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NURIA TRIGUERO
Lunes, 4 de julio 2011, 09:43
Un terreno llano, con calles amplias, plagado de zonas verdes... Y lo más importante: casi 15.000 trabajadores cuya media de edad bordea los 30 años. A priori, el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) es el ecosistema ideal para que la bicicleta triunfe como medio de transporte alternativo al coche. O al menos eso les pareció a los responsables de la Agencia Andaluza de la Energía, un organismo dependiente de la Junta que hace dos años financió la compra de cien de estos vehículos para implantar un sistema de préstamo que permitiera a los trabajadores circular por los seis kilómetros de carril bici que tiene el recinto.
Las denominadas 'tecnobicis' se estrenaron en junio de 2009 por todo lo alto: la entonces delegada del gobierno andaluz, María Gámez; la secretaria general de Desarrollo Industrial y Energético, Isabel de Haro; y los dirigentes del Parque fueron los primeros en subirse a los vehículos ecológicos para dar ejemplo. Y no era para menos: el coste del sistema -entre las bicicletas, los aparcamientos y las máquinas para gestionar automáticamente los préstamos- fue de 140.000 euros. Una inversión justificada por los 53.300 litros de combustible que se ahorrarían al año, y por las 148 toneladas de dióxido de carbono que dejarían de emitirse.
¿Dónde están las 'tecnobicis' ahora? La inmensa mayoría, aparcadas en los garajes o almacenes de diferentes empresas del PTA. Y es que el fracaso del sistema de préstamo es notorio. «Ni los trabajadores ni las empresas tienen interés en usarlas, es algo que se constata por las pocas bicis que se ven por el Parque a diario», reconoce el director general del recinto, Felipe Romera.
Cambio de sistema
Al principio, los vehículos estaban aparcados en seis puntos del Parque, a disposición de cualquier trabajador, utilizando una tarjeta electrónica que debían repartir las empresas. Pero en vista de que ese sistema no funcionaba, la dirección del PTA decidió cambiar de estrategia. «Pensamos que repartiendo las bicis entre las empresas se agilizaría el sistema, pero no ha sido así», explica Romera. ¿Por qué? Según el director del recinto, «es una cuestión cultural». «Todo el mundo dice que la bici es fenomenal, pero luego nadie la usa», añade. A esta falta de costumbre se unen dos cuestiones: la movilidad interna dentro del Parque no es tan habitual y, además, las distancias suelen ser lo suficientemente cortas para ir a pie. Romera señala, además, que el auténtico problema de movilidad en el Parque sigue siendo «el acceso al recinto».
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