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Antonio de Vicente, en el laboratorio.
«No todos los microbios que viven sobre las plantas son malos»
Antonio de Vicente. Catedrático de Microbiología

«No todos los microbios que viven sobre las plantas son malos»

Pionero en la investigación de enfermedades agrícolas, defiende las virtudes de los fungicidas biológicos frente a las plagas

J. J. Buiza

Domingo, 17 de mayo 2015, 23:36

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A sus 57 años, Antonio de Vicente todavía recuerda con nitidez cuando allá por principios de los años 90 Juan Antonio Torés le llegó con una placa de Petri repleta de microbios sacados de una plantación de mango. «¿Qué dirías que es esto? ¿Bacterias?». Aquella charla dio inicio a una investigación que bien podría considerarse el germen de lo que hoy es el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea de la Mayora (donde trabaja Juan AntonioTorés) y del Grupo de Microbiología y Patología Vegetal de la Universidad de Málaga, que dirige el propio De Vicente.

Ambos han sido pioneros en el estudio científico de las plagas del campo, una disciplina que sigue apasionando a este doctor en Ciencias Biológicas, cuyos hallazgos han desembocado en métodos de prevención y control que hoy utilizan agricultores de todo el mundo.

Su equipo fue el que describió por primera vez la llamada necrosis apical del mango, con una investigación que se publicó en revistas norteamericanas y que descubrió la curiosa actuación de una bacteria (Pseudomonas syringae) que solo ataca en determinadas condiciones ambientales de temperatura y humedad. «En Huelva, por ejemplo, no se puede cultivar el mango por esta razón», explica De Vicente.

Italia, Portugal, Australia oIsrael son otras zonas donde se detectó esta enfermedad, que necrosa la planta e impide el desarrollo del fruto. El trabajo de este grupo dio con dos posibles soluciones para los agricultores: una a partir del caldo bordelés (que dejó de usarse por la utilización de cobre) y otra que se ha aprovechado en varios países a partir de un gel de sílice, que crea un efecto película y protege a la planta de la bacteria.

Más extendida está la otra enfermedad del mango que centra los esfuerzos de Antonio y su grupo: la malformación floral y vegetativa que produce el hongo Fusarium. Puede transmitirse por el aire a través de las esporas o por contagio a través del injerto. Surgida en 2006, llegó un momento que llegó a descontrolarse, pero estos investigadores malagueños, además de describirla, han dado con los métodos para controlarla a partir de su manejo, incluyendo la desinfección de las podas y de las herramientas. Para seguir investigando sobre las plagas del mango, este proyecto fue calificado de «excelencia» por la Junta de Andalucía y dotado en enero de 2014 de 241.894 euros en fondos, pero hasta la fecha solo han recibido 16.932 euros.

Por otro lado, Antonio de Vicente continúa investigando en este campo y en los últimos tiempos ha profundizado en la utilización de fertilizantes y fungicidas de origen biológico. Se trata de aprovechar aquellas otras bacterias que no producen enfermedades, sino que las controlan. Porque «no todos los microbios que viven sobre las plantas son malos», como explica este catedrático en referencia al Bacillus y a la Pseudomonas. En ambas bacterias han demostrado su eficacia en la lucha contra el oídio, uno de los principales hongos que atacan los cultivos de cucurbitáceas (sandía, melón, pepino, calabacín y calabaza). A partir de una tesis de su compañero Diego Romero empezaron a estudiar más estas posibilidades, hasta el punto de que la multinacional holandesa Kopper llegó a un acuerdo con ellos para financiar sus investigaciones a cambio de comercializar sus descubrimientos. «Son más de 680.000 euros para seguir investigando, y la verdad es que se agradecen», afirma De Vicente.

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