El señor del Coliseo
Azote de Berlusconi, Diego Della Valle, el dueño de Tod's, se consagra como un mecenas enamorado de las «mujeres, los coches y el fútbol»
PPLL
Domingo, 3 de julio 2011, 03:37
Diego Della Valle es un hombre inmensamente rico. En Italia no hay quien le tosa. Pero el presidente de Tod's, grupo que ha ... acumulado a la chita callando un gran número de firmas de accesorios de lujo (Hogan, Fay y Roger Vivier), se ha ganado a la parroquia de su país tras anunciar su intención de salvar el Coliseo del derrumbe. El dueño de la compañía que mejor ejemplifica el estilo 'made in Italy' destinará 25 millones de euros a la restauración de este monumento. Además, ha firmado una alianza con el Teatro de la Scala de Milán.
Viendo el dineral que mueve la industria de la moda cuesta creer que su mecenazgo no tenga, como asegura, «ningún retorno económico, publicitario o comercial» a una empresa que en 2010 facturó casi 800 millones de euros. Pero él jura que su deseo de «proteger y promover» la cultura es el «mejor modo» de hacer de Italia un país «más competitivo». Y él espera que otras firmas sigan sus pasos.
Para emular al rey de la 'dolce vita' hace falta mucha pasta y astucia como la que ha mostrado en momentos cruciales de su vida para erigirse en lo que es: un gigante que nunca se arruga. Ni siquiera ante Berlusconi, que le acusó en una reunión de la patronal Cofindustria de guardar «esqueletos en su armario» y coquetear «demasiado» con las fuerzas políticas «de izquierdas». Ante estos ataques el hijo de Dorino reaccionó sacudiéndose la cabeza y tildando de «vergonzante» la actitud del primer ministro.
Rara vez pierde los nervios este empresario al que la prensa norteamericana ha catalogado como 'el Ralph Lauren italiano'. Él se define como un hombre trabajador que idolatra a John Fitzgerald Kennedy -«soy kennediano», aclara-, Obama y Mandela. «Me preocupa la agresividad que lo llevó a decir tal cantidad de basura. Algunos políticos prestarían mejor servicio a los ciudadanos quedándose en casa». No son pocos los que vieron detrás de estas invectivas el temor de Berlusconi a encontrarse con la horma de su zapato: la del empresario reconvertido en político.
De momento, no entra en sus planes. Considera «muy aburrida» la política y sigue centrado en la fábrica que heredó de su padre. El viejo Dorino, que se ganó una merecida fama como artesano fabricando zapatos para Calvin Klein y el tunecino Azzedine Alaïa, pensó en cerrar el taller a su jubilación. Sin embargo, Diego impulsó el negocio familiar al leer un artículo en una revista de negocios que descubría la debilidad del patrón de la Fiat, Gianni Agnelli, por unos zapatos específicamente diseñados para la conducción.
'El chico del bar'
En aquellos momentos, estudiaba Derecho en la Universidad de Bolonia, carrera que nunca terminó. Frecuentaba más la barra del bar que las aulas. Por algo le conocían como 'il ragazzo del bar'. El joven Diego, al que le gusta resolver los problemas sentados «a la mesa de mi madre a la hora de comer», aprovechó su amistad con el presidente de Ferrari, Luca Cordero Di Montezemolo, para mandarle un par a 'Il Avvocato'.
Los 'Gommini', unos mocasines de piel ligeros, flexibles y con una suela de 133 esferas de goma, marcaron el principio de una era: la de JP Tod's. La leyenda urbana cuenta que eligió este nombre tras repasar un listín telefónico de Boston. Los han calzado (y siguen haciéndolo) las personas más poderosas del mundo. Desde el rey Juan Carlos a Carla Bruni pasando por Amy Winehouse. A estos cómodos zapatos siguió el 'DBag', un bolso icónico bautizado en honor de Diana de Gales. Cada zapato tarda en fabricarse de cuatro a seis horas y requiere más de un centenar de etapas en su fabricación. «Este negocio es como una religión; no puedes sacrificar la calidad por la cuenta de resultados y tampoco correr el riesgo de traicionarte por ir demasiado rápido», confesó a 'Vanity Fair'.
A su manera, Tod's se ha situado entre las cinco empresas más importantes del lujo mundial. La compañía da trabajo hoy a más de 3.000 personas. Pero el poder de Diego Della Valle traspasa las fronteras de la moda: es socio de una compañía ferroviaria de alta velocidad, tiene intereses editoriales en 'Il Corriere della Sera', es propietario del Fiorentina, club de fútbol al que salvó de la bancarrota y en el que lleva invertidos más de 200 millones de euros... Pero no todo es trabajo. Le gusta la buena vida y no lo oculta. Aunque intenta huir de lo exagerado y la «opulencia», navega en el yate 'Marlin', que perteneció a John F. Kennedy y adquirió en una subasta de Christie's, despega en su 'Falcon 2000', posee una impresionante colección de arte contemporáneo, ... «Soy un tipo italiano de provincias al que le gustan las mujeres, los coches y el fútbol», se justifica.
Su lema es DDD: Dignidad, deber y diversión. Siempre ha considerado que un poco de 'dolce vita' no es malo, sino todo lo contrario. «Si logras buenos resultados en lo que haces, mereces un poco de divertimento», sostiene. Por donde ya no pasa es por el drama económico que han causado a muchos españoles e italianos unos «tipejos apretando un botón desde Wall Street después de haber soplado un buen gin-tonic». A éstos les daría suela, pero no con la de sus exclusivos Tod's .
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