de vértigo, nadie nos dijo que ya éramos grandes. Tampoco nos regañaron en Pinocho, ni en los taxis, ni en la noria, ni en el tío vivo. Pero cuando nos vamos a cenar y nuestros niños y sobrinos piden un menú infantil y mi madre, que es mayor que yo, mi hermana, que también, y mi mujer, que no lo es, nos apuntamos a las hamburguesas, perritos y nuggets, nos dicen que no, que el menú infantil es sólo para niños, como su propio nombre indica, y que yo ya no era uno de ellos. Ante mi sorpresa, les pido la cuenta de las bebidas que ya estaban servidas y la hoja de reclamaciones. Les debió sonar como algo muy chungo, pero chungo de verdad, porque el primer camarero llamó al de más experiencia y éste al encargado y éste a su vez, que no daba crédito a lo que estaba oyendo, con una expresión de «Perdónalo, Señor, que no sabe lo que hace» me envía a información en la propia entrada de Tívoli. Allí, que me esperaba ya el responsable máximo de hostelería me pide explicaciones y me permite finalmente que escriba lo que crea conveniente, cosa que hice para que mi ego y mi autoestima subieran, mi sentido de la culpabilidad bajara y pudiéramos todos irnos al 'barco fantasma', que me trae muchos y muy buenos recuerdos.

Ya es lunes y pienso comprarme un chupa-chups de Kojack e ir al psicólogo, infantil por supuesto.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios